El Parlament desafía al Constitucional en un clima de tensión

PLE DEL PARLAMENT

PLE DEL PARLAMENT / periodico

XABI BARRENA / BARCELONA

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Y al final se decidieron. Tras cuatro años de amagos, de convocatorias de referéndums rebajados posteriormente con agua y de varias resoluciones a cuál más soberanista, pero que inmediatamente quedaban en el cajón, el independentismo ha desafiado abiertamente este miércoles en un tenso pleno del Parlament al Tribunal Constitucional, pilar del Estado. Un desafío muy simbólico, no solo porque el sol salga el jueves a la hora prevista, sino porque, además, la modificación de la hoja de ruta que insinúa solo vendrá fijada definitivamente por la cuestión de confianza a Carles Puigdemont que se celebrará, por cierto y según ha anunciado el mismo ‘president’ casi de rondón el próximo 28 de septiembre.

El Parlament ha debatido en el pleno y ha ratificado las conclusiones de la comisión de estudio del proceso constituyente, pese a la interlocutoria del Constitucional que, de manera preventivalo prohibió exproceso. Hasta ahora el TC había actuado ‘a posteriori’ y siempre se le había obedecido. Prohibió la consulta del 9-N y Artur Mas lo rebajó a proceso participativo, y solo la voracidad del PP, que buscó el triunfo por goleada, le ha dado épica, mediante la judicialización e imputación de los responsables, a un episodio que bien podría haber ocupado un lugar de mérito, eso sí, al lado de las sucesivas ‘vías catalanas’.

Esta vez, no. Esta vez, Junts pel Sí, que es tanto como decir el PDC (porque ERC siempre se ha mostrado más dispuesta a desobedecer), no ha actuado de freno. El cambio de Mas por Puigdemont y de CDC (y su cúpula) por el PDC (con la suya) deben de haber jugado, por lógica, algún papel.

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La CUP ya tiene lo que tanto anhelaba. Un acto de desobediencia. No es gran cosa.Son unas conclusiones de una comisión parlamentaria, pero es mucho más de lo que hasta ahora había sucedido. Algo con lo que poder afrontar una negociación por la cuestión de confianza que sí o sí solo puede acabar en un acuerdo y en perfilar un nuevo 9-N original, un referéndum de autodeterminación unilateral.

El Gobierno ha reaccionado de inmediato. Llamada del presidente en funciones al resto de líderes nacionales (Pablo Iglesias incluido) e interposición de un recurso de ejecución el viernes tras el Consejo de Ministros. El listón elevado en episodios anteriores da poco margen que no sea la acción contundente ante un comportamiento, según la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría,  “contumaz” de las instituciones catalanas. Para empezar, lo del grupo propio del PDC en el Congreso y en el Senado ha quedado en suspenso.

SESIÓN MOVIDA

En el hemiciclo del Parlament, la sesión fue movida y a veces tensa. El bloque independentista ha actuado de modo granítico, mientras que en la oposición ha chirriado que hubiera cierta unidad de mensaje y disparidad en la respuesta dada. Hubo más preocupación por ubicarse en solitario respecto al resto que por combatir lo que Ciutadans, PSC y PP coincidieron en señalar como un "ataque al Estado de derecho".

El paradigma del tacticismo fue Sí que es Pot. El 'colauismo' sin Ada Colau que representan es mucho menos soberanista que el que incluye a los ‘comuns’. Por tanto, ninguna concesión al independentismo. Y eso que las 'cuperas' Anna Gabriel y Gabriela Serra se fueron, al inicio del pleno, hasta el escaño de Lluís Rabell, para pedirle ayuda.

Adscribirse al núcleo que forman, sobre todo, Ciutadans y PP, y al que 'hace la goma', en argot ciclista, el PSC, no forma tampoco parte de su relato. Así, Sí que es Pot fue el único partido de la oposición que no participó de la primera votación (la admisión en el orden del día del debate y voto de las conclusiones) y el único que votó (en contra), en la ronda definitiva. El PSC hizo el contrario, con los mismos argumentos que el PP y Ciutadans, pero planteados de manera más suave. Los de Inés Arrimadas y Xavier García Albiol además, se ausentaron del hemiciclo en la segunda votación, por aquello de no ser ni cómplices ni testigos de lo que ellos entendían que era un desmán. Iceta ha criticado que se buscara el choque a toda costa y ha afirmado que, ‘de facto’, se estaba derogando el Estatut.

LA LITURGIA DEL DESAFÍO

La sesión ha contado con su liturgia: “Señor Turull, ¿por qué me pide la palabra?” ha preguntado Carme Forcadell al diputado demócrata, como si no supiera qué iba a pasar. Turull pidió la inclusión en el orden del día de las conclusiones. La CUP le secundó. Forcadell, entonces, por consejo de los letrados, ha repreguntado a Turull y a Anna Gabriel si estaban seguros.

A partir de aquí, más de 10 intervenciones. Apelaciones a los regímenes totalitarios (de Ciutadans y el PP) y recordatorios del alzamiento fascista de 1936 (por parte de la CUP). Comparaciones con la Venezuela de Nicolás Maduro, por parte de García Albol, que se permitió el lujo de amenazar a los líderes independendistas: “Esto no les va a salir gratis. Auguro una reacción pronta” dijo.

Albiol, como Arrimadas, señaló con el dedo a Forcadell, por no “impedir”, como le mandaba el TC, la discusión sobre el procés’. Esta se refugió en que la modificación era a petición de los grupos, no de la Mesa. Llega agosto y el verano. Empieza el siguiente episodio: 'La cuestión de confianza'.