MOTÍN EN EL GRUPO PARLAMENTARIO

La rebelión del sector catalanista agrieta la frágil unidad en el PSC

Imagen de la bancada del PSC en el Parlament, con Jaume Collboni, Maurici Lucena y Pere Navarro en primer término.

Imagen de la bancada del PSC en el Parlament, con Jaume Collboni, Maurici Lucena y Pere Navarro en primer término.

JOSE RICO
BARCELONA

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En la guerra fría, los Estados Unidos y la URSS basaban su estrategia de disuasión en el convencimiento de que si cualquiera de las partes apretaba el botón nuclear, la destrucción mutua estaba asegurada. El tiempo dirá si el botón que dejaron de apretar ayer cinco diputados del sector catalanista del PSC supone el principio de una fractura irremediable en un partido que ha sabido coser hasta ayer, más allá de constantes jirones, sus famosas dos almas. La marejada interna que arrastraban los socialistas desde hace dos años desembocó por primera vez, y en el primer pleno de la legislatura, en un motín organizado en el seno del grupo parlamentario para desobeceder una directriz de la cúpula. El derecho a decidir fue el catalizador de una ruptura que el primer secretario, Pere Navarro, tiene intención de reconducir «con inteligencia y diálogo» para no añadir más leña a un fuego que un buen número de cargos locales y exdirigentes avivaron antes y después de la rebelión.

La disidencia se personificó en los primeros espadas del ala catalanista y unió a la vieja guardia con dirigentes jóvenes. Entre los cinco díscolos estuvieron los dos rivales de Navarro en el último congreso del PSC: el alcalde de Lleida, Àngel Ros, y el impulsor de Avancem, Joan Ignasi Elena. A ellos se sumó laexconselleraMarina Geli, habitualmente crítica con la estrategia de la cúpula, y la exportavoz adjunta Rocío Martínez-Sampere, relegada por Navarro en esta legislatura. La quinta díscola fue Núria Ventura, que lidera la federación de las Terres de l'Ebre. Los catalanistas representan una cuarta parte del PSC (como se constató en el cónclave del 2011), pero Ros, Sampere y Elena forman parte del secretariado -núcleo duro del partido- y de la ejecutiva, en la que también está Geli.

La ruptura empezó a fraguarse el martes, cuando los críticos comprobaron que su defensa dela la declaración de soberanía de CiU, ERC e ICV-EUiA estaba en franca minoría en el grupo parlamentario, y que Navarro no se avenía a otorgar libertad de voto, ni a una abstención que hubiera funcionado como solución salomónica. El último cartucho lo agotaron ayer, en la reunión que debía fijar el sentido del voto. En ella rogaron «encarecidamente» a Navarro, según fuentes asistentes, que reconsiderase unnoque les dejaba alineados con el PPC y Ciutadans. Ante la inflexibilidad, los diputados exploraron la forma menos desafiante de evidenciar su desacuerdo. Se citaron mientras el pleno seguía y Ros, Sampere y Geli almorzaron juntos para rematar la jugada.

PLURALISMO / El cuerpo les pedía un«sícrítico», pero optaron por no votar y respaldar solo el texto del PSC, decisión de la que informaron previamente a la cúpula. «No es un voto de ruptura, sino de pluralismo del partido», justificó Geli. Los diputados tenían listo un comunicado y un manifiesto de apoyo firmado por unos 80 exdirigentes y cargos, como losexconsellersJoaquim Nadal y Montserrat Tura y el líder en el Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Martí. Nadal anunció en Twitter que dejará el consejo nacional, órgano por el que ya no se prodigaba en exceso.

La cúpula del PSC huyó de la reacción en caliente, pero Navarro afirmó en la cadena SER que aplicará el reglamento a los díscolos, a quienes acusó de «no respetar la democracia interna». Sin embargo, el entorno del primer secretario abogaba por rebajar lo antes posibles la tensión y zanjar el tema de forma conciliadora, lo que desaconsejaría, por ejemplo, medidas disciplinarias como la apertura de expediente o la sanción económica, que sí aplicó hace pocos meses a Ernest Maragall.