Análisis

Solo un primer paso

JOAN TAPIA

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ETA dio ayer pompa a un comunicado en el que anuncia que «ya hace algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas». No va a atentar. Pero oculta cuándo tomó la decisión, no explica las razones y no despeja la incógnita sobre la duración de la tregua.

La primera reacción es positiva por dos razones. Que ETA diga que no va a asesinar -que va a respetar el primer derecho humano, el derecho a la vida- es bueno. Segunda, porque el comunicado -pese a la estúpida fraseología- indica que ETA entra en vereda. Que empieza a admitir su derrota. No puede seguir matando porque está cada vez más débil. Está perdiendo militarmente. Pero ETA tampoco tiene fuerza para seguir porque sus simpatizantes -el 10% del electorado que vota a Batasuna- no entendieron la ruptura de la tregua del 2006, que había generado grandes esperanzas. Ahora ETA no se enfrenta solo al aparato policial español e internacional y a casi todos los partidos vascos, sino también a los suyos. En especial a políticos y sindicalistas -como Arnaldo Otegi y Rafael Díez Usabiaga- que le vienen reclamando con insistencia el fin de la violencia. La izquierda aberzale quiere estar en la política vasca y sabe que, tras la ruptura de la última tregua, ETA no solo no ayuda sino que entorpece. ETA ya es vista como un incordio por sus propias tropas.

El comunicado es, pues, incluso alentador. Al abstenerse de la violencia, aunque no sea de forma definitiva, ETA admite que no está sacando dividendos. Pero lo ha dicho bien Rodolfo Ares: tras las rupturas de las dos últimas, las treguas de ETA ya no tienen ninguna credibilidad si no van acompañadas de decisiones más trascendentes como la renuncia definitiva a la violencia. Es, pues, insuficiente. Parece incluso una mala transacción entre los deseos de la banda de no renunciar a la violencia («por el bien de Euskadi») y la presión de la izquierda aberzale.

El Gobierno debe ser cauto y prudente. El propio líder de Eusko Alkartasuna, Pello Urizar, aliado de Batasuna, dijo ayer que se trataba de un primer paso para llegar a una tregua definitiva y verificable. Sería irresponsable no ayudar al cese definitivo de la violencia. Pero también sería ingenuo confiar en las intenciones de ETA. O en la influencia de la izquierda aberzale. ETA ya rompió la tregua de 1998 y la del 2006 contra el criterio de Otegi.

Lo de ayer es solo un primer paso que confirma que la democracia española está ganando la guerra militar, política y moral. Por el momento no va a alterar la política ni en Euskadi ni en España. Las primeras reacciones de PNV y PSOE indican que lo saben. Esperemos que el PP no reincida en el error del 2006: usar el terrorismo para su política partidista.