SESIÓN DE CONTROL AL GOBIERNO

Gabriel Rufián, expulsado del Congreso tras insultar a Borrell

Así ha sido la expulsión de Gabriel Rufián del Congreso

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Pilar Santos / Miguel Ángel Rodríguez

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El Congreso se convirtió este miércoles en un espacio de bronca, insultos y gestos feos en el que el siempre controvertido Gabriel Rufián (ERC) acabó expulsado. Ana Pastor, la presidenta de la Cámara baja, comprobó la dificultad de manejar la tensión en la que se han instalado algunos políticos que usan con asiduidad los apelativos "fascista" y "golpista". Si Pedro Sánchez estimaba difícil el martes aprobar los Presupuestos, después de este episodio con los republicanos, puede que todavía lo vea peor.

Todo empezó pasadas las nueve y media de la mañana, cuando Rufián tomó la palabra para preguntar al ministro de Exteriores, Josep Borrell, por la gestión de su departamento. El diputado republicano acababa de escuchar a Juan Carlos Girauta, de Ciudadanos, tildarle de "golpista" y, antes de plantearle la cuestión concreta al político socialista, aprovechó para llamar a los dirigentes naranjas "fascistas". Borrell entendió "racista", planteó la duda de si Rufián estaba diciendo que él también lo era y varios diputados de ERC sin micrófono le respondieron que sí. 

A partir de ese momento, la sesión se desbocó. En la réplica, Rufián acusó a Borrell de ser el ministro "más indigno de la democracia española", lo calificó de "'hooligan' de Societat Civil Catalana" y pidió su dimisión. Y en la dúplica, el dirigente socialista acusó a Rufián de verter sobre el hemiciclo una "mezcla de serrín y estiércol", frase con la que cosechó el aplauso del PP y del PSOE. El político republicano, al que ya no le quedaba ningún turno de palabra, siguió hablando y gesticulando desde su escaño, Pastor le llamó al orden dos veces y le advirtió de que una tercera supondría la expulsión. Rufián no hizo caso y la presidenta del Congreso pidió que abandonara el hemiciclo.

En solidaridad, sus otros ocho compañeros del grupo de ERC se fueron con él. Conforme salían, al pasar por delante de Borrell, uno de ellos, Jordi Salvador, hizo un gesto que el ministro interpretó como un escupitajo, algo que denunció al instante porque aún estaba en el uso de la palabra. En los vídeos no queda claro si fue un salivazo o no. Salvador lo niega rotundamente: "Solo he hecho 'buf' al salir. Jamás escupiría a nadie. No soy así", aseguró después.

Deriva tras la moción de censura

Tras esos tres intensos minutos de parlamentarismo para olvidar, Pastor tomó la palabra para exhortar a los diputados a olvidar los insultos y las palabras gruesas. La intervención de la presidenta, que es del PP, fue aplaudida por el PSOE. Fuentes de este partido consideran que tanto los populares como los naranjas de Albert Rivera son los responsables de la deriva marrullera que ha experimentado el Congreso tras la moción de censura que Sánchez ganó en junio con el respaldo de los independentistas de ERC y PDECat

De hecho, tanto la dirección del PSOE como el propio jefe del Ejecutivo intentaron desviar el foco de los republicanos, a los que necesitan para sacar adelante esos Presupuestos cada vez más difíciles o los decretos ley con los que quieren sustituirlos. Por eso, en la revisión de las imágenes, al más puro estilo VAR, se pudo ver cómo la portavoz del grupo socialista, Adriana Lastra, estaba incómoda con el choque. Cuando todos los diputados socialistas se levantaron a aplaudir al ministro, ella dejó de dar palmas, aunque después, ante el clamor general, volvió a hacerlo. Y al salir del hemiciclo, Lastra afirmó que no había visto que el diputado de ERC escupiera. Tampoco Sánchez cargó las tintas con los republicanos. En un mensaje de Facebook, se solidarizó con Borrell pero no citó a Rufián ni a Salvador. El presidente agradeció a Pastor "su defensa de la moderación" y recomendó a los diputados y a sus ministros pedir disculpas. Él lo hizo en la red social como "máximo responsable político" de España.

"No hay nada más peligroso para una democracia que la desafección ciudadana ante sus representantes e instituciones, y lo sucedido hoy camina en esa dirección", afirmó en referencia al aumento del populismo en toda Europa.

Horas después, desde Valladolid, donde participó en la cumbre hispanoportuguesa, Sánchez volvió a evitar cargar las tintas contra Rufián en particular y ERC en general, informa Juan Ruiz Sierra. Ni siquiera los mencionó en un primer momento. De hecho, cargó casi más las tintas contra el PP. "Hoy, en el Congreso, esos diputados no han sido vistos por los ciudadanos como sus representantes", dijo en referencia a los republicanos. De ahí pasó a los conservadores. "En ese sentido, pido a todos los grupos, y en especial a los que tienen una mayor representación, que hagan oposición útil, que tengan sentido de Estado", continuó. 

Después, y ante una repregunta, sí citó a Rufían, poniéndolo en el mismo saco que a Pablo Casado, con el que el presidente del Gobierno rompió relaciones tras ser llamado "partícipe del golpe de Estado" que, a su juicio, se está dando en Catalunya. "Les pido a esos diputados que usted ha citado que pidan disculpas. Y se acabó. No pasa nada. Pedir disculpas es sano", concluyó Sánchez.

Reunión de Tardà y Pastor

Si los políticos son el cuarto problema para los españoles, según el CIS de septiembre, este espectáculo, que se suma a la fallida renovación del Consejo General del Poder Judicial y los cambios de opinión sobre los Presupuestos del Gobierno, no ayuda a que esa circunstancia mejore. El pleno del Congreso continúa este jueves y se podrá comprobar si este último encontronazo ha servido para algo. El hueco para la esperanza es justo. Rafael Hernando (PP) recordó a Borrell que quienes "le escupen" son aquellos a los que debe el estar sentado en el Consejo de Ministros. Y Joan Tardà (ERC) avisó de que seguirán llamando "fascista" a todo el que les insulte. "No podemos más, no vamos a aceptar que se banalice el concepto golpista", avisó, aunque comentó que le había pedido una reunión a Pastor para calmar los ánimos.