El rival más duro de Mas
El 'expresident' tuvo que exprimirse frente a un fiscal que le atizó como no lo habían hecho los líderes de la oposición en el Parlament
Rafa Julve
Periodista
RAFA JULVE / BARCELONA
La única sentencia que hoy arrastra en firme Artur Mas es la que dictó la CUP hace poco más de un año, cuando le despojó del título de presidente de la Generalitat. En los últimos días, sin embargo, miembros de su partido han deslizado que en el juicio del 9-N ya hay un veredicto de antemano, la condena, pero el exjefe del Govern se defendió este viernes con uñas y dientes contra esa premonición. Enfrente tuvo a un rival, el fiscal Emilio Sánchez Ulled, que dejó en simples cosquillas cualquier invectiva que durante cinco años le lanzaron al dirigente de CDC los líderes de la oposición en el Parlament.
"Alguien me decía que nos han puesto delante al Messi de la fiscalía", piropeaba a su contrincante el abogado de Joana Ortega, Rafael Entrena. "Ha hecho un brillante relato, pero no ha metido ningún gol", remataba. El árbitro, Jesús María Barrientos, y los linieres, Carlos Ramos y Eduardo Rodríguez, decidirán, pero vayamos al inicio del encuentro:
Sánchez Ulled, que los cuatro días anteriores había empleado el catalán occidental, aclaró antes de entrar en harina que se expresaría en castellano para que se le entendiera "aquí y en otros territorios". Y vaya si se le entendió. Durante más de dos horas, sin leer, sin trastabillarse, sin beber ni un sorbo de agua, el fiscal fue dando trallazos argumentales que hicieron que Mas se revolviera en su silla. Hasta dos veces tuvo que llamarle la atención Barrientos al 'expresident' para que no respondiera hasta que le tocara su alegato final. "Es que eso no lo he dicho yo", se defendía el acusado.
FINAL DE CHAMPIONS
Vale que el presidente de la ANC, Jordi Sànchez, desconectara por momentos de las palabras de Ulled para consultar el Twitter o el Whatsapp, pero lo que no se entiende es que otro miembro del público se durmiera varias veces y hasta tuviera que ser apercibido por un mosso, porque el nivel de la contienda era de final de Champions. Si Ulled sacó toda la artillería, las defensas de Mas, Ortega e Irene Rigau no le fueron a la zaga y se repartieron las huecos por los que poder deshacer el informe final del representante del ministerio público, tanto desde el punto de vista técnico como desde el político.
Hasta el 'expresident' tuvo que exprimirse en los minutos finales. Alegó por ejemplo que el Gobierno del PP "desobedece continuadamente" al Constitucional y no le sacan tarjeta roja, defendió que el juicio del 9-N solo se celebra porque aquel día los soberanistas ganaron por goleada y aprovechó la contienda para lanzar mensajes que parecían un entrenamiento para preparar el regreso a la primera división de la política.
El mes que viene, no como partido de vuelta pero sí en otra 'competición' en la que participa Convergència, el 'caso Millet', algunos volverán a verse las caras. El abogado de Mas, Javier Melero, representará a CDC y el de Rigau, Jordi Pina, a Jordi Montull. ¿Saben quién será el fiscal? Un tal Emilio Sánchez Ulled.
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