LA CRISIS CATALANA

El Gobierno y la Generalitat avanzan en el diálogo pese a la desconfianza mutua

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Juan Ruiz Sierra

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Marcada por las grabaciones a Dolores Delgado y la sociedad patrimonial de Pedro Duque, con Pedro Sánchez de viaje en EEUU para participar en la Asamblea General de la ONU, esta semana ha sido productiva para las relaciones entre el Ejecutivo central y el Govern. El martes, el Ministerio de Hacienda acordó con la Generalitat saldar a lo largo de los próximos cuatro años los casi 1.500 millones de euros que estaban pendientes de pago a Catalunya. El miércoles se reactivó la comisión bilateral de infraestructuras, que se reunirá a mediados del mes que viene, más de una década después de su última cita. En el primer aniversario de la convocatoria independentista del 1 de octubre, el diálogo entre los gobiernos de Sánchez y Quim Torra, basado en los cerca de 15 encuentros bilaterales que se han producido, se abre camino.

La desconfianza mutua sigue estando muy presente y habrá que esperar a las próximas elecciones generales y catalanas para abordar el problema territorial de fondo, reconocen fuentes de ambas partes, pero el nuevo clima que intentan trasladar los dos ejecutivos ya va más allá de las buenas palabras. La retirada de recursos ante el Tribunal Constitucional que planteó el Ejecutivo de Mariano Rajoy contra normas del Parlament, muchas de ellas de contenido social y apoyadas por el PSC, también se está abriendo camino.

La primera iniciativa de este tipo afectó, a principios de septiembre, a la ley catalana de sanidad universal, pero ese paso vino dado fundamentalmente por el decreto del Gobierno central que devolvía el carácter universal a la sanidad en toda España. Mantener la impugnación ante el Constitucional era incongruente.

Ahora, en cambio, el Gobierno y la Generalitat negocian algo más complicado: el desistimiento del recurso contra la ley catalana de vivienda. Según fuentes del Ministerio de Política Territorial, dirigido por Meritxell Batet, el Govern todavía tiene que comprometerse a hacer algún cambio en la norma, pero las conversaciones van por buen camino.

La velocidad

La Generalitat pide que todo el proceso vaya más rápido. El Ejecutivo quiere ir paso a paso. Cada una de sus iniciativas, en especial el traslado de los dirigentes independentistas a cárceles catalanas y el discurso de varios ministros de que no conviene alargar su prisión provisional, es atacada por el PP y Ciudadanos, que acusan al Ejecutivo de "venderse" a ERC y el PDECat a cambio del apoyo a la moción de censura que condujo a Sánchez a la Moncloa.

El PSOE y el PSC acogieron con alivio que Torra apenas dedicara espacio en su plan de gobierno, presentado el pasado martes, a la secesión. Pero los socialistas no dan nada por sentado. Temen que el Govern vuelva a una retórica de choque al calor del aniversario del 1-O.

"Me parece muy raro que haya quien diga que ahora estamos peor. ¿Peor que cuándo? ¿Peor que cuando se convocaba un referéndum ilegal o que cuando se declaraba la independencia? Un poquito de por favor. Un poquito de prudencia sobre todo en boca de algunos que parecen creer que cuanto peor, mejor. La desinflamación ha empezado. Y es, desde luego, un gran acierto del presidente Pedro Sánchez. A pesar de que no podamos lanzar aún las campanas al vuelo, cabe esperar que en los próximos meses esa dinámica de acuerdos haga crecer la confianza entre los dos gobiernos y permita abordar cuestiones más de fondo sobre las que estamos obligados a reflexionar", dijo el jueves en Madrid el líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta.

Horas después, desde Nueva York, el jefe del Ejecutivo, que necesita los votos de republicanos y posconvergentes para sacar adelante sus medidas en el Congreso, mostró su confianza en el esfuerzo de diálogo, pero no dio nada por sentado. "Si los independentistas priorizan el conflicto en lugar de la cooperación, la legislatura está acabada, iremos a elecciones", advirtió.

Ambas partes, el Ejecutivo central y el Govern, coinciden en algo esencial: el principal problema, el encaje o separación de Catalunya, no se podrá abordar en serio hasta después de las elecciones generales y catalanas. Pero, de momento, el diálogo, centrado en materias muy específicas, avanza. Este otoño, Sánchez se reunirá con Torra en el Palau de la Generalitat. También trasladará el Consejo de Ministros a Barcelona. Algo impensable hace solo un año.