EL ÓRDAGO INDEPENDENTISTA

El paisaje político después del terror

Carles Puigdemont

Carles Puigdemont / periodico

Xabi Barrena / Barcelona

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La turbia manifestación del sábado cerró el luctuoso paréntesis que el terror abrió el 17 de agosto en el relato político catalán. Han sido 10 días en que el estado de ánimo colectivo ha pasado de la conmoción del día 18 en la plaza de Catalunya al alboroto acústico contra Felipe VI y Mariano Rajoy del sábado. Todo vuelve a la normalidad. Y el paisaje del ‘procés’ no es exactamente el mismo que el 16 de agosto, el día antes.

Todas las voces consultadas por este diario (de Junts pel Sí, la CUP y de Catalunya en Comú) para que analizaran cómo queda ese paisaje coinciden en dos cosas. La primera es que el atentado no debería modificar posicionamiento alguno tanto del que es independentista como del que no. Y que el 1-O, entendido como esfuerzo logístico del Govern no queda afectado ni en lo positivo ni en lo negativo.

Eso sí, en estos 10 días transcurridos ha habido hechos y episodios destacables. “El Govern ha reaccionado muy bien y su gestión ha sido excelente. Se ha visualizado una capacidad de manejar este tipo de asuntos delicados y Puigdemont ha sido la voz al mundo”, señala no un miembro de Junts pel Sí o el PDECat, sino Eulàlia Reguant, de la CUP, partido que es el principal socio parlamentario y, a la vez, el mayor azote de los posconvergentes.

Fuentes del Govern apuntan que en los sótanos figurados del Palau de la Generalitat, donde se preparan las estrategias, se ha tomado buena nota del impacto positivo que ha tenido la acción de los Mossos, del 'president' y de su Govern. Constatan que el Estado, como tal, ha ‘desaparecido’ y que incluso sus máximas autoridades se presentaron en Barcelona el sábado como “meras invitadas”. No lo dirá nadie a micro abierto, ni era algo planificado o buscado, pero el resultado de los actos de unos y otros estos días, en Barcelona y en Madrid, es que la “desafección” que anticipó en su día José Montilla se ha convertido en “desconexión”.

El papel de los Mossos

El presidente del grupo parlamentario de Junts pel SíLluís Corominas, cree que si alguna cosa debería pasar tras estos días es que la confrontación institucional que se avecina “se haga con la máxima nobleza”. Y advierte de que “si el Estado pretende hacer la guerra sucia”, recuperando la 'operación Cataluña', “quedará aún más en evidencia porque la sociedad catalana es muy sensible a según qué cosas”.

Sobre el rol de los Mossos en el 1-O, ahora que su responsable máximo es objeto de camisetas, recuerda Corominas que el Govern no ha dicho nada, tan solo que aplicarían la legalidad vigente. “Han sido ellos [el Gobierno del PP] los que dicen que los vamos a utilizar”. De todo ello deriva, según el posconvergente, la sensación de que el Ejecutivo central “lo está llevando al límite” y tan solo pide que no se pasen de frenada en sus decisiones: “Tendrán que graduar su reacción”.

La anticapitalista Reguant cree que la imagen proyectada por unos y otros en la gestión de la seguridad obligará al Estado “a reaccionar” y que cabe ver “si lo hace como un animal herido”. Sostiene que ha habido grupos que “han jugado en clave ‘procés’ con el atentado” y recuerda que hubo quien ha preferido “demorar” la comparecencia de Joaquim Forn en la comisión de Interior para dar explicaciones, en referencia a Ciutadans.

¿Equidistancia 'comuna'?

Para Elisenda Alamany, portavoz de Catalunya en Comú, el 1-O “sigue teniendo las mismas dudas” que siempre. Entre ellas “cómo se sentirán de interpelados los Mossos por la legalidad que establezca la Generalitat”.

Reguant afirma que el espacio de los ‘comuns’ ha estado muy “callado” estos días. Especialmente en la polémica sobre los Mossos iniciada en Madrid con el objetivo de socavar "la imagen" del cuerpo policial. “La equidistancia ya es una toma de posición. Si atacan a un proceso democrático y callas, ya estás tomando posición” sentencia Reguant.

Alamany niega la equidistancia. Recuerda que su partido acabará de definir próximamente su posición, pero que se apoya el 1-O en cuanto a movilización, es decir, no se le reconoce como referéndum vinculante. “El 1-O puede ayudar a desencallar cosas. Hay que seguir trabajando por el 2-O”, sentencia”.

Ataques a unos y a otros

Entre estas disputas entre CUP y ‘comuns’ emerge, acaso, un punto de conexión. “Es positivo que haya habido este discurso unitario entre el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat”, apunta Alamany. Sobre las críticas aparecidas a la gestión de Ada Colau e, incluso, a la actuación laboral, en su día, del hoy primer teniente de alcalde Jaume Asens, -parecidos a los ataques recibidos por los Mossos y el Govern- los ‘comuns’ apuntan que son “deplorables” y que suponen “un ataque colectivo a la manera que tenemos de hacer en Catalunya”.