BATALLA INTERNA EN LA FUERZA MORADA

Errejón pide paz y el pablismo le acusa de "hostigamiento daniño"

Pablo Iglesias, Íñigo Errejon e Irene Montero en el Congreso de los Diputados.

Pablo Iglesias, Íñigo Errejon e Irene Montero en el Congreso de los Diputados. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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Crece la inquietud entre la dirección de Podemos por los efectos erosionantes que, admiten, tiene el bucle de acusaciones en el que están atrapados, pero a diferencia de las crisis anteriores, esta vez la consigna de paz interna solo parece llegar a una parte. Los afines a Íñigo Errejón pidieron este martes calma y exhibieron un perfil conciliador para no alimentar un incendio que, están convencidos, puede desmovilizar a unos simpatizantes ilusionados con un partido que presumía de esquivar los vicios de la vieja política. Su bandera blanca no hizo recular a los pablistas. Los dirigentes afines a Pablo Iglesias salieron a defender su controvertida campaña navideña contra el secretario político y la justificaron bajo el argumento de 

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que deben proteger al líder de un "hostigamiento" que tachan de "dañino" y que atribuyen a Errejón y su entorno. En disputa, el significado que ambas facciones atribuyen al concepto "unidad" y cómo la amenaza de fractura se ha convertido en un arma arrojadiza.

La nueva advertencia a Errejón vino de la mano de la jefa de Gabinete de Iglesias, Irene Montero, quien sugirió que el estratega se ha acabado sumando al ataque de las élites contra el jefe podemista para destruir el proyecto. "Voluntaria o involuntariamente hay compañeros que con sus actitudes y calificativos han conseguido continuar con ese hostigamiento", acusó, para señalar tanto a Errejón como a Tania Sánchez, exdirigente de IU que se incorporó a Podemos bajo las filas de Iglesias pero viró a tesis transversales y ha criticado el estilo de liderazgo del secretario general. Montero insistió en que la conducta de los errejonistas es "dañina", les afeó que expresen sus discrepancias en la prensa, pidió el cese de hostilidades y, a continuación, avisó de que los

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simpatizantes les harán pagar su actitud. "No se puede utilizar los medios para atacar a los compañeros. La militancia lo va a castigar", advirtió. Y dijo desear que se pueda "volver al debate fraterno".

NEUTRAL O DE PARTE

El otro dirigente que ha estado en el centro de las críticas por impulsar la campaña contra Errejón, Pablo Echenique, negó haber utilizado su cargo como secretario de organización, que le exige neutralidad, para favorecer a Iglesias. Argumentó que aunque no fue una ofensiva bella, era necesaria. "No fue bonito, mucha gente nos lo dice y estoy de acuerdo, pero tenemos que apuntar las cosas que sirven para dividir una formación política”, razonó, para insistir en que el secretario político no debería haber opinado en Twitter sobre la destitución del portavoz en la Asamblea de Madrid, el errejonista José Manuel López. El nuevo secretario general madrileño, el pablista Ramón Espinar, y su dirección decidieron su cese el pasado viernes, cuando horas antes este le había negado que fuera esa su intención. La amenaza sobrevolaba desde la campaña autonómica, en octubre, como moneda de cambio para los anticapitalistas, que apoyaron a Espinar, y que ahora se quedan con el cargo.

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LA REUNIÓN PENDIENTE

El agraviado evitó echar más gasolina al fuego. Se limitó a decir que no le han comunicado los motivos de su destitución y a pedir que el debate se haga desde la serenidad. La portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, evitó elevar el tono y solo matizó que la unidad no implica que no se expresen disentimientos en público. "Una organización unida no significa uniforme en la que todos repetimos como un mono lo mismo", explicó. Preguntada sobre la campaña contra Errejón volvió a decir que le parece un error. "Fue una campaña impropia. No estuvo bien que dirigentes nacionales tomaran parte. Creo que son conscientes y espero que no lo vuelvan a repetir", señaló.

Latiendo bajo los argumentos de las dos facciones está la disputa por el concepto de unidad. Los errejonistas creen que el pablismo está empleándolo como amenaza para enmarcar el debate del congreso estatal de Podemos (que se celebra en febrero) bajo el riesgo de ruptura para eclipsar el debate determinante: de cuál es el rumbo político (transversalidad o radicalidad) y cómo lograr una estructura más democrática del partido que limite los poderes de secretario general.

Ambas familias asumen que hasta después de fin de año Iglesias y Errejón no afrontarán la reunión que tienen pendiente para decidir si concurren juntos o presentan proyectos alternativos en el cónclave. Con tal clima de tensión en plenas navidades nadie tiene grandes esperanzas en un acuerdo que cada día parece más utópico que factible.