LA IZQUIERDA ANTE EL REFERÉNDUM

El PSOE hace equilibrios y confía en capitalizar las iniciativas tras el 1-O

Pedro Sánchez, el pasado 15 de septiembre en Valencia.

Pedro Sánchez, el pasado 15 de septiembre en Valencia. / periodico

Juan Ruiz Sierra / Iolanda Mármol

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Pedro Sánchez y Mariano Rajoy tienen un pacto. El PSOE da su apoyo al Gobierno frente a la convocatoria independentista del 1 de octubre, sin criticar las medidas concretas aunque no concuerde con todas ellas, y el PP accede por fin a estudiar una reforma de la Constitución, permitiendo a los socialistas apuntarse el tanto de haber movido a los conservadores. Respetado a grandes rasgos, con alguna excepción, el acuerdo obliga a Sánchez a hacer equilibrios. La dirección del PSOE teme que su bandera del ‘no’ a Rajoy, con la que vencieron a Susana Díaz en las primarias del pasado mayo, quede difuminada por la crisis territorial, pero al mismo tiempo confía en continuar atrayendo a sus antiguos votantes, desplazados a Podemos en los últimos tiempos, debido a la actitud “radical” de los morados ante el referéndum unilateral.

Pablo Iglesias y los suyos, mientras tanto, observan con recelo los movimientos del PSOE. En un momento de despegue de Sánchez en las encuestas, temen que las propuestas socialistas sean las que salgan adelante en detrimento de las suyas. En especial, la “comisión para la evaluación y modernización del Estado autonómico”, llamada a abordar el encaje de Catalunya y ser el embrión de una modificación de la Carta Magna. Creada con el visto bueno del PP, el PSOE, Podemos, el PDECat y el PNV, el organismo parlamentario no comenzará a trabajar hasta después del 1-O, pero por el momento todo el protagonismo de la iniciativa ha recaído sobre sus impulsores, los socialistas. Esa escenificación también forma parte del pacto de Rajoy y Sánchez.

La importancia de los titulares

Una de las pocas salidas de tono en este compromiso entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición ocurrió el pasado martes en la Cámara baja. Ciudadanos presentó una proposición no de ley, cuyo valor es solo simbólico, en la que reclamaba que el Parlamento declarase su apoyo a las medidas del Estado en Catalunya. La propuesta contó con el respaldo del PP, como es lógico, pero los socialistas intentaron que fuera más allá y abogase también por una “salida pactada y legal”. Los naranjas no aceptaron la enmienda, argumentando que equivalía a negociar con el “golpista” Carles Puigdemont, así que el PSOE votó en contra de la iniciativa. Fue una apuesta arriesgada. Al rechazarla en lugar de abstenerse, los socialistas provocaron que el Congreso no declarase su apoyo al Estado. La decisión fue criticada por casi todos los medios de Madrid.

“No nos movemos por lo que puedan decir los titulares”, explicó poco después de la votación uno de los más estrechos colaboradores de Sánchez. “Nosotros hemos llegado hasta aquí con los titulares siempre en contra -continuó el dirigente del PSOE, en referencia al posicionamiento de la mayoría de la prensa a favor de Díaz frente a Sánchez en la pugna por el liderazgo del partido-. Y ahora que estamos aquí, muchos de quienes nos apoyaron nos recuerdan que lo hicieron por el ‘no’ a Rajoy. Tenemos que marcar nuestro propio perfil”.

Tras el 1-O, cuando esperan que se abra una etapa de diálogo, los socialistas acentuarán sus diferencias con el PP sobre las medidas a tomar ante esta crisis. Mientras tanto, creen que su actitud les puede servir para continuar ganando terreno a Podemos, cuyas críticas hasta ahora se dirigen solo a Rajoy, no a Puigdemont.

El acento en la contradicción

Los morados, que gracias a su alianza con los ‘comuns’ de Xavier Domènech lograron ser primera fuerza en Catalunya en las dos últimas generales, contemplan con nerviosismo los movimientos de los socialistas, cuya comisión parlamentaria es la única iniciativa política que por el momento ha prosperado. También hay frustración. Domènech propuso en enero la creación de un organismo similar, pero el Congreso lo rechazó con el voto en contra del PSOE, gobernado entonces por una gestora. Así que Podemos intenta ahora acentuar la supuesta contradicción de Sánchez, un líder contra el ‘establishment’ que pacta con el PP. La asamblea parlamentaria de este domingo en Zaragoza forma parte de esta lógica: forzar al líder del PSOE a elegir entre “Rajoy y democracia”. Así, sin matices.