Barberá reabre las fracturas en el PP mientras Rajoy calla

Maria Dolores de Cospedal

Maria Dolores de Cospedal / periodico

PATRICIA MARTÍN / MADRID

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La decisión de Rita Barberá de desafiar a Mariano RajoyMariano Rajoy y mantenerse en su escaño volvió a abrir este jueves la herida que aqueja al PP por las diferencias entre los partidarios de la mano dura contra la exalcaldesa, para escenificar que el partido pasa al fin página de la corrupción, y aquellos dirigentes, más cercanos a la valenciana, que la siguen protegiendo, apelando a la presunción de inocencia. Entre ellos destacó la número dos del PP, Dolores de Cospedal, pese a que, dada su cargo, marca doctrina y es un referente de la posición oficial de los populares.

Cospedal, mano derecha de Rajoy y pieza clave en el pulso que el partido ha mantenido con Barberá desde que el Supremo la dejó a un paso de la imputaciónimputación (y que se ha saldado con una baja voluntaria del PP, pero sin renunciar al acta), se puso del lado de la exregidora al reclamar “un mínimo de respeto a la presunción de inocencia” y al justificar que siga en el Senado. “¿Conoce a muchos ciudadanos que sin haber ido a declarar por aportar 1.000 euros tengan que dejar su escaño? Yo, no”, afirmó, en línea con la estrategia de defensa de la exregidora, que mantiene que con esta aportación no contribuyó al blanqueo de dinero. Para la secretaria general, Barberá hizo que considera mejor "para los intereses generales, para el PP y para poder defender su inocencia".

Estas reflexiones causaron sorpresa en las filas populares, porque rompieron con la tónica de firmeza mantenida por vicesecretarios, barones y algún ministro, que desde primera hora reclamaron a Barberá que deje el Senado, donde la exalcaldesa, al pasar al grupo mixto, cobrará 2.300 euros más al mes. El PP, por su lado, se unió a la oposición para que Les Corts soliciten a la senadora por designación autonómica su escaño, en un gesto más simbólico que efectivo porque la ley impide la revocación.

El popular más duro fue Javier Maroto, quien consideró que la valenciana no ha mostrado “dignidad” al final de su carrera. Al mismo tiempo, subrayó que con su enroque está haciendo “daño” al partido y al Senado y que mantiene su acta exclusivamente para “disfrutar del aforamiento”. Luis de Guindos se unió al coro de críticos (pese al escándalo que generó la decisión de su departamento de promocionar a José Manuel SoriaJosé Manuel Soria al Banco Mundial).

LAS INTERPRETACIONES

Fuentes del entorno de Cospedal atribuyen su tono suave a que, debido a su posición, “debe medir sus palabras” y “dar una imagen de neutralidad”. Pero en el partido se manejan más interpretaciones, como que la secretaria general, al ver la dureza de sus compañeros, prefirió hacer de ‘poli bueno’, para no enojar más a Barberá. Eso sí, fuentes de la dirección garantizan que Rajoy no ha pedido a su equipo que se repartan los papeles, por lo la interpretación más  extendida es que su número dos actuó ‘motu proprio’. También hay quien recuerda que Cospedal y Barberá han sido durante años amigas y quizá por ello la primera haya querido ser más moderada.

Fernando Martínez-Maillo, el otro encargado junto a Cospedal de la negociación estos días con la exalcaldesa, reveló, de hecho, que con la valenciana hubo “tiras y aflojas”, “se juntó lo humano y lo político” y la resolución ha sido “dolorosa” tanto para ella como para el PP. El vicesecretario de organización sugirió que desde el primer momento el partido buscó que soltara su acta y, ante la negativa, tuvieron que amenazarla con expulsarla, lo que motivó que ella diera un paso atrás, pero a medias.

EL SILENCIO DEL PRESIDENTE

Asimismo ratificó la información publicada por EL PERIÓDICO sobre que Rajoy no descolgó el teléfono para convencer a su vieja amiga, como sí hizo para reclamar a Soria que renunciara al cargo. El silencio del presidente está contribuyendo además a que la imagen de división persista en sus filas. Y llueve sobre mojado, dado que la semana pasada el malestar en el PP con el ‘caso Soria’ fue uno de los detonantes para que este diera marcha atrás.

Los populares ansían cerrar este nuevo episodio, y aún más los candidatos gallego y vasco, que en 10 días se examinan en las urnas. Pero la tensión provocada por el ‘terremoto Barberá’ es tan fuerte que, de momento, no se muestran capaces. Solo hubo completa coincidencia en subrayar que la baja de Barberá no se debe al pacto con Ciudadanos, como el partido naranja se arroga, el mismo día en que Albert Rivera endureció el tono y pidió a Rajoy que demuestre su “liderazgo” y exija a Barberá su escaño.