LA ENCRUCIJADA DEL SOCIALISMO

Sánchez rectifica y decide aparcar su "alianza" con Podemos

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez / periodico

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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La relación de Pedro Sánchez con Podemos ha estado sometida a continuos cambios. Primero aseguró que nunca pactaría con “el populismo”. Al ser advertido por los líderes territoriales de que no era conveniente extremar los ataques porque podían necesitar al partido morado en sus autonomías, pisó el freno. Más tarde, cuando intentó llegar a la Moncloa tras las elecciones de diciembre del 2015, priorizó el pacto con CiudadanosCiudadanos, buscando el ‘sí’ de Albert Rivera y la abstención de Pablo Iglesias. Al no conseguirla, y tener que ir de nuevo a elecciones, el entonces secretario general hizo una campaña más centrada en cargar contra Podemos que contra el PP. El último cambio vino tras su forzada dimisión, ya como aspirante a las primarias, a las que se presentó abogando por la “unidad de acción de todas las fuerzas progresistas”. Esa parecía su actitud definitiva, dentro de su proceso de reinvención con el que recuperar el liderazgo socialista frente a Susana Díaz y Patxi López. Pero este jueves Sánchez volvió a girar.

El documento final de su candidatura enfría el compromiso de pactar con Podemos. La “alianza” con las “fuerzas de izquierda”, una referencia clara a los morados, ha sido sustituida por una fórmula mucho más amplia. El escrito, que tiene 57 páginas de extensión y lleva por título ‘Por una nueva socialdemocracia’, habla de “potenciar las alianzas con las organizaciones de los trabajadores y con los sectores de la sociedad que impulsan políticas de progreso”.

UN PARTIDO “AUTÓNOMO”

Se trata de un documento "muy participativo”, según los colaboradores de Sánchez, que han recibido 97.000 propuestas de las bases del PSOE. Pero el cambio en este apartado no se ha llevado a cabo a través de las iniciativas de los afiliados. Han sido los propios coordinadores del proyecto quienes han decidido alterar el contenido original. “Estamos hasta las narices de que nos digan que nos hemos ‘podemizado’”, justifican en el equipo del candidato. Aun así, en el cambio también se ha tenido muy en cuenta el sentir de los afiliados, quienes, continúan las mismas fuentes, “no llevan muy bien” una excesiva identificación con el partido morado.

El apartado de las alianzas queda finalmente así: “Nuestro objetivo es que el PSOE vuelva a ser la primera fuerza política (…). Lo haremos como partido autónomo, recuperando el espacio que nunca debimos perder, la izquierda, y planteando una alternativa de mayoría social. Para cambiar el modelo económico y social neoliberal será necesario potenciar las interlocuciones y las alianzas con las organizaciones de los trabajadores y con los sectores de la sociedad que impulsan políticas de progreso”.

Las alianzas postelectorales, en cualquier caso, deberán ser siempre refrendadas por una consulta entre la militancia socialista, como se comprometió Sánchez al poco de iniciar su campaña. Esta es una de sus grandes propuestas sobre el modelo de partido, un apartado en el que López propone regular las consultas para que el líder no pueda blindarse frente a los órganos de control. Díaz ha sido la única que no ha presentado hasta ahora su proyecto para España y el PSOE, pero según fuentes de su equipo ultima una batería de propuesta en este campo.

LA REFORMA CONSTITUCIONAL

El documento final de Sánchez presenta pocas novedades respecto al original, que ya abogaba por potenciar el liderazgo del secretario general en detrimento de los barones y establecía la necesidad de reconocer la plurinacionalidad de España. Su propuesta aquí consiste en “una reforma constitucional federal, manteniendo que la soberanía reside en el conjunto del pueblo español”, cuyo objetivo es “perfeccionar el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado apuntado en el artículo 2 de la Constitución”. Aplicado a Catalunya y el País Vasco, el término ‘nación’ tendría aquí un significado meramente “cultural”, no político, según los coordinadores del proyecto de Sánchez, que consideran que no sería necesario reformar ese precepto de la ley fundamental.