Nicolas Sarkozy, presidente de francia
Desconcierto en el centroderecha
Alicia Sánchez-Camacho es la primera afrancesada de Catalunya del 2010: llevó la palabra del presidente francés a los barrios de Badalona. El ministro de Industria se ha vuelto a equivocar con el almacén de residuos nucleares y acaba de nacer CatalunyaCaixa, dispuesta a competir,
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
JOAN TAPIA
La crisis castiga a Sarkozy. También los escándalos como el de Lilliane Bettencourt, propietaria de L´Oreal y una de las primeras fortunas de Francia, que parece que dio dinero para su campaña y obtuvo un buen trato fiscal. El recaudador fue el hoy ministro de Trabajo, Eric Woerth, antes de Hacienda y tesorero del partido, que logró un sustancioso empleo para su esposa en la sociedad de Philippe de Maistre, administrador de Bettencourt. E hizo gestiones para que Maistre tuviera la legión de honor.
Todo se envenenó ya que a Woerth, que no parece el mas idóneo para pedir sacrificios, le tocó defender la reforma de las pensiones. Por eso en julio Sarkozy decidió afrontar el descontento reviviendo su reticencia a la inmigración, que ya le ayudó en la elección presidencial del 2007, cuando arrastró a parte de los electores del Frente Nacional.
Pero desmantelar campos de gitanos rumanos, así como quitar la nacionalidad a los franceses nuevos que atenten contra la policía, son medidas muy controvertidas. Cierto que Sarkozy ha mejorado su nota (ahora le suspenden el 67% y en julio el 71%) pero tres socialistas le batirían hoy en unas presidenciales (uno por 18 puntos).
El escándalo Woerth no amaina y Le Monde anuncia una querella criminal ya que los servicios secretos intervinieron el teléfono del redactor que seguía el escándalo. La expulsión de gitanos rumanos fue condenada la semana pasada por el parlamento europeo. Y ha generado un fuerte choque con la comisaria europea, Viviane Reding, a la que se le ocultó una circular del Ministerio del Interior francés que evidencia que se trata de expulsiones colectivas, algo no admitido por la normativa europea. Y, excitado, Sarkozy llegó a decir que Luxemburgo debía acoger a los gitanos cuando Reding ejercía de comisaria europea, no de política luxemburguesa.
Todo empeoró el jueves con la pelea a gritos entre Sarkozy y Barroso, el acomodaticio presidente de la Comisión, en el Consejo Europeo que debía preparar la cumbre del G-20, cuya presidencia asume Francia. Sarkozy ha salido tocado pese a que los jefes de gobierno -con entusiasmo variable- le cubrieron. Lo último es el nuevo desencuentro con Alemania. Sarkozy afirmó el jueves que Merkel le aseguró que también desmantelaría campamentos y a las pocas horas fue desmentido por portavoces alemanes.
Culpar de todo a la inmigración funciona menos de lo esperado y Sarkozy no solo no remonta sino que se lía. Tomen nota de que tanto el presidente francés como Reding, Barroso y Merkel son la Europa de centro-derecha. Que ante la crisis no está menos dividida que el centro-izquierda.
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