Rivera no logra la llave de la gobernabilidad que tanto ansiaba

Albert Rivera en la sede de Ciudadanos

Albert Rivera en la sede de Ciudadanos / periodico

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / MADRID

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Si de hacerse con la llave de la gobernabilidad de España se trataba, Albert Rivera no lo ha terminado de conseguir. Los 40 diputados con los que finalmente Ciudadanos se estrenará en el Congreso le sitúan como una cuarta fuerza con una capacidad decisoria prácticamente nula, si la izquierda alcanza un acuerdo de investidura. Y aunque los de naranja se resisten a hablar de pinchazo, lo cierto es que, tal y como han quedado las cosas, de poco va a servir su abstención para que el candidato más votado, en este caso Mariano Rajoy, sea nombrado presidente. Si la prioridad de Rivera es, como ha dicho tantísimas veces, que no se celebre un referéndum sobre la independencia en Catalunya, sus alternativas de pacto son difíciles. 

Habrá que ver cómo resuelve C's el entuerto, después de haber repetido hasta la saciedad en esta campaña electoral que no iba a dar sus votos a un gobierno presidido por Rajoy. De momento, se ha erigido en "el depositario de la gente de buena fe que quiere una España unida", ha dicho Rivera en su intervención, una vez conocidos los resultados de los comicios, ante más de un centenar de militantes y simpatizantes reunidos en un hotel del centro de Madrid. "Me voy a dormir tranquilo porque yo al menos no he pactado con cualquiera ni a cualquier precio", ha afirmado, en alusión a Podemos, un Rivera coreado al ritmo de "yo soy español, español, español", un clásico ya en los actos políticos de Ciudadanos.

Rivera ha vuelto a insistir en que su objetivo es "ir paso a paso, buscando acuerdos puntuales", como está haciendo ya, por ejemplo, en Andalucía, y para ello ha pedido "cintura" a los demás partidos. Lo primero que va a poner sobre la mesa el nuevo grupo parlamentario de Ciudadanos será, según ha anunciado su líder, "un cambio en la injusta ley electoral", porque "no puede ser que los votos de Ciudadanos valgan la mitad de lo que valen los del PP o los de los nacionalistas", ha clamado. Sus otras dos prioridades, ha proseguido, serán el tantas veces prometido pacto nacional por la educación y una reforma a fondo del mercado laboral. 

Aunque no ha podido imponerse en Catalunya a ERC y Democràcia i Llibertat, como pretendía, el candidato de Ciudadanos ha hablado de este 20-D como de un "día histórico", "porque se rompe el bipartidismo, porque ya hay más españoles que piden cambios, que no se resignan a elegir entre azules o rojos". Desde la Transición, ha recordado, nunca había habido un partido de centro con una presencia tan importante en el Congreso. "Somos el nuevo centro político surgido de la sociedad civil, nacido en Catalunya, 'la meva terra' [ha subrayado en catalán], y con un apoyo de tres millones y medio de electores". 

FALLOS DE LA CAMPAÑA

La ejecutiva del partido, que se reúne este lunes para analizar los resultados, es consciente de que ha habido fallos graves en el planteamiento de la campaña. Las declaraciones polémicas de algunos de sus candidatos territoriales (con mensajes controvertidos sobre la violencia machista y el aborto); el papel del propio Rivera en los debates televisivos, donde se le vio nervioso y poco contundente, y, sobre todo, las ambigüedades de su programa electoral, con dos o tres ideas claras (el contrato único, la supresión del Senado y las diputaciones provinciales y la defensa del castelllano en las escuelas catalanas), pero con muchas sombras en otras cuestiones clave, han podido sembrar la desconfianza en los electores indecisos, pese a que el líder de Ciudadanos ha estado apelando a su voto hasta el último minuto.