CATALUNYA DESDE la BARRERA

La desazón del vecino

ARAGÓN. Jesús Ángel Sánchez, 57 años, profesor de secundaria, charla con una gestora cultural y con la representante de los barrios de Zaragoza.

El conflicto requiere altura política y no la hay en ninguno de los dos bandos, opinan ciudadanos aragoneses

FRAN OSAMBELA / ZARAGOZA

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A orillas del Ebro, con el Pilar y el Puente de Piedra a la espalda y Catalunya aguas abajo, apenas han acabado las presentaciones y la conversación se encamina por sí sola hacia una reflexión compartida por los tres protagonistas: problemas de envergadura como el catalán necesitan dirigentes que estén a la altura. Y, según los presentes, no es el caso. Ni en Madrid, ni en Catalunya. Así que no queda otra que esperar a una nueva generación de responsables públicos. Porque los discursos agarrotados y cortoplacistas son ya inservibles.

Minutos después, y ya al cobijo de una de las salas del cercano edificio Cubit, los tres asumen que son muchas las claves y demasiados los nudos por desentrañar. "Uno de los fundamentos de la política es garantizar la convivencia. Visto lo visto está claro que los que ejercen el poder se están equivocando. En uno y en otro lado". Son palabras del profesor de Ciencias Sociales Jesús Ángel Sánchez, quien apuesta por un análisis con perspectiva histórica: "España logró construirse como Estado desde finales del siglo XV, con no pocos avatares, pero no ha logrado articularse como nación. Hemos coexistido, pero no hemos aprendido a convivir".

Intentonas por vertebrar el territorio no han faltado, la última en el 78, pero "está claro que no salió bien". "Necesitamos -añade Sánchez- diálogo y esfuerzos compartidos, pero no lo lograremos con los políticos actuales. Son unos trileros".

EL PESO DE LA MOCHILA

"¡Unos cínicos!", interviene Iguázel Elhombre (33 años), licenciada en publicidad, gestora cultural y, como ella misma añade, "palabrista". "Sus políticas han llevado a la quiebra al sistema porque su auténtica bandera es el dinero. El llamado problema catalán me trae a la cabeza tres películas: Braveheart, El padrino y Toma el dinero y corre". Sostiene que "entre unos y otros" han convertido la palabra patria en un término "desagradable", y se suma a la teoría de un futuro con caras (y mentes) nuevas: "Se requieren políticos limpios de pasado, no estos, que no se pueden mover de lo que les pesa la mochila. Tienen mucho detrás".

"A mí la palabra que no me gusta es frontera". La tertulia da un leve giro. La nueva voz llega del mundo de lo social: Nieves Boj (57 años), presidenta de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza. "Las fronteras restringen el paso de las personas, pero no de los capitales. Estos sí fluyen de lado a lado. El dinero hace lo que le da la gana". Boj añade que no cree que la crisis haya aumentado las inquietudes soberanistas en Catalunya y Sánchez asiente, aunque matiza que la recesión "sí ha servido de catalizador".

Los tres, que no se conocían en persona, comparten parecer en buena parte de los asuntos que llegan a la mesa, incluidas las muestras de admiración hacia el pueblo catalán (no hacia sus representantes públicos). "Catalunya no es el coco para Aragón, hay muchos tópicos injustos", sostiene Elhombre. "Creo que los catalanes tienen mejor concepción de los aragoneses que al revés", apostilla Sánchez. "Yo me siento identificada con algún movimiento vecinal que he conocido en Catalunya. Son una pasada", redondea Boj.

No faltan, como era de esperar, ejemplos de lo contrario. La lista se abre con el conflicto de los bienes eclesiásticos de la Franja, e incluye interpretaciones "erróneas y partidistas" de la configuración de la Corona de Aragón -"se usa la historia para fabricar mentiras"-, así como "manipulaciones flagrantes" de accidentes geográficos: "El Aneto nunca ha estado en Catalunya".

POBRE CONTRA RICO

Sánchez aprovecha para destacar el agravio comparativo que supone el régimen foral navarro: "Para nosotros, Navarra es igual de vecina que Catalunya, pero aquí parece que solo nos preocupa lo que reclaman los catalanes". Nadie niega en la sala que existe cierta catalanofobia extendida en diferentes sectores de la población aragonesa. "Es cierto que hay rechazo hacia lo catalán. Se les suele acusar de altivos, arrogantes, de sentirse superiores", afirma Sánchez. "Es una equivocación. Tenemos que aceptar que en muchas cosas han estado siempre un paso más allá. Catalunya fue la primera región de España en sentirse europea, en ser europea, y eso siempre se nota, pero no es una cuestión de altivez", apunta Boj.

"Los catalanes han ido por delante en muchas cosas y tenemos que asumirlo. En la creación de imaginarios, en aportación cultural, en el mundo de la publicidad, en la industria, en el sector editorial... Han estado a la vanguardia en muchos campos. Eso es así. Todo lo demás son típicas reacciones de pobre contra rico. Animadversiones que llegan de lo visceral y que rozan el odio", coincide asimismo Elhombre.

La gestora cultural expresa su anhelo por conocer el auténtico sentir de la gente de a pie de Catalunya, lejos del escenario que plantea "la burguesía que maneja los hilos políticos y económicos". En la misma línea, Sánchez también apuesta por separar claramente al pueblo catalán de aquellos líderes que "ahora se declaran soberanistas" cuando en realidad se mueven por "intereses propios de cada formación política".

La charla termina con un deseo: una nueva hornada de dirigentes que levanten la vista y se atrevan a cambiar las reglas del juego, incluida la Constitución, para poder dar respuesta al caso catalán y a otros problemas del país. Y con una pregunta: ¿Qué pasará si esos políticos no llegan?