Análisis
La educación de Pedro Sánchez
Una vez ha puesto a Rivera en su sitio, Rajoy, maestro de los tiempos, se dispone a hacer lo propio con el líder del PSOE
Antón Losada
Profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Santiago de Compostela
ANTÓN LOSADA
A Mariano Rajoy esto le empieza a resultar tan largo como a la mayoría. Se nota en la displicencia, a veces merecida, con que ha empezado a despachar las preguntas de la prensa. Le puede la desgana de quien ya sabe cómo acaba esto y la esterilidad de dar vueltas a cuestiones superficiales como una fecha o o un tuit, mientras se despachan con preguntas hechas asuntos relevantes como qué programa piensa pactar con Ciudadanos o cómo se separa un acuerdo de investidura de un pacto de gobernabilidad.
El aspirante empieza a expresarse con ese tono hastiado y resignado de los viejos profesores cuando se sienten rodeados de alumnos tan impetuosos como resistentes al aprendizaje. Él lo ve tan claro que le irrita cada vez más que los demás no lo entiendan. Esa suficiencia supone una imprudencia que ha visto cometer a menudo a sus adversarios y siempre ha aprovechado, porque suele anticipar algún error de consecuencias calamitosas.
Rajoy ha vuelto de su puente de reflexión aún más convencido de que, haga lo que haga, solo él puede ganar y que carece de sentido esperar más. De acuerdo con los cálculos marianos, si hay terceras elecciones mejorará los resultados, y si acepta presentarse a una investidura fallida y luego fuerza los comicios aún los mejorará mas. En su visión, el problema lo tienen los demás. Así que, cuando antes se acabe, mejor.
Ha dejado pasar una semana y ha reunido a su club de fans únicamente para poner a Albert Rivera en su sitio y aclararle quién dirige este espectáculo. La comparecencia del líder naranja haciendo de telonero de la verdadera estrella del show demuestra que ha aprendido la lección. Esta es la fiesta de Rajoy y el líder de Ciudadanos solo es un artista invitado. Aunque no hay solo malas noticias para los naranja. Ya hemos descubierto la verdadera utilidad de sus condiciones. Más que un cordón sanitario frente a la corrupción popular, parecen ir a convertirse en la mejor coartada que Rajoy y los suyos pudieron soñar para zanjar cuanto les pregunten sobre pagos en B y financiación ilegal.
Completada la educación política de Rivera, el presidente en funciones parece disponerse a iniciar la de Pedro Sánchez. Ya nos ha servido una comedieta de enredo con una llamada como protagonista. Seguirán más episodios confusos en un vodevil escrito para llegar a la investidura con Sánchez convertido en el mayor y más irresponsable villano del reino. Ya sabemos que Rajoy es un maestro de los tiempos, ahora comprobaremos su habilidad para crear confusión; el tiempo y la confusión, las mejores armas del código Mariano.
Rajoy está convencido de que Sánchez corre hacia el abismo y que al final preferirá frenar a morir al volante de un partido dividido. Como experimentado piloto que es, ha estudiado el mapa y ha comprobado que su rival no tiene rutas de escape alternativas. Pablo Iglesias lo acreditó ayer mismo al demostrar que le interesa más meter en apuros a Sánchez. La repuesta del líder socialista solo se lo confirmó.
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