UN AÑO DE LOS ATENTADOS EN CATALUNYA

Un testimonio del 17-A: "Mi madre quería comprar flores en la Rambla"

Ian, su hija Fiona, y Valerie, en una foto facilitada por la familia.

Ian, su hija Fiona, y Valerie, en una foto facilitada por la familia.

J. G. Albalat

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ian Moore Wilson y su mujer, Valerie, viajaron desde Canadá, donde vivían, a Barcelona para ver jugar a fútbol a su nieto, Duncan Bates, de 14 años y que participaba en un campus del Barça. Antes habían hecho escala en Edimburgo, ciudad en la que nació él en 1939 y donde tenía familia. Era la primera vez que pisaban la capital catalana.

"Mis padres estaban paseando por la Rambla y estaban a punto de encontrarse con mi niño y con mi exmarido en el apartamento en el que se alojaban, cerca de la Boqueria. Mi madre recordó entonces que quería comprar flores en uno de los puestos. Dieron media vuelta y comenzaron a caminar hacia la plaza de Catalunya cuando la furgoneta vino hacia ellos. Mi madre solo recuerda que quería comprar flores", explica a EL PERIÓDICO Fiona, la hija del matrimonio y sargento de policía de Vancouver.

Su madre no recuerda ni cómo la arrolló la furgoneta ese 17 de agosto, ni los momentos posteriores al ataque. Se despertó en el hospital. "Mi padre fue golpeado en la parte posterior de la cabeza mientras trataba de proteger a mi madre de la furgoneta. Cayeron al suelo con su brazo alrededor de ella. Murió en cuestión de minutos", detalla Fiona. Las personas que acudieron a ayudarles no pudieron hacer nada por salvar la vida de Ian.

 "He hablado con la mujer del Reino Unido que estuvo con mi padre cuando murió y pudo contarme los últimos momentos de su vida", relata.  Ha intentado localizar a una turista austríaca que estuvo allí, pero no ha podido. Sí que lo ha logrado con tres españoles, de los que ahora es amiga. Otras personas colaboraron con su exmarido, Robert, en la búsqueda de sus padres. "Ahora son como una familia para nosotros. Nos ayudaron a enamorarnos de la ciudad a pesar de lo sucedido", sostiene.

53 años juntos

Fiona admite que su vida ya no será la misma: "La muerte de mi padre ha sido devastadora para nosotros. Mi madre perdió a su amigo y compañero de vida durante 53 años y nunca se recuperará. Ese espacio que dejó mi padre nunca se llenará. Fue una pérdida sin sentido, un acto que no hizo más que destruir la vida de las personas, de las víctimas, de sus familias y amigos, y de las familias de los terroristas también. El efecto dominó ha sido profundo. Mi madre ha estado bajo cuidado médico desde el ataque. Primero en España y ahora en Canadá".

Valerie estuvo casi tres semanas en el hospital Germans Trias i Pujol de Badalona. Sufrió heridas en todo el cuerpo, con varias costillas y la clavícula rotas. Cuando llegó a Canadá se tuvo que someter a dos operaciones. No podrá recuperar la movilidad total en su brazo y en un hombro.

La hija de estas dos víctimas se queja de la falta de información sobre el ataque. "Quiero saber cómo murió mi padre. Quiero saber todos los detalles. Aún no tenemos el informe completo de la autopsia. Quiero saber dónde estaba parado, dónde estaba mi madre, quiero ver un vídeo. Mi padre y yo estábamos muy unidos y quiero entender cuáles fueron sus últimos momentos de vida. Tengo derecho a conocer esta información. Me atormenta no saber cómo se causó las heridas. ¿Se golpeó en la cabeza cuando cayó al suelo? ¿Fue golpeado por el espejo lateral? Lo único que nos han dicho es que murió de un trauma masivo en la parte posterior de su cabeza", se queja Fiona.

"Estaremos agradecidos eternamente"

Su intención es volver a la ciudad para conmemorar el aniversario del atentado. "Amamos la ciudad y la gente de España. Nos trasladaron tanta amistad y compasión a raíz de la tragedia... Estaremos agradecidos eternamente. Es probable que volvamos a Barcelona todos los años. Parte del espíritu de mi padre siempre estará en esta ciudad", afirma.

La indemnización que han recibido por la muerte de su padre no compensa la pérdida, pero por lo menos hará más llevadera la vida de su madre, que no ha recibido todavía nada. Está tramitándose. "Mi padre era un hombre generoso, bondadoso y humilde que se desvivía por ayudar a los demás", llegó a escribir Fiona a los seis meses del atentado. "Lo que la gente de Barcelona ha hecho por nosotros a raíz de su muerte es un reflejo de su carácter y transmitiremos colectivamente su amistad, amor y compasión a medida que avancemos en la vida", relató.

La sargento de policía de Vancouver quiere agradecer a todo el mundo la ayuda que se les prestó: "Al FC Barcelona y al RCD Espanyol, que trajeron luz a la vida de mi hijo en momentos oscuros; a la Cruz Roja que nos ayudó en el transporte, y a la gente de Barcelona que dejó tarjetas, flores y mensajes de esperanza. Estamos eternamente agradecidos".