EL TABLERO CATALÁN

Alerta de marejada en el Govern tras el 28-A

Pere Aragonès y Quim Torra

Pere Aragonès y Quim Torra / ALBERT BERTRAN

Xabi Barrena / Fidel Masreal

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El Govern de coalición entre Junts per Catalunya y Esquerra -teledirigido desde Waterloo y la cárcel de Soto del Real por los dos grandes rivales del independentismo, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont- sobrevive con una única boya de salvación en el horizonte: la sentencia del juicio del 'procés', tras la cual probablemente ambos socios abandonen el disimulo y se lancen a una carrera electoral para defender las dos tesis enfrentadas: la rupturista del líder de la Crida y la pragmática del líder republicano.

Pero esta hipótesis puede saltar por los aires si el presente ciclo electoral separa a ERC de JxCat. Es decir, si se cumplen los pronósticos y los republicanos aventajan notablemente a la neoconvergencia en el Congreso y, además, adoptan una actitud mucho más abierta respecto a la eventual investidura del líder del PSOE, Pedro Sánchez. En una entrevista en EL PERIÓDICO, la 'exconsellera' y dirigente de la Crida Elsa Artadi ya avisaba de que dos estrategias distintas en Madrid por parte de los dos partidos sería un hecho "preocupante".

Tampoco es que los posconvergentes puigdemontistas, la corriente interna que lidera la candidatura de Junts per Catalunya al Congreso, haya ofrecido un discurso único. No es lo mismo escuchar a Laura Borràs, la candidata efectiva, que a Jordi Sànchez, el cabeza de lista, por ejemplo, en la rueda de prensa del jueves. En ella, el posconvergente no quiso ser tajante a la hora de condicionar una posible investidura de Sánchez al referéndum.

Pero la estocada final, lo que levantaría definitivamente el hacha de guerra sería un pacto poselectoral en Barcelona entre Ada Colau y el candidato de ERC y excompañero de Artadi en el Govern, Ernest Maragall. Sabedores de que ese pacto podría abrir la caja de los truenos, el 'exconseller' ofreció un pacto de futuro a neoconvergentes y a posecosocialistas basado en lo que les une: la defensa del referéndum y la de los presos. Pero la repelencia que se tienen ambos espacios a lado y lado de ERC es tal que es difícilmente imaginable que ello suceda. Artadi, expeso fuerte en el Govern y ahora candidata efectiva al Ayuntamiento de Barcelona, ya dijo que no. Por si había dudas.

Plan por los aires

Entonces, el plan de trabajo basado en mantener como sea el Govern -pese a no tener mayoría parlamentaria, seguir con presupuestos prorrogados desde el 2017 y carecer de un liderazgo compartido- hasta la sentencia, podría saltar por los aires. Nada trastoca más los planes de Puigdemont que un acuerdo entre independentistas y 'comuns', por tres motivos. El primero, porque deja definitivamente atrás la hegemonía posconvergente. El segundo, porque recupera el eje izquierda-derecha. Y el tercero, porque difumina el objetivo rupturista y unilateralista del 'expresident' para alcanzar la independencia de Catalunya.

En sentido contrario, nada hay más estratégico para una ERC -ahora sí convencida de que hay que saltar por encima del 50% de voto independentista en los comicios- que un pacto con los 'comuns'. Primero porque visualiza como nada su papel central en la política catalana, capaz de gobernar con unos y otros. Segundo, porque Junqueras cree necesario romper los bloques y salir de la dinámica de 'a ver quién es el más votado de los secesionistas' que actualmente concurre en los comicios, donde se escruta el derbi entre republicanos y posconvergentes. Y tercero, porque ese 50% se supera, ahora, haciendo una opa al electorado de los 'comuns'. De ahí los acuerdos con los díscolos de En Comú Podem, los Sobiranistes de Elisenda Alamany.

El futuro de la neoconvergencia

Y queda otra variable nada baladí. La potestad de convocar las elecciones al Parlament la tiene el 'president' Quim Torra. Es decir, será este, y a buen seguro Puigdemont, el que decida el cuándo. Y si el ciclo de primavera (generalesmunicipales y europeas) se solventa con un hundimiento titánico (del Titanic) del espacio neoconvergente, parece poco probable que el tándem de Barcelona y Waterloo corran a convocar.

Lo mismo puede decirse de las encuestas. Es el gran eje de decisión de los gobiernos para avanzar o no elecciones. Sin ir más lejos, no hubo repetición electoral y Artur Mas dio el famoso "paso al lado" que exigía la CUP porque los sondeos no le sonreían, tras los comicios del 2015. Tres cuartos de lo mismo sucedió con la aceptación de ERC de la lista conjunta en el 2015. Junqueras aceptó, entre otras razones, al comprobar que el #PressingERC estaba dañando la salud demoscópica del partido.