INVESTIGACIÓN

1-O, el día que nadie aplaudió los goles de Messi

Messi se dispone a marcar uno de sus dos goles al Las Palmas el 1-O del 2017

Messi se dispone a marcar uno de sus dos goles al Las Palmas el 1-O del 2017 / JORDI COTRINA

Albert Guasch

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Cuando faltaba menos de media hora para que empezara el partido, el FC Barcelona emitió un comunicado en el que resolvía el misterio de la mañana: el Barça-Las Palmas se iba finalmente a disputar pese a la corriente social que pedía la suspensión, pero sería a puerta a cerrada. Por primera vez en la historia del club, no habría espectadores en el Estadi. Una medida excepcional en un día totalmente anormal.

Si para alguien fue un día extraordinariamente complejo, “la decisión más difícil de mi presidencia”, llegó a decir, fue para el presidente del FC Barcelona. Jamás podrá olvidar Josep Maria Bartomeu el 1 de octubre del 2017. Tampoco quienes vivieron cerca de él aquella jornada frenética, repleta de presiones, amenazas y conflictos emocionales. 

Aún hoy, cuando se pregunta en las oficinas del club cómo se vivió el 1-O, se resopla como dando a entender que lo visto y escuchado aquel día daría para un libro gordo. No obstante, se asume que al final se adoptó la mejor solución. “La corriente mayoritaria pedía que no se jugara, y habría sido lo más fácil, pero visto con perspectiva, pasado un año, se acertó. La prueba es que el 72% de los socios, según el último Observatori, está de acuerdo con la posición del club respecto a las cuestiones políticas”, defiende una fuente de la entidad.

Intercambio de mensajes

Las crudas imágenes que arrojaban las televisiones desde los centros de votación activó pronto todos los resortes de la institución aquel día. En el grupo de whatsapp que comparten los directivos y altos empleados se fue expresando asombro y estupefacción ante las cargas policiales y enseguida surgieron las dudas sobre las condiciones en que se iba a jugar el partido.

Bartomeu se convenció rápidamente de que el aplazamiento era la respuesta lógica ante el clima de indignación que se vivía en buena parte de Catalunya. “¿A quién le va a interesar este partido?”, se escuchó. Él, acompañado de otro hombre importante del club, se había acercado durante la larga noche a un colegio electoral para llevar pizzas y víveres a varios familiares directos que, como muchos ciudadanos, hicieron guardia ante la eventualidad de una operación policial nocturna. 

Bartomeu, que la noche anterior había llevado pizzas a familiares apostados en centros de votación, buscó el aplazamiento, pero no encontró la complicidad ni de Mossos ni jugadores

Varios directivos, no todos, acudieron a votar por la mañana. Y después se desplazaron al Camp Nou. Allí se fueron encontrando mientras el whatsapp no dejaba de bombear mensajes de uno y otro. Bartomeu se encerró con algunos vicepresidentes en la sala adjunta al palco para pulsar la situación.

Entretanto no dejó de hablar por teléfono con las máximas autoridades catalanas y las instancias deportivas de Madrid. Habló, entre otros, con el ‘president’ Carles Puigdemont, con el conseller de interior Joaquim Forn, con los ‘Jordis’… También con Javier Tebas, presidente de LaLiga, y con José Ramón Lete, presidente del CSD.

El documento de los Mossos

Consiguió convencer a un reticente Tebas de que la situación en Catalunya desaconsejaba la disputa del encuentro. Pero laLiga impuso una condición para el aplazamiento: un documento de los Mossos que explicitara que no podía garantizar la seguridad. El Barça arguyó que había recibido amenazas de invasión de campo. Pero el papel de los Mossos, pese a todos los intentos, no llegó. Recuerdan amargamente desde el club que más tarde la policía catalana anunció que no enviaba agentes al campo del Nàstic, por lo que se aplazó el partido. 

Bartomeu y su directiva se quedaron sin coartada para lograr el aplazamiento mientras las asociaciones soberanistas e influyentes voces empujaron fuerte para impedir que el Barça jugara ese encuentro. Los ‘inputs’ familiares también presionaron en ese sentido. Y hasta los patrocinadores empezaron a preguntar por la posición del club. Y luego se escuchó a los futbolistas. Con el reloj avanzando agónicamente, Gerard Piqué irrumpió en el antepalco y habló con Bartomeu. Acordaron bajar juntos al vestuario -un ascensor une la zona de los directivos y de los futbolistas- y escuchar qué tenía que decir la plantilla.

Reunión con los futbolistas

Se encontraron con que la inmensa mayoría de los futbolistas quería jugar. Algunos tomaron la palabra. Como los capitanes Andrés Iniesta Sergio Busquets. La Liga estaba en juego y no querían perder los tres puntos del partido y arriesgarse a una sanción extra de otros seis. Los pocos futbolistas partidarios del aplazamiento, es decir, Piqué y Sergi Roberto, acataron a la mayoría. 

¿Fue esa reunión determinante para que Bartomeu aceptara que se jugara? “No. Escuchó a todas las partes, no solo al vestuario. El presidente entendía que la decisión final no podía ser unilateral. Pero tampoco podía ser la de jugar con normalidad”, argumentan desde el club. “Cuando les comunicó al final que iban a jugar a puerta cerrada algunos futbolistas no lo entendieron”, añade una fuente. Los más aislados o indiferentes de la realidad que les rodea, se supone.

El FC Barcelona emitió un comunicado a las 15.49 horas, 26 minutos antes del pitido inicial, en el que condenaba que se impidiera “el ejercicio del derecho democrático y la libre expresión de sus ciudadanos” y anunciaba que “ante la excepcionalidad de estos hechos” decidía jugar ante el Las Palmas a puerta cerrada “tras la negativa de la Liga de Fútbol Profesional a decretar su aplazamiento”.

Dos directivos dimiten

Como consecuencia de esa decisión, dos directivos, Carles Villarrubí Jordi Monés, presentaron su dimisión irrevocable. Afuera, pocos aficionados aguardaban ante el Camp Nou a que se abrieran las puertas. Casi nadie en el palco prestó atención al césped, se indica desde la entidad. Otro cosa es en el extranjero. 74 televisiones emitieron el partido para 174 países de todo el mundo. “Cuando decimos que fue la mejor decisión es porque todo el mundo habló de que Messi jugaba en un estadio vacío y obligaba a explicar que algo excepcional ocurría en Catalunya”, señalan.

El partido, por cierto, acabó con victoria azulgrana por 3-0, goles de Busquets y dos de Messi. El equipo canario jugó con una bandera de España cosida para la ocasión. Y Piqué, tras el partido, se desnudó emocionalmente en la zona mixta con una comparecencia lacrimógena. "Ha sido mi peor experiencia como profesional", dijo. “Soy y me siento catalán y hoy más que nunca me siento orgulloso de la gente de Catalunya”, soltó antes de que se le quebrara la voz. Cargó después contra Mariano Rajoy -“un presidente que tiene el nivel que tiene, que no sabe ni hablar inglés”- y juzgó las cargas policiales como “una de las peores decisiones de este país en los últimos 40 años”.

Con los focos del Camp Nou ya apagados, Bartomeu y el CEO del club, Òscar Grau, abandonaron juntos las dependencias del club. Pusieron rumbo a un centro de votación cercano. Y depositaron su papeleta.