Los socialistas

Rubalcaba ofrece un «nuevo marco» para encauzar la tensión territorial

Rubalcaba se dirige, ayer, a la tribuna de oradores del Congreso.

Rubalcaba se dirige, ayer, a la tribuna de oradores del Congreso.

JUAN RUIZ SIERRA
MADRID

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Amediados de marzo, cuando el Congreso fijó el 8 de abril como fecha para discutir la propuesta catalana de que el Estado transfiera a la Generalitat la capacidad para celebrar la consulta independentista, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba mantuvieron una conversación. El presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE acordaron que intervendrían en el debate de ayer, y ambos, en un intercambio privado que volvió a repetirse el pasado domingo, se trasladaron sus respectivos enfoques ante la deriva soberanista. No son coincidentes.

A diferencia de Rajoy, Rubalcaba considera que la única manera de reconducir la tensión pasa por una reforma constitucional en un sentido federal, donde se blinden las competencias autonómicas y los derechos fundamentales, el Senado actúe como una verdadera cámara territorial y se establezcan las bases de un nuevo sistema de financiación.

Si el jefe del Ejecutivo se centró en su no al referendo, el líder socialista se dirigió a otros muchos lugares. Hacia un PSC en horas muy bajas al que dio aliento («no somos nacionalistas; somos socialistas», dijo) tras sus roces a cuenta del derecho a decidir. Hacia el pasado, recordando la recogida de firmas del PP contra el Estatut, un movimiento que a su juicio tiene mucho que ver con el escenario actual. Hacia el presente, dejando claro que en ningún momento piensa aceptar la autodeterminación catalana. Y hacia el futuro, reclamando «diálogo» y abogando por un «nuevo marco de convivencia». El PSOE cree que el cambio normativo debe hacerse cuanto antes. En esta legislatura. De lo contrario, habría que esperar a la siguiente y someter a referendo la modificación de la Carta Magna, como pronto, en el 2019. «Demasiado tarde», señalan en la cúpula socialista.

Rubalcaba ya había explicado varias veces su reforma federal, pero nunca de forma tan amplia durante un pleno del Congreso, y nunca en una sesión tan trascendente, con tantos ojos puestos en el hemiciclo. La de ayer era una gran oportunidad, más aún después del discurso de un Rajoy que apenas se movió.

«No estamos de acuerdo con la independencia, pero queremos seguir viviendo juntos y decidir juntos. Nuestra propuesta es sentarnos y hablar para acordar un nuevo marco de convivencia. Los proponentes quieren votar sobre el desacuerdo. Nosotros, sobre el acuerdo. Queremos una nueva Constitución que suponga un nuevo Estatuto sobre el que vuelvan a decidir los catalanes, una reforma constitucional que recoja las singularidades y aspiraciones de Catalunya. Propongo que abramos un nuevo proceso de negociación democrático, transparente, legal y acordado», explicó.

LOS EFECTOS / Después de estas palabras, cuando Rubalcaba había terminado su discurso de más de 30 minutos, dos importantes dirigentes socialistas, alabando su intervención, se preguntaron si esta cambiaría algo en la relación entre Catalunya y el resto de España. Uno sostuvo que el mensaje de su secretario general permite mostrar que el PSOE, a diferencia del PP, está dispuesto a «moverse y hacer algo». El otro fue más pesimista: dijo que a estas alturas la propuesta federalista no serviría para «curar las heridas». O no, al menos, «a corto plazo».

Pero el jefe de la oposición continuará con su enfoque, pese a que tiene en contra al Gobierno y a la mayoría del arco parlamentario catalán, porque lo considera la «única salida» ante una autodeterminación que no considera posible. Sus argumentos: «La Constitución no permite la convocatoria de un referendo autonómico con una pregunta que afecte a todos los ciudadanos de España. Si la pregunta afecta a todos, no puede hacerse solo a unos cuantos».