ELECCIONES GENERALES

La tensión de los bloques sigue viva

Gabriel Rufián (ERC), Josep Antoni Duran Lleida (Unió), Jorge Fernández Díaz (PPC), Carme Chacón (PSC), Francesc Homs (Democràcia i Llibertat), Xavier Domènech (En Comú Podem) y Juan Carlos Girauta (C's), en el debate de TV-3.

Gabriel Rufián (ERC), Josep Antoni Duran Lleida (Unió), Jorge Fernández Díaz (PPC), Carme Chacón (PSC), Francesc Homs (Democràcia i Llibertat), Xavier Domènech (En Comú Podem) y Juan Carlos Girauta (C's), en el debate de TV-3. / CARLOS MONTAÑÉS

JOSE RICO / BARCELONA

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Vaya por delante que resulta un saludable ejercicio de regeneración democrática celebrar un debate electoral sin cronómetros en la mano ni férreos corsés temáticos. Pero también entraña sus riesgos, máxime cuando son nada menos que siete los contendientes. Francesc Homs (Democràcia i Llibertat), Carme Chacón (PSC), Jorge Fernández Díaz (PPC), Josep Antoni Duran Lleida (Unió), Xavier Domènech (En Comú Podem), Gabriel Rufián (ERC) y Juan Carlos Girauta (Ciutadans) intercambiaron este jueves en TV-3 un dardo detrás de otro en un debate que fue ágil, pero cuyo continuado bochinche obligó a la moderadora, Mònica Terribas, a pedir disculpas a la audiencia. Estaba escrito que el hámster independentista tenía que dar unas cuantas vueltas de rueda más, aunque quizá fueron menos de las que podía esperarse. En todo caso, la conclusión que se llevaron los espectadores fue que la tensión de los grandes bloques que midieron sus fuerzas en las recientes elecciones del 27-S sigue viva, y sin perspectivas de reconciliación después de las generales de este domingo.

El nerviosismo por unas encuestas que sitúan a tres fuerzas en un pañuelo pugnando por la victoria en Catalunya (En Comú PodemERC y Ciutadans) propició ataques encadenados entre aquellos candidatos que pelean por la misma porción del electorado. El más descarado en esta estrategia fue Rufián, quien trató de desarbolar la credibilidad del referéndum que Pablo Iglesias ha convertido en condición para investir a un presidente del Gobierno, y que ha turbado el mantra secesionista de que más allá de la Franja y del río Sènia nadie quiere escuchar los anhelos de los catalanes. Con su peculiar oratoria, el republicano espetó a Domènech: "¿Cuánto más tenemos que esperar? ¿Cómo y con quién lo van a hacer?". Domènech respondió con una cifra: cinco millones de personas fuera de Catalunya defienden el derecho a decidir. Sumó los votantes de Podemos y de sus confluencias autonómicas en las elecciones municipales, y con ese dato quiso contrarrestar los dos millones de electores que Rufián adujo como fuerza del independentismo.

BALANZAS FISCALES Y EL FLA

Aunque el aspirante de En Comú Podem se quedó solo, de su referéndum se habló bastante más que de la reforma constitucional que enarboló Chacón, y que solo concitó el apoyo muy matizado de Girauta. En cambio, fueron cuestiones aledañas al proceso independentista, como el eterno debate de las balanzas fiscales o el del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), las que convirtieron el plató en un gallinero. De nuevo Rufián prendió la mecha al airear los supuestos 15.000 millones de euros de déficit fiscal que padece Catalunya, una "mentira" en opinión de Girauta, Chacón y Fernández Díaz, que coincidieron en este punto en recomendar los cálculos del exministro socialista Josep Borrell, que rebaja esa cantidad a unos 3.000 millones. Homs, el más desdibujado de la noche, hizo piña con Rufián en la mayoría de carpetas, mientras que Duran y Domènech, desde su antagonismo ideológico, negaron al unísono que todos los problemas de Catalunya comiencen y acaben con el déficit fiscal.

Los candidatos se echaron en cara mutuamente la culpa de la crisis, según el color político de cada cual. Homs y Chacón se llevaron la palma en este sentido. El convergente apuntó a la reforma del artículo 135 de la Constitución (que promovieron los socialistas en el Gobierno y CiU no votó) como origen de todos los males, mientras que la cabeza de lista del PSC prefirió poner el foco en la ley de estabilidad presupuestaria y la reforma laboral (que su grupo rechazó y CiU avaló). De nuevo en su papel provocativo, Rufián sacó de sus casillas a Fernández Díaz al afirmar que el FLA es una "indecencia total y absoluta". El ministro replicó que sin ese oxígeno del Estado, Catalunya ya habría quebrado. Domènech se abrió hueco entre el fuego cruzado recordando los recortes en sanidad y educación y una precarización laboral que de nuevo trató de refutar Fernández Díaz, que optó por echar la culpa de todo al modelo de financiación autonómica pactado por el PSOE y el extinto tripartito catalán.

LOS ENFADOS DE CHACÓN Y FERNÁNDEZ DÍAZ

Curiosamente, cuando el debate independentista parecía tomar posiciones en el duelo a siete, los desahucios le robaron el protagonismo. En una no menos curiosa pinza, Fernández Díaz y Domènech le recordaron a Chacón sus tiempos de ministra de Vivienda, cuando aseguró que iba a "agilizar" los desalojos. Visiblemente irritada, la candidata socialista negó la mayor y regaló a su homólogo de En Comú Podem un denso dosier con toda su obra en el ministerio. El cabeza de lista del PPC también sacó las garras en el capítulo de corrupción contra Rufián y Domènech. El republicano le reprodujo los SMS de Mariano Rajoy a Luis Bárcenas y Fernández Díaz encendió el ventilador recordando que ERC expulsó a la militante que detonó el 'caso 3%' en Torredembarra.

Tan enfrascados estuvieron los candidatos en sus dimes y diretes que ninguno se acordó, en dos horas largas de debate, de Artur Mas y su fallida investidura.