Así fue la sesión
Rajoy desinfla las expectativas de un pacto 'in extremis' con Mas
Hay dos afirmaciones que el presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy, ha dejado claro a los periodistas que en los últimos meses le han preguntado por activa y por pasiva acerca del órdago soberanista de Catalunya y por su estrategia para hacerle frente. «Yo no pienso pasar a la historia como el presidente que ayudó a romper España» y «este lío no lo he montado yo; lo ha montado otro [en alusión a Artur Mas] y es él quien tiene que buscar una salida». Pues ambas tesis, aunque no estaban recogidas de forma literal en el discurso que ayer pronunció Rajoy ante el Congreso, inspiraron su respuesta a los representantes del Parlament que, en un pleno monográfico dedicado a la consulta catalana, defendieron la transferencia a Catalunya de la competencia estatal para poder convocar un referendo de autodeterminación.
Rajoy, como se esperaba, dio un «no» por contestación a esa propuesta, alegando que «ni la competencia que se demanda es transferible ni el propósito para el que la solicitan es conforme a la ley». «Cualquiera de ambas cosas, a mi entender, choca abiertamente contra la Constitución», puntualizó. ¿Pero fue ese «no» un «no dialogado», que es lo que los populares llevaban días anunciando que iba a hacer el miembro del Ejecutivo que interviniera en el Pleno?. No lo fue. Según los representantes de la Cámara catalana, por falta de voluntad de Rajoy. Según el entorno del presidente, por incorparecencia de quien debía haber sido un interlocutor de su talla, esto es, Artur Mas, que optó por no trasladarse a Madrid. «Ahora vendrá a pedir una reunión, diálogo... ¡pues vaya oportunidad de dialogar con Rajoy y con Rubalcaba ha perdido!, ¡y durante horas!», espetaba ayer un importante miembro del Ejecutivo en los pasillos de la Cámara. En este contexto, no parece que sea posible un pacto in extremis entre los presidentes de España y Catalunya en pro de una salida a la crisis soberanista.
POTESTAD CONSTITUCIONAL / Si habrá o no reunión entre Rajoy y Mas en los próximos días está por confirmarse. O desmentirse. De lo que sí se encargó el jefe del Ejecutivo central fue de desinflar expectativas al respecto, dado que la consulta sigue sobre la mesa pese al no del Congreso. «No se trata de una cuestión de voluntad política, ni de flexibilidad, ni de hallar un punto de encuentro, ni de que cedamos más o menos... No es algo que podamos resolver el señor Mas y yo -aunque hubiera venido- con un café. Aunque tomáramos 500, seguiría faltándonos lo que no tenemos: la potestad que la Constitución nos niega», sentenció Rajoy.
La única alusión que hizo el presidente a una posible vía de salida fue la que lleva a proponer, siguiendo los trámites parlamentarios, una reforma constitucional. «Hay una puerta abierta de par en par para aquellos que no estén conformes con el actual estado de cosas: iniciar los trámites para una reforma de la Constitución», determinó el presidente y líder del PP que, todo hay que decirlo, no comprometió el apoyo popular (indispensable por su peso en las Cortes) a una hipotética modificación de la Carta Magna.
«CON CORDIALIDAD» / El discurso de Rajoy, muy correcto en las formas -«voy a explicarme con toda cordialidad», llegó a decir-, no incluyó propuestas. Solo argumentos legalistas y «sentimentales». Hubo puntos coincidentes con la intervención de Alfredo Pérez Rubalcaba, líder de la oposición (con el que habló el domingo sobre los detalles del pleno), hasta el punto de que hubo miembros del Ejecutivo y de la bancada popular a los que se vio aplaudir al dirigente socialista y de quien alabaron, algo inusual, su intervención.
Pero, pese a las coincidencias, hubo dos diferencias claras y notables ayer entre Rajoy y Rubalcaba: el primero obvió con toda intención la reforma del Estatut catalán que se produjo hace unos años y la polémica estrategia que, por aquel entonces, desplegaron los populares, que terminó con un tijeretazo del Tribunal Constitucional al texto estatutario a raíz del recurso presentado por el PP. El secretario general del PSOE sí abordó esa cuestión y, además, insistió en que hay que atreverse a promover una reforma constitucional, en clave federal, para reconducir la situación con Catalunya, saliendo del inmovilismo.
El presidente , por su lado, habló de escuchar. De diálogo. Recomendó que se le pidan cosas que estén «dentro» de la ley y mencionó incluso su «amor» por una Catalunya que, a su juicio, no está sometida a una «hipotética historia de agravios» o de «opresión», ni ve perseguida su lengua. El portavoz del PP, Alfonso Alonso, avisó a CiU de que ERC le come terreno e invitó también a dialogar. Pero no sobre la consulta.
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