EL ONZE DE SETEMBRE DE LA OPOSICIÓN
Las otras Diades
Júlia Regué
Responsable de la sección de Política.
Graduada en Periodismo y en Ciencias Políticas por la Universitat Pompeu Fabra (UPF), ha desarrollado su carrera profesional en la sección de Política, donde se incorporó en 2016. Ha seguido la actualidad política del Parlament de Catalunya y el día a día de varios partidos. También ha colaborado en programas de TV3, Catalunya Ràdio y RAC1.
Júlia Regué
La presentación de los actos institucionales de la Diada ya auguró que el constitucionalismo se apresuraría al desmarque. Primero, por el discurso, un mensaje volcado en la libertad de los políticos independentistas encarcelados y el regreso de los 'exiliados'. Segundo, por las formas. Y es que la Mesa del Parlament no discutió este año cuál iba a ser el formato de la celebración.
La novedad en esta Diada fue el plantón de los socialistas. Se borraron por primera vez de la cita. Y es que Ciutadans nunca han llegado a fotografiarse en este día junto a las máximas instituciones catalanas, y el PP empezó a faltar unos años antes del inicio del 'procés'. Corearon al unísono que este día ha sido "secuestrado" y doblegado al independentismo. Así que optaron por festejarlo cada uno por su lado.
El partido naranja quiso abanderar el bloque con un acto propio en la plaza del Rei de Barcelona. Se esforzaron en poner sobre la mesa que fueron la fuerza más votada en Catalunya y que deberían reinar desde Palau pero, según alegan, la ley electoral les impide forjar la mayoría necesaria. Albert Rivera e Inés Arrimadas lideraron el mitin, decorado con un corazón de tres banderas (la 'senyera', la española y la europea) sostenido al aire por algunos militantes, junto al lema 'El amor es más fuerte que el odio'. Se empecinaron en reivindicarse como "la voz de los catalanes que no salieron a la calle" y prometieron que, de llegar al frente del Gobierno y de la Generalitat, "recuperarían" este día. Una victoria que vaticinaron que "está al caer".
Quim Torra y Pedro Sánchez volvieron a ser su blanco. Al presidente catalán le reprocharon que "excluya", "desprecie" e "ignore" a "más de la mitad de la población". Y al líder del Ejecutivo central, que "mire hacia otro lado" y se "alíe" con los independentistas para gobernar. "Torra no es un aliado, es un rival político", espetó Rivera, y advirtió de que el "único diálogo posible" es dentro de la democracia y la legalidad.
Mano tendida al diálogo
Los socialistas catalanes acudieron de buena mañana a la ofrenda floral a Rafael Casanova y después rindieron su particular homenaje a Salvador Allende junto a otros partidos y sindicatos. Los 'comuns' se sumaron a ambos actos y reclamaron la puesta en libertad de los presos y la convocatoria de un referéndum "pactado y vinculante".
Con un tono marcadamente dialogante, Miquel Iceta pidió recuperar el "espíritu unitario" de la Diada y "superar las divisiones" avanzando en el autogobierno y la mejora de la financiación. Tras escuchar las demandas de la portavoz del Govern, Elsa Artadi, y del 'vicepresident' Pere Aragonès, situando a los políticos presos en el centro del debate con el Estado, Iceta quiso calmar ánimos y pidió que se afronte el deshielo. "Nada debe impedir el diálogo", espetó, y exigió esfuerzos para "reencontrarse" acerca de los "objetivos nacionales compartidos".
"En el Estado de derecho y la separación de poderes no se puede pedir a un Gobierno que ponga o no a una persona en libertad, es una decisión que debe tomar el poder judicial", recordó el líder del PSC a los independentistas. A su vez, su socio en el Parlament, Ramon Espadaler (Units per Avançar), admitió que "pretender dialogar" con dirigentes encarcelados es "francamente difícil". Ambos coincidieron, eso sí, en la urgencia de convocar un espacio de encuentro entre los presidentes de los grupos parlamentarios.
Vuelta al 155
Xavier García Albiol se limitó a comparecer ante los medios de comunicación. El líder del PPC tachó a Torra de "iluminado" y "totalitario", y afirmó que el 'president' supone un "peligro para la convivencia". Y reclamó un día más a Pedro Sánchez que actúe porque, a su parecer, está ignorando y desatendiendo a los catalanes que se sienten también españoles. "Estamos dejados de la mano de Dios", sostuvo.
Reivindicó la aplicación del artículo 155 orquestada por Mariano Rajoy y lo comparó con la acción de gobierno de Sánchez para señalar que su implicación "brilla por su ausencia". Le pidió un listado de propuestas y desdibujó cualquier oportunidad de acuerdo mediante el diálogo, que a su juicio es una "imposición" del Govern sobre el Gobierno.
El líder del PP, Pablo Casado, añadió desde el Senado que su partido "no tiene nada que celebrar" por el recorrido de estos últimos años y le tendió la mano a Sánchez para "asumir el desgaste" de un nuevo 155.
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