Apatía social, un fenómeno sociológico actual en España

AYRIN ISLAM

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Actualmente existe en nuestra sociedad cierto rechazo e indiferencia hacia la clase política y la vida en torno a ella. Las causas de esta apatía son muchas y hacen que las instituciones pierdan credibilidad: la corrupción, las políticas restrictivas, la falta de cercanía respecto al ciudadano, las promesas incumplidas, la incompetencia y la baja formación de los políticos, la falta de empleos y oportunidades para todos, etc. Una larga lista de causas que hacen que los ciudadanos, cada vez más, se aíslen de la política, lo cual supone un peligro para el ejercicio de la democracia. Si los ciudadanos pierden el interés por la política, se corre el peligro de que a las instituciones lleguen políticos que tampoco se preocupan por los ciudadanos, y cuando estos no prestan atención a la política tampoco se interesan por los asuntos de la vida pública, es decir, por aquellos que les afectan directamente.

Parte de la sociedad actual vive en la indiferencia con una mentalidad conformista y pasiva, con lo cual se carece de una cultura de convivencia democrática y ciudadana. El hombre pretende vivir feliz en su burbuja individual evadiéndose del mundo social que le rodea, y esto hace que no profundice ni reflexione sobre los hechos y la información que recibe. El ciudadano apático elige el camino más cómodo porque no se molesta en informarse sobre lo que le rodea y no se preocupa por formar un criterio y, por ende, una ética y una conciencia. Nos encontramos, pues, en una sociedad pasiva, conformista, incrédula, inconmovible y absorta.

En los últimos años se han hecho públicas informaciones que deberían haber trastocado la estructura y los pilares de nuestro sistema, tanto político como económico y social. Pero parece que tantas revelaciones sobre casos de corrupción, robos e infracciones de leyes por parte de los políticos ya no causan reacción ninguna en la opinión pública. Como ejemplo tenemos las revelaciones hechas por Edward Snowden (ex trabajador de los servicios de inteligencia estadounidenses), confirmadas por los propios gobiernos, según las cuales todos nuestros movimientos mediante teléfono, internet y otras vías de comunicación son controlados y vigilados constantemente por el Gobierno estadounidense para sus propios intereses. De repente, la pesadilla del Gran Hermano de George Orwell (1984) se convierte en realidad, pero a nadie parece importarle. En España, la revelación de secretos de Estado tampoco produce ninguna respuesta por parte de la población, por terribles e impactantes que estos sean. Así, vemos que la información y la veracidad han perdido su relevancia, mientras que el «cuarto poder» necesita el interés de la opinión pública para ejercer de control de los otros tres poderes.

Esta apatía social proviene de la evolución de la sociedad por medio de la psicología de las masas, que ha configurado determinado estado mental en la población. El estado de apatía en el que nos vemos inmersos está relacionado con la presión del exceso de información a la que se ve sometida el ciudadano. La información que recibimos a diario sobre la vida política por los medios es rápidamente digerida y olvidada, y la mente se prepara para una nueva noticia que remplace la anterior, sin provocar respuesta en el ciudadano. Lo peor de todo es que las elites y las clases políticas se esforzarán para mantener este statu quo en la mente colectiva de la sociedad, ya que la apatía social las beneficia. La propia revelación de la verdad favorece estos mecanismos, por lo que el político o el banquero de turno puede mostrar públicamente toda su corrupción y maldad sin preocupaciones, porque sabe que las masas restan apáticas sin reacción alguna. La máxima respuesta de la ciudadanía ha sido ejercer el derecho de manifestación, lo que es insuficiente si queremos cambiar el sistema obsoleto en el que nos encontramos. Hacen falta acciones organizadas e impulsadas por la sociedad que vayan más allá de la simple libertad de expresión, y hay que evitar caer en la ambigüedad de movimientos como el 15M, sin una fijación de objetivos claros.

La corrupción en España se ha aposentado en la cotidianeidad, lo que hace que la sociedad la tolere, e incluso corremos el riesgo de que dentro de unos años se considere normal. Debemos cambiar esta situación, y es que hemos visto que, a lo largo de la historia, la participación de los ciudadanos ha sido el motor para encauzar cambios políticos, sociales, económicos y culturales. No debemos permitir que decidan por nosotros, se tiene que dejar de lado la apatía y la indiferencia por medio de la información, la educación y la participación; solo así podremos cambiar nuestra fatídica situación. En caso contrario, nuestra sociedad corre un grave riesgo, como muy bien expuso Albert Einstein en una de sus célebres citas: "El mundo no será destruido por aquellos que hacen el mal, sino por aquellos que los miran sin hacer nada". Definitivamente, debemos reaccionar lo antes posible