TRIBUNA DEL CANDIDATO DEL PSOE A LA INVESTIDURA

Oportunidad de cambio y progreso

No son tiempos de asaltar el cielo, pero sí de mejorar la vida de la gente. Podemos no puede pedir el cambio e impedirlo: o progreso o Rajoy

PEDRO SÁNCHEZ

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La política que no tiene vocación práctica no es política. Por buenas que sean las medidas que se defienden, por elevados que sean los ideales que nos inspiran, de nada sirven esas medidas y esos ideales  si no se llevan a la práctica, es decir, si no mejoran la vida de las personas. Y no en un futuro tan luminoso como lejano, sino en el presente inmediato de quien se ve acuciado por la necesidad de un empleo, de una beca o de una plaza en un centro de día para mayores. 

Pertenezco a una tradición política, no solo a una tradición ideológica que defiende los valores de libertad, de igualdad, de justicia social, de solidaridad, sino a una tradición que es capaz de perseguir esos valores en presencia de otros grupos políticos que no piensan igual que nosotros.

Los resultados electorales del pasado 20 de diciembre nos abocaron a la política, es decir, al diálogo, a la cesión y al acuerdo. Después de cuatro años de una mayoría absoluta que bloqueó el diálogo, que se negó a escuchar, hasta cegar los cauces de la política, la sociedad española apostó por un escenario que conjura la posibilidad de volver a cometer ese error. Nadie puede, en la configuración actual del Congreso, obviar la presencia, los intereses y la palabra de todos los demás. 

Los resultados de las pasadas elecciones no son el envés de la misma moneda que circuló durante los últimos cuatro años en España, sino un verdadero cambio de paradigma. Ningún partido por sí solo puede formar gobierno, pero ni siquiera los bloques ideológicos de izquierda o derecha suman los suficientes votos como para formar un gobierno estable que pueda aplicar políticas definidas exclusivamente por su ortodoxia doctrinal. A partir de ahora nadie debe esperar otra victoria en la política española que el acuerdo, y la victoria será más grande cuantos más participen de ella, es decir, cuantos más se incorporen al acuerdo.

PONER FIN A LA INTERINIDAD

La cultura del acuerdo es exigente, no es cómoda, ni es fácil, pero es la cultura propia de una sociedad avanzada y pluralista. Es la mejor cultura democrática, pero, sobre todo, no hay otra disponible. El acuerdo exige buscar el equilibrio entre los valores políticos con los que nos identificamos, y que dan sentido a nuestra causa, y las medidas prácticas en las que nos podemos poner de acuerdo con otros partidos. Y no hay mejor referencia para alcanzar ese equilibrio que fijar nuestra mirada en los intereses prácticos de las personas. 

Y si hay una medida práctica que debemos tomar en la política española es la de poner fin a la interinidad de un gobierno cuya errónea e injusta labor ha sido duramente rechazada por las urnas, porque es un gobierno que ha causado graves problemas a nuestra sociedad.

Pero no basta con quitar a un gobierno, además es necesario formar otro gobierno. No basta con derogar las leyes que están mal, es necesario aprobar nuevas leyes que sirvan a toda la sociedad. Nosotros hemos llegado a un acuerdo que permite restañar muchas de las heridas que nuestra sociedad ha sufrido en los últimos años. Un acuerdo que, por ejemplo, establece un Ingreso Mínimo Vital para sacar de la pobreza y la exclusión a 750.000 familias que no tienen ningún tipo de ingreso. Un acuerdo que devuelve el poder adquisitivo perdido en estos años al Salario Mínimo Interprofesional. Un acuerdo que paraliza la LOMCE, la ley educativa aprobada por el PP contra estudiantes, docentes, padres y madres. Un acuerdo que incluye una ley de igualdad salarial entre hombres y mujeres. Un acuerdo que suprime los copagos en dependencia. Un acuerdo, en suma, que busca la justicia social y el beneficio de la gente con medidas concretas, no con brindis al sol.

PACTAR IMPLICA CEDER

Hay quien dice que el acuerdo podría haber llegado más allá. Así es. Nosotros llegamos más allá con el programa con el que nos presentamos a las elecciones. Pero no recibimos suficientes votos para formar un gobierno que lleve todo nuestro programa a la práctica. Nadie ha tenido esos votos. Por eso, solo acordando con otros podemos conseguir los votos necesarios para formar un gobierno. Y el acuerdo implica cesiones, porque la nueva lógica de la política en nuestro país es que sólo quien esté dispuesto a ceder puede ganar. Y basta un mínimo de voluntad real de cambio para darse cuenta de que todas las fuerzas del cambio tenemos un espacio común. 

No son tiempos de asaltar el cielo, nadie tiene una escalera tan alta en la política española, pero se puede mejorar la vida de la gente. Para ese cambio sí hay fuerzas en el Congreso, y no dejaré de trabajar para unir a todas esas fuerzas en un gran acuerdo que será también una gran victoria compartida sobre los problemas acuciantes de una sociedad que nos espera.

Votar el viernes contra un acuerdo transversal que ponga en marcha inmediatamente medidas que mejoran la vida de la gente es votar a favor de la continuidad de Rajoy y de sus políticas.

QUERER EL CAMBIO O IMPEDIRLO

Votar no al acuerdo es votar por el bloqueo junto a la derecha, y no precisamente la derecha más cercana al centro. Es acordar que todo siga igual con los mismos que han gobernado durante cuatro años a golpe de imposición y de espaldas a la gente. Es obedecer a la lógica de que los extremos se tocan y llevarnos a todos al extremo de una parálisis inútil y nociva para los ciudadanos.

La lógica del cambio implica coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Podemos no puede decir que quiere el cambio y votar para impedirlo.

La disyuntiva en la votación del viernes en el Congreso es clara: o progreso o Rajoy.

Aún tenemos el cambio al alcance de la mano. Tenemos la oportunidad, la gran oportunidad  de producir el acuerdo que lo haga posible. Si sabemos aprovecharla, nuestro será el mérito, el de todos nosotros. Y para las personas serán los beneficios. Si la dejamos escapar, si no somos capaces de llegar a un acuerdo ahora, habremos perdido algo más valioso que el tiempo.