Podemos y sus socios creen que fracasaron por el miedo al cambio

La dirección de Podemos salió este viernes con la consigna de negar la bronca interna y quitar hierro al cruce de acusaciones entre dirigentes tras el pinchazo del 26-J. No es que haya disputa ni "malas hierbas" por extirpar, insisten, sino que algunas personas se dejaron llevar por la frustración y vertieron opiniones “acaloradas”. Conscientes de la necesidad de reforzar esa sensación de unidad, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se dejaron ver juntos a la entrada de la reunión que mantuvieron con sus socios e insistieron, a la salida, en que se iban a tomar "unas cañas juntos". Todo, el mismo día que la secretaría general ordenó cerrar los canales de Telegram en los que se ha producido la discusión entre facciones. Dejaron de operar los vinculados al sector pablista: ‘L@s Muchach@s’, y ‘Ponys y Asociados’. El de ‘Patria, Pueblo, Podemos’, afín a los errejonistas, envió un mensaje desmintiendo que haya enfrentamiento. "Todos a una", pidió Errejón tras esas cañas con Iglesias, que le duraron quince minutos.

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Acallado el debate público, el único en posicionarse fue Iglesias, en un criterio que horas más tarde se impuso en la reunión que mantuvo con sus alianzas. A saber: ni la confluencia ni la campaña han sido decisivos. Es el miedo es lo que ha llevado a sus votantes a la abstención. Para el líder morado, el problema es que la alianza con IU potenció tanto sus posibilidades que, incluso las personas que simpatizaban con la idea del cambio, acabaron por sentir miedo. Un temor que, insiste, no emana de IU en si misma, sino de la posibilidad de vencer.

"Tienen mucha simpatía por nosotros y agradecen el meneo que le hemos dado a la política española, pero ante la inminencia de que podíamos gobernar, deciden no votarnos", razona y añade: "Si el acuerdo con IU nos hizo daño fue porque nos relanzó inmediatamente como fuerza hegemónica, no porque IU provoque más miedo que nosotros”. 

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REUNIONES Y ANÁLISIS

Las reflexiones de Iglesias llegan justo en el momento en el que el partido morado se sumerge en una batería de encuentros para determinar cuáles fueron las causas del batacazo electoral el 26-J. La dirección del partido se reunió durante dos horas el viernes por la tarde con representantes de todas sus alianzas, con las que también abordaron los movimientos más inmediatos para la próxima constitución de las Cortes, como la posibilidad de obtener grupos propios territoriales.

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El número uno de En Comú Podem, Xavier Domènech, subrayó lo contraproducente que ha sido que las elecciones se convirtiesen en un plebiscito sobre el gobierno del cambio, en lugar de sobre la conveniencia de la continuidad del PP. Domènech quiso poner el acento en la estrategia parlamentaria a partir de ahora, para "poner en valor" sus cinco millones de votos en una legislatura que prevén fragil y sin mayorías sólidas. El impulsor de las Mareas gallegas, Xosé Manuel Beiras, pidió recuperar el espíritu del 15-M y lamentó que no se haya hecho una campaña más de calle. El líder de IU, Alberto Garzón, no pudo asistir por encontrarse en un viaje en París y envió a tres representantes.

Este sábado está previsto un encuentro de la dirección de Podemos con los secretarios de organización de las comunidades autónomas para pulsar en cada territorio las claves de la derrota. 

Más allá de los encuentros en la sede, el partido morado también ha puesto en marcha una oleada de encuestas y una guía para que sus círculos debatan y transmitan a la cúpula sus impresiones sobre los errores que se pudieron cometer. A los militantes se les pregunta por la alianza, por la campaña, el referéndum o el brexit, pero no se incluye ninguna sobre el liderazgo de Iglesias. Según dijo Pablo Echenique, secretario de Organización, no se ha planteado porque no se les ha ocurrido esa cuestión y porque no ha escuchado que exista ese debate en los círculos. La responsable de análisis, Carolina Bescansa, ha puesto en valor esos estudios y ha admitido que fue una mala decisión el no encargar encuestas propias durante el periodo electoral, y limitarse a interpretar los datos que arrojaba el Centro de Estudios Sociológicos (CIS).