LOS ALCALDES DEL 26-M

Montserrat Venturós: "No pasaría nada por desarrollar más acciones de desobediencia"

Montserrat Venturós, alcaldesa de Berga.

Montserrat Venturós, alcaldesa de Berga. / MARC VILA

Manuel Arenas

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Tras meses inhabilitada por no descolgar la 'estelada' de la fachada consistorial, Montserrat Venturós (Berga, 1985) fue reelegida el pasado 26 de mayo alcaldesa de Berga, municipio donde la CUP (8 concejales, por 6 de JxCat, 2 de ERC y 1 del PSC) cosecha una de sus 19 alcaldías catalanas desde que en el 2011 desterró a la antigua CDC. Venturós, que vuelve dispuesta a "desarrollar más acciones de desobediencia", reconoce que tiene por delante el reto mayúsculo de sanear una administración tan endeudada que llegó a estar "arruinada".

¿Se esperaba su reelección?

Personalmente, no me esperaba este resultado electoral. Preveíamos un empate, como en las anteriores elecciones, pero esta diferencia de 1.000 votos con la segunda fuerza fue una sorpresa mayúscula. 

¿Por qué se volvió a presentar?

La situación personal no me acompañaba y me costó gestionar el no acatamiento [a la inhabilitación], pero hablé con Jordi Cuixart y me dijo que, por mucha pereza que diera, tocaba hacerlo. Ahí renació mi responsabilidad militante, pero si fuera una decisión meramente personal, seguramente no estaría aquí. Queremos darle la vuelta a la historia de Berga: en dos mandatos se ha podido apartar a la derecha del ayuntamiento.

¿Cómo valora que en su investidura el concejal del PSC se abstuviera y dijera que Berga "habló claro" el 26-M?

Entendí que era algo dicho desde la humildad y la sinceridad. Hace poco, el concejal socialista me preguntó: "¿Yo supongo una línea roja como regidor del PSC?". Le contesté: "Usted no es nunca una línea roja a partir de unas siglas; lo será cuando quiera privatizar el hospital o cuando no quiera remunicipalizar el agua".

¿Mantiene que "nunca pactaría con partidos del 155"?

Yo pactos programáticos puedo hacer con quien quiera. Quizás pasado mañana tengo que pactar algo con PSC, ERC o Convergència. Ahora bien, en gobiernos siempre he creído que debíamos ir solos. Eso sí, creo que es muy positivo que no haya mayorías absolutas. Sé que soy un poco especial y que quizás no responda al perfil de la CUP o lo que sea [ríe].

Del 2007 al 2019 la CUP ha pasado en Berga de 2 a 8 concejales. ¿Por qué?

Hicimos mucho trabajo en la oposición y también hubo cierto acomodo de los grupos que gobernaron muchos años. La CUP fue algo fresco, novedoso, joven, y eso ha animado a la gente.

Ha dicho que está dispuesta a volver a hacer "acciones de desobediencia implícita".

Cuando lo de la 'estelada', todo el mundo tenía clarísimo que me personaría en el juzgado, pero yo en casa pensé: "¡No puedes hacerlo, no puedes hacerlo!", porque ir allí es acatar directamente. Si Berga decide tener una 'estelada' en el ayuntamiento, yo no tengo legitimación para quitarla. Y por mí no pasaría nada por desarrollar más acciones de desobediencia, que es una praxis política contra cosas que coartan derechos y libertades.

¿Cuáles son los retos de Berga para este mandato?

El desarrollo económico, la cesión del hospital comarcal a la Generalitat, la remunicipalización del agua (que actualmente estamos haciendo una auditoría) y, sobre todo, acabar de reducir la deuda, que cuando entramos era de unos 20 millones y se han reducido a 11.

Su concejal de Hacienda llegó a decir que el ayuntamiento estaba "arruinado".

Esa era la palabra. Había días de no poder pagar nóminas. Cuando entramos, nos encontramos con 2,8 millones de facturas impagadas. Y todavía estamos pagando 2,5 millones anuales a los créditos ICO, una estafa brutal con intereses ilegítimos. Eso en 2023 se habrá acabado y esos 2,5 millones, que los que estaban antes se estuvieron gastando o no sé qué hacían, serán fondos para destinar a la ciudad, pero queda mucho todavía.

¿Cómo vive la percepción ciudadana sobre la independencia?

Berga es muy explícita: es una ciudad claramente independentista, pero también hay quien no lo ve claro o tiene dudas. Completamente lícito y lógico. Yo voy a veces a hacer el vermú y también estoy con gente que 'raja' del independentismo. Aun así, y este es un concepto un poco comunista, a nivel de clase, sean independentistas o no, todos tienen muy claro que son clase obrera y que los están pisoteando.

Usted habla de "abrir" La Patum. Un lector le recriminaba haberla politizado en La Patum.una carta.

Que cada comparsa define lo que quiere hacer y debemos respetarlo. Algunas nunca se han definido políticamente. Otras sí y quieren llevar la 'estelada', y evidentemente el ayuntamiento no lo prohibirá. Berga es un pueblo nítidamente independentista. Una comparsa, la Guita Grossa, cada vez que canta el 'Cant dels Segadors' se pone en medio de la plaza, pero no hay ningún problema, ¿no? Es el himno del país; es el himno de la comunidad autónoma, si lo quieres decir así.

Para acabar, ¿cuál es su experiencia como primera mujer en la alcaldía de Berga? He leído que ha sufrido experiencias machistas.

Sí, sí, pero mucho. Te das cuenta cuando hablas con otras alcaldesas y dices: "Es del PSOE y está viviendo lo mismo que yo". No es una cuestión ideológica, sino de género. Desde que por la calle me llamen "mala puta", pasando por actitudes de otros concejales, hasta un militar que me envió una carta diciéndome que tenían que violarme y matarme. Eso no se lo han dicho a ningún concejal hombre. Un día, un medio publicó una viñeta de un compañero usándome como un títere. ¿Perdona? ¡Soy la alcaldesa! No por la 'auctoritas', sino porque soy persona.

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