LAS INTERPRETACIONES DEL 'PROCÉS'

Un referéndum, siete versiones

Carles Puigdemont

Carles Puigdemont / periodico

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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En la conversación con un dirigente soberanista sobre su hoja de ruta aparece tarde o temprano una fecha, el 27 de septiembre del año pasado, el día en que unas elecciones dieron al independentismo una de cal y otra de arena. Venció en escaños como nunca, pero no logró la victoria en términos plebiscitarios. Este resultado es el que explica buena parte de los múltiples movimientos tácticos desde entonces. Incluido el "referéndum o referéndum" del 'president' Puigdemont, quien ha logrado superar el 'match ball' de la CUP -tras la debacle de los presupuestos- gracias a que su reinterpretación de la hoja de ruta permite numerosas lecturas.

Una, la de la CUP, que se queda únicamente con la unilateralidad al final del camino, la desobediencia, la decisión del primer 'president' catalán que es independentista desde que era un chaval. Se queda con eso de la "cadena de confianzas" pero estará preparada, con el hacha de guerra a punto, ante cualquier marcha atrás. Pero esto no se podrá verificar hasta junio o julio del 2017. Puigdemont gana tiempo y está convencido de que, mientras, esta vez sí los 'cupaires' le aprovarán los presupuestos porque incluirán partidas para el referéndum. Si finalmente no se celebra y el Govern apuesta por un sucedáneo electoral, los anticapitalistas montarían en cólera; aunque en el sucedáneo de 9-N no lo hicieron.

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Dos, la de quienes en Esquerra y Convergència creen que es posible celebrar el referéndum. En ERC, porque en ello va parte del prestigio de su líder y vicepresidente, un Oriol Junqueras al que Puigdemont ha encargado dirigir el reto junto al titular de Exteriors, Raül Romeva. Los convencidos de que es posible burlar al Estado, entre los cuales en buena parte hay que situar a Puigdemont (pese a que también ha tenido dudas) creen, por ejemplo, que el Idescat de la Generalitat dispone de un censo utilizable en el referéndum diga lo que diga el Estado (otra vía sería usar los datos de elecciones recientes o bien instar a los ciudadanos a registrarse previamente, como en EEUU). Y que tal como afirmó el líder de la ANC, Jordi Sànchez, en una entrevista con EL PERIÓDICO, surgirán funcionarios dispuestos a obedecer voluntariamente a la legalidad catalana. Junqueras fue quien más se indignó, a gritos, cuando Artur Mas dijo en una cumbre en Pedralbes con ERC, ICV y la CUP que no se podía hacer el referéndum y tocaba cambiarlo por un proceso participativo. ERC propuso entrar en el Govern para ejecutar el 9-N sí o sí.

¿LA VUELTA AL "REALISMO"?

Tres, la de los que creen en el espacio convergente que Puigdemont ha logrado, sin que nadie se de cuenta, desvanecer la vía más rupturista y evitar el seguidismo de la CUP. Y es que la hoja de ruta oficial, la de la página 32 de su programa electoral, incluía ya en esta legislatura una declaración de independencia que ha pasado a mejor vida. "Puigdemont ha recentralizado el proceso, ampliando consensos con realismo", se felicita un destacado convergente.

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Cuatro, la de quienes creen que es posible llegar a una tormenta perfecta frente al Estado, que impedirá el referéndum y ello hará encender los focos de alarma en la comunidad internacional. La internacionalización del conflicto es una de las claves que más dirigentes consultados destacan. Es decir, que desde el espacio de los 'comuns' en Catalunya, a parte de la izquierda española y, sobre todo, las cancillerías europeas, intervengan ante el bloqueo del Estado a las puertas de las urnas del nuevo referéndum.

LA VÍA DIALOGADA

Cinco, la de los que siguen sin ver factible un referéndum y confían en que en el último instante se imponga una vía dialogada con el Estado. Es probablemente más un deseo que un pronóstico, porque la situación de los principales actores estatales es de bloqueo (PP) y descomposición (PSOE). Pero Puigdemont también es de los que cree que en julio del año que viene quizás las condiciones en el otro lado del tablero habrán cambiado.

Seis, la de quienes creen que no habrá referéndum, porque una vez más el Estado lo impedirá, y todo conducirá a unas nuevas elecciones en un clima de confrontación máxima y por tanto de excitación independentista. Elecciones de tipo constituyente para que el soberanismo trate de superar la barrera del 50% de votos.

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Siete, la de quien cree que lo más importante es lograr que el espacio de los 'comuns' ayude a volver al terreno del derecho a decidir, que reúne apoyos no del 48% sino del 80%, al menos en esta fase de defensa de la negociación con el Estado de un referéndum vinculante. Algo que abandera Catalunya Sí que es Pot y que se podrá concretar en resoluciones conjuntas en el debate de política general. Entre estos, se considera fundamental acelerar el llamado proceso constituyente, que consiste en dar la voz a la ciudadanía sobre qué país quiere que sea Catalunya en el futuro.

Siete interpretaciones con un común denominador: Nadie es capaz de hacer pronósticos a un año vista porque las variables se amontonan: la negociación de presupuestos con la CUP, la investidura española, la situación interna del PSOE y de Podemos, el juicio del 9N, la evolución de la posconvergencia y sus relaciones con ERC... Así pues, un referéndum, siete versiones y un proceso que ahora va partido a partido.