CONSECUENCIAS DE LA CONFESIÓN DEL FUNDADOR DE CiU

Pujol deja de ser honorable

Jordi Pujol, en el acto institucional en el que el 'president' José Montilla le impuso la Medalla d'Or de la Generalitat, el 11 de septiembre del 2007.

Jordi Pujol, en el acto institucional en el que el 'president' José Montilla le impuso la Medalla d'Or de la Generalitat, el 11 de septiembre del 2007. / ARCHIVO / RICARD CUGAT

FIDEL MASREAL
BARCELONA

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Compasión es, según el diccionario, el sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias. «Compasión» es, junto a «pena» y «dolor inmenso», las palabras que usó ayer el presidente de la Generalitat, Artur Mas, para definir sus sentimientos con respecto a Jordi Pujol, a quien ha despojado -de mutuo acuerdo- de su distinción de Molt Honorable, y de todas sus prerrogativas como expresident y sus cargos honoríficos en Convergència i Unió.

Mas buscó ayer un espacio propio, entre la firmeza en las decisiones y el respeto a quien le situó donde está, a su padre político. Compareció solo en la Galeria Gòtica del Palau de la Generalitat, reservada para las grandes ocasiones. El portavoz del Govern y el equipo de comunicación estaban presentes. Gesto y tono graves de Mas a la hora de desgranar las decisiones. Pujol renuncia a su oficina de expresident y a su sueldo, unos 82.000 mil euros anuales, y también deja de ser presidente fundador de CDC y de CiU. Es más, el viernes ya le comunicó a Mas que no acudirá a ninguna reunión más del partido que fundó en 1974.

TODA LA VIDA POR CATALUNYA / Anunciadas las medidas, el president fue indulgente. Evitó concretar el contenido de las dos conversaciones (la del viernes y la última, de anteayer por la noche) con su predecesor, eludió bucear en las cantidades económicas que hay detrás del engaño y tampoco se sumó a la petición de una comisión de investigación en el Parlament. La Cámara catalana decidirá, pero aventuró que, «ante la apertura de un proceso judicial, lo lógico es que la familia Pujol priorice la declaración ante los tribunales».

«Supongo que no todo el mundo comprenderá lo que diré: Pujol ha trabajado toda la vida por el país, que ama mucho, más allá de los fallos y las debilidades, quiere seguir ayudando», afirmó Mas, que recibió aplausos de los suyos por el tono empleado. Y por asumir públicamente que estas decisiones sobre Pujol son las que más le han «golpeado», en toda su carrera política. «El dolor es muy grande. Cuando pase el tiempo la figura de Pujol tomará medida, con grandes aciertos y aportaciones», dijo sin perder la serenidad.

Mas ha trazado un cortafuegos. Y evitó descalificaciones como las usadas ayer por el alcalde de Barcelona y estrecho colaborador fiel de Pujol durante años, Xavier Trias. En Catalunya Ràdio, el alcalde habló del expresident como un «lastre» e, incluso, afirmó que se había convertido en una «sombra» para Mas. El president se quitó de encima este tono tan cortante: «Hace más de 10 años que no tomaba decisiones importantes, ni en CDC ni en CiU. Las hemos tomado los que veníamos después. Han sido etapas diferentes». Ese es el cortafuegos de Mas. Queda por ver si coincide con la «refundación» que reivindica el nuevo número dos convergente, Josep Rull. Esa, sin duda, será una de las claves a medio plazo: las actuaciones de CDC para superar etapas. Rull es contundente, y ya define tres ámbitos de trabajo: regeneración democrática, apuesta por la justicia social y apoyo sin matices a la vía independentista.

Mas trabajó sus acuerdos con Pujol discretamente. Y se guarda para sí las dos conversaciones mantenidas. La primera, el viernes a las ocho de la mañana, cuando el expresident le informó de la confesión y se comprometió a no volver a poner los pies en CiU. La segunda, la noche del lunes. «Prefiero no hacer comentarios públicos, son cosas muy personales e íntimas», reivindicó. Se sabe poco de Pujol, más allá de que su abatimiento es total.

El president prefirió quedarse en este ámbito general. No buceó en todo lo que Pujol debe dejar. Esta tarea la contestó, no sin incomodidad, el conseller de Presidència y portavoz del Govern, Francesc Homs, también visiblemente afectado.  Homs confirmó que Pujol dejará de ser considerado Molt Honorable, y que también perderá la Medalla d'Or de la Generalitat, que el president José Montilla le entregó en el 2007. «La decisión lo incorpora todo, si quieren hacer todo el listado, háganlo», respondió.

Y cuando le preguntaron cómo se siente tras haber estado durante años al lado de Oriol Pujol, se revolvió: «Si pretenden que esta rueda de prensa sea una exhibición de mis sentimientos personales... comprenderá que me lo pueda reservar para mí. Buena cara no hago, ¿verdad que no? Si quieren exhibicionismo, no participaré en ello, pido respeto para todos».

LA HOJA DE RUTA SIGUE / El otro frente a abordar era el que va más allá de las fronteras de CiU: el proceso soberanista. Mas respondió con una defensa de los valores colectivos por encima de los individuales: «El país pasa por delante de cualquier persona, la colectividad vale más», proclamó. «El país sigue adelante, con fortalezas y activos, la hoja de ruta está definida y consensuada».

Esa hoja de ruta le llevará hoy a la Moncloa, en una cita que, sin duda, estará marcada por el caso Pujol. Pero Mas tiene un plan trazado y ni puede ni quiere dar marcha atrás. Al contrario, nombramientos como el de Rull (admirador de Pujol pero generacionalmente alejado de toda una época y manera de hacer política) así lo demuestran.