Recordando a Pasqual Maragall

Un libro perfila la cara más íntima del 'expresident' a partir de las anécdotas que relatan 40 amigos

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Roger Pascual

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Once años después de que Pasqual Maragall anunciara que tenía alzhéimer, una cuarentena de personalidades han querido esbozar la figura del 'expresident'. Jordi Basté, Mònica Terribas, Joan Clos, Jordi Évole, Eduardo Mendoza y Narcís Serra, entre otros, repasan anécdotas compartidas con el exalcalde de Barcelona para el libro 'Recuerdos. 40 amigos de Pasqual Maragall evocan 40 momentos inolvidables' (RBA). La Fundación Pasqual Maragall, que el político creó para luchar contra el alzhéimer, ha querido conmemorar con esta obra su primera década de existencia.

En el 2008, un año después de que el exalcalde anunciara que le habían diagnosticado esa demencia, Basté le preguntó al exalcalde, fuera de antena, qué era esa enfermedad por entonces poco conocida. "Seguro que te has dejado las llaves dentro de casa en alguna ocasión", le respondió.  "Pues el alzhéimer es dejarte las llaves dentro de casa todos los días". El locutor destaca que con la decisión de Maragall de dar visibilidad a esa dolencia lo que hizo aquel día fue "ponerse, una vez más, al servicio de la sociedad".

La obra esta repleta de vivencias que permiten vislumbrar la figura de un político único, que se hizo célebre por las 'maragalladas'. Montserrat Tura, la que fuera su 'consellera' de Interior, explica que no cree que existiesen esas 'maragalladas': "lo que ocurría es que él se movía en unas coordenadas diferentes a las que se movían los otros". Un buen ejemplo de ello fue cuando se presentó en el aeropuerto de El Prat para coger un avión para ir a la inauguración de la Expo de Sevilla. Josep Miquel Abad, consejero delegado del Comité Olímpico Organizador de Barcelona 92, relata que le vio llegar con el pelo mojado y con un zapato de cada color. Cuando se lo hicieron ver miró a su jefe de protocolo y le preguntó qué pie calzaba. "El 42". "Pues fantástico. Cámbieme los zapatos".

El que fuera su sucesor en la alcaldía de Barcelona, Joan Clos, destaca que pese a la enorme presión que tenía con las organización de los Juegos, Maragall no se la trasladó nunca. "Él te dejaba trabajar. Y esa es una de las cosas que hacen que lo respete enormemente". Tras cederle el testigo a Clos, Maragall se fue a Roma, donde ejerció de profesor un año en un curso que le había organizado a medida Francesco Rutelli, buen amigo y alcalde de la capital italiana. "Un día Pasqual me dijo las famosas palabras: 'tengo una enfermedad. No me acuerdo como se llama, Eisenhower'. En ese momento supe que nunca dejaría, hasta el último día de mi vida, de amar a este hombre irónico, decidido y fantasioso", escribe Rutelli con emoción.

La espontaneidad y desinhibición del protagonista es recurrente en todos los relatos. Queco Novell aún ríe al pensar cómo el Maragall auténtico convenció a su doble del 'Polònia' para cantar villancicos en Navidad en la prisión de Can Brians. Y como, siendo 'president', Maragall se acercó para decirle al oído hasta en tres ocasiones "me imitas fatal".

No es la única vez que le dio por cantar. Mònica Terribas aún se emociona cada vez que recuerda un día en que, cuando el 'president' había abandonado todos sus cargos, quedaron para cenar en el restaurante Set Portes: "solo diré que Pasqual acabó la velada cantando tangos acompañándose con el piano del restaurante". La periodista rescata la última entrevista que le hizo como 'president', en el 2006. "Mostraba la fragilidad de todos los golpes que había reibido pero que también mosptraba que lo había intentado hasta el último momento -evoca-. Es una de esas personas que no sienten rencor. Es una persona franca y la franqueza en política muchas veces se paga cara".

Para Évole la gran virtud es su capacidad de arriesgar, "alguien que va un poco más lejos, incluso cuando los coetáneos puedan tildarlo de loco. Ese tipo de personas que realmente consiguen hacer avanzar una sociedad. Desde luego, un tío que apostó por una mascota como el Cobi es alguien que va a tener siempre mi admiración". El 'Follonero' le ha visto siempre travieso y asegura que "la enfermedad no le ha hecho perder ni un punto de su pillería".