LA ENDIABLADA INVESTIDURA

El (pen)último sudoku de Puigdemont

Retrato de Carles Puigdemont

Retrato de Carles Puigdemont / AFP / LLUIS GENE

Jose Rico

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Desde que patentó el 'procés', de lo que pronto hará un sexenio, el independentismo siempre ha demostrado una encomiable capacidad de resiliencia. Cuando parecen acorralados por las acometidas del Estado o por su propia turbulencia interna, los actores secesionistas consiguen escabullirse mediante un quiebro muchas veces imprevisto que les permite mantener la épica de la resistencia. El laberinto en el que se hallan ahora Carles Puigdemont y Junts per Catalunya es el último ejemplo. Contra el reloj de la investidura, que se parará el 22 de mayo, deberán deshojar una margarita cuyos pétalos esconden muchos dilemas entrelazados.

¿Investidura antes del 14-M?

El depuesto expresidente de la Generalitat se acaba de postular de nuevo para ser reinvestido antes del 14 de mayo, pese a tener decidido una semana atrás que no lo haría. Con este gesto de resistencia satisfizo a los sectores que le reclaman aguantar el pulso y, si es necesario, desobedecer al Tribunal Constitucional (TC). No es casualidad que el nuevo órdago llegase a las pocas horas de que la ANC le empujase en esa dirección, aunque no es menos cierto que en la decisión pesaron mucho más dos disyuntivas internas: la falta de acuerdo sobre quién debe ser el candidato efectivo y la tentación que mantiene Puigdemont de forzar unas nuevas elecciones.

En cualquier caso, la reforma de la ley de la presidencia para 'legalizar' una investidura a distancia será previsiblemente suspendida en pocos días. La portavoz de JxCat, Elsa Artadi, ha deslizado este domingo una triquiñuela difícil de ejecutar: "Entre que la ley se publica, entra en vigor y eventualmente queda suspendida hay una ventana de oportunidad que es la queremos aprovechar para investir al 'president'". Pero este plan tiene varias lagunas. En virtud del artículo 155 de la Constitución, la publicación de leyes en el 'DOGC' está ahora en manos del Gobierno central, que podría frenar el trámite hasta que el Gobierno materialice el recurso este mismo lunes y los magistrados del TC, que tienen pleno el martes, suspendan la norma.

¿Desobediencia?

Aunque del cónclave de Berlín salió lo que podría entenderse como un desafío al Estado (la candidatura inviable de Puigdemont), los posconvergentes dejaron el terreno abonado para desechar cualquier pulsión rupturista. Dijeron a las claras lo que nunca antes habían dicho tan claro: que podría haber un 'plan d', un aspirante sin máculas judiciales que pudiese pasar el filtro del 155. Además, el hecho de que la ley de la presidencia embarranque en breve podría ahorrar líos judiciales al presidente del Parlament, Roger Torrent, y a la Mesa de la Cámara, que hasta ahora han esquivado toda decisión que pudiese colocarles en el disparadero.

De hecho, ERC quiere saber ahora cómo se las ingeniará el 'expresident' para ser investido sin cruzar ninguna línea roja, y sospecha de que JxCat pueda haber activado una táctica envolvente contra ellos. Puigdemont sitúa a los republicanos ante la tesitura de la desobediencia justo cuando el partido de Oriol Junqueras acaba de poner negro sobre blanco su voluntad de contrición respecto de la fracasada vía unilateral. Reclaman con urgencia un Govern efectivo y modulan sus ansias secesionistas en pos de una mayoría social más amplia y del final del 155. Ese es el recado que, entre líneas, Junqueras ha enviado este domingo a JxCat desde la cárcel de Estremera: "No hay ningún republicano del mundo que deje sus instrumentos en manos de los enemigos de la república".

¿Mayoría en peligro?

La segunda parte de esa posible envolvente sería renunciar al 'plan d' y provocar una repetición electoral que pillaría a los republicanos con la brújula independentista en plena fase de reorientación. En público JxCat dice querer evitar nuevos comicios, pero eso no significa que no le interese forzarlos si por el flanco judicial recibe en los próximos días nuevos envites que hacen tambalearse la mayoría parlamentaria. El juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena retoma este lunes la causa del 'procés' y en el momento en que confirme el procesamiento de los cinco diputados encarcelados, estos quedarán suspendidos del cargo. Los trámites para sustituir las vacantes en el Parlament deberían hacerse contra reloj, con el consiguiente peligro de no llegar a tiempo antes del 22-M.

Otro escollo para el secesionismo son los votos delegados de Puigdemont y Toni Comín. Ambos podrían quedar neutralizados si el Constitucional los suspende a raíz del recurso de Ciutadans, o si las justicias alemana y belga tumban el delito de rebelión. En este segundo caso, Puigdemont y Comín podrían salir de Alemania y Bélgica y presentarse en el Parlament --a riesgo de ser detenidos--, por lo que el Supremo podría frenar la delegación de voto y truncar cualquier investidura.

¿Elecciones o 'president' de paja?

Artadi ha avisado este domingo: "Puigdemont será investido ahora o más adelante". Y es que la carta electoral encierra también cierto peligro. En diciembre, con el 155 en pleno apogeo y sus líderes entre rejas, los independentistas perdieron dos escaños y ya solo les quedan otros dos de colchón. Citar a las urnas constataría el fracaso de JxCat y ERC en su objetivo de burlar las trabas del Estado, pero investir a un 'president limpio', aunque fuese de paja y sometido a los designios de Puigdemont, brindaría un triunfo al Gobierno del PP.

El desatascador de este dilema proviene de nuevo del frente judicial. El líder de JxCat debe valorar si se arriesga a unas elecciones el 15 de julio, con medio ex-Govern inhabilitado y quizá esperando aún el dictamen alemán, o pasa de momento por el aro del Estado y se guarda la baza electoral para otoño, cuando el juicio a los jefes del 'procés' le permita explotar en campaña el martirologio.