Rajoy, inquieto por las muestras de división en el PP

Cospedal, Rajoy y Martínez-Maillo, ayer en el comité ejecutivo nacional del PP.

Cospedal, Rajoy y Martínez-Maillo, ayer en el comité ejecutivo nacional del PP.

IOLANDA MÁRMOL / PATRICIA MARTÍN / MADRID

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Mariano Rajoy no levanta cabeza. Está convencido de tener la legitimidad de las urnas y de haber hecho todo lo que estaba en su mano para ser reelegido, pero el ‘no’ del PSOE bloquea su investidura. A ello se une el incendio generado por el ‘caso Soria’. Al presidente, según fuentes del PP, no le inquieta demasiado el escándalo en sí ni la torpeza con la que se ha manejado el intento de promocionar al Banco Mundial a José Manuel Soria, que dimitió por su relación con ‘los papeles de Panamá’. Cree que con la renuncia de este, una vez que Luis de Guindos pase el trago de comparecer en el Congreso, todo quedará zanjado. Lo que verdaderamente le incomoda es constatar cómo su partido, que normalmente cierra filas cada vez que su liderazgo se ve cuestionado, se ha levantado en armas.

Una de las principales fortalezas de Rajoy es precisamente tener tras de sí un partido unido, que funciona como una falange macedonia, con dirigentes disciplinados. Según fuentes de su entorno, el presidente no duda de que el apoyo se mantenga, pero le irrita y le preocupa que en un momento crítico dirigentes de su partido se haya atrevido a discrepar públicamente de su decisión.

UNA COYUNTURA CRÍTICA

La coyuntura tiene mucho que ver con que en La Moncloa se haya encendido la “alerta roja”, según la interpretación de un dirigente conservador. El escenario es de una gran incertidumbre, con un otoño complicado para el PP porque se enjuician varios de sus casos de corrupción; las elecciones vascas y gallegas a la puerta de la esquina (el 25 de septiembre) y la previsible apertura de una nueva fase en la política española donde las estrategias de los partidos aún están por escribir, en función de la lectura estatal del resultado autonómico. El presidente teme que, pasados los comicios, el PSOE le pida su cabeza a cambio de su abstención y en ese contexto le inquieta que el partido pueda mostrar grietas.

“Para él la división es la muerte en este contexto. Necesita más que nunca transmitir la imagen de un partido rocoso”, argumenta otro conservador. De hecho, consciente de la importancia de transmitir unidad, Rajoy convocó al comité ejecutivo del PP al día siguiente de perder la investidura. Buscaba exhibir fortaleza tras sufrir una derrota significativa, la de un presidente que pierde la confianza de la cámara, aunque esta ya no sea de mayoría popular. Pero ese respaldo quedó desdibujado porque a las puertas del cónclave algunos barones comenzaron a marcar distancias con la designación de Soria, que Economía comunicó con nocturnidad justamente tras el debate parlamentario. Al principio las críticas eran disimuladas pero con el paso de los días, y al conocerse que fue un dedazo y no en un concurso de méritos, los desmarques fueron a más.

EL FUEGO CRUZADO EN LA MONCLOA Y EL PP

Además la polémica no se zanjó, como Rajoy preveía, con la renuncia forzada de Soria. Después ha continuado un fuego cruzado entre el PP y el Gobierno y las distintas facciones que, en un enfrentamiento latente, conviven en La Moncloa. Así, ciertas voces empezaron a culpar a Guindos de no haber ofrecido toda la información sobre el proceso al presidente, lo que provocó que este defendiera que el nombramiento fue técnico y no político. Es decir, el titular de Economía como chivo expiatorio. Ante ello, las miradas en el partido se dirigen hacia Soraya Saénz de Santamaría y sus afines (Cristobal Montoro o Fátima Báñez), enfrentados al grupo de ministros denominado G-8, en el que militan Soria y Guindos. Pero hay quien también ve manos negras en el PP, dado que el titular de Economía no pertenece a sus filas. O en la Secretaria de Estado de Comunicación, que sugirió que la elección se difundiera justo cuando Rajoy perdió el examen parlamentario.

Las teorías son variadas pero para acabar con la imagen de descontrol el presidente reúne el lunes a sus diputados y escenificará el miércoles su apoyo al ministro. Justo en la semana en que La Moncloa quiere que Guindos dé explicaciones al Congreso, para cerrar el amargo episodio lo antes posible.