Cuerpos extraños en la Cámara

Casi todo fue nuevo en la sesión constitutiva del Congreso: bandas de música, bicicletas, bebés, exóticas fórmulas para asumir el cargo y diputados que revelan su verdadera edad

Mariano Rajoy contempla al diputado de Podemos Alberto Rodríguez, este miércoles en el Congreso.

Mariano Rajoy contempla al diputado de Podemos Alberto Rodríguez, este miércoles en el Congreso. / J J GUILLEN

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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Hubo un momento, cuando ya había comenzado la sesión constitutiva del Congreso, en el que Pablo Iglesias salió este miércoles del hemiciclo con expresión desorientada. Tenía necesidades y no sabía cómo satisfacerlas. 

“¿Aquí dónde está el baño?”, preguntó. 

Casi todo era nuevo para el líder de Podemos. También para el resto de diputados de su partido y de Ciudadanos. Y también, aunque en menor medida, para los de las fuerzas tradicionales. No fue solo la banda de música llegada de Benaguacil (Valencia) para reivindicar frente a la Cámara baja que Compromís-Podemos tuviera grupo propio. Ni las fórmulas escogidas por los representantes del partido morado para asumir sus cargos. Ni el hijo de Carolina Bescansa. Ni las bicicletas de varios parlamentarios. Ni los miembros del Gobierno en funciones, que hasta hace poco eran las estrellas del lugar y ahora solo unos diputados más.

El Congreso estaba lleno de cuerpos extraños, y los ya conocidos, como por contagio, también presentaban novedades.

LA CONFESIÓN

Cada vez que arranca una legislatura, la presidencia del Congreso es ocupada de forma interina por el diputado de más edad. Se trataba de José Manuel García-Margallo. Los servicios de la Cámara baja habían comprobado que el ministro de Exteriores era el más longevo. Pero no. A María Teresa de Lara, también del PP, le debía de hacer una enorme ilusión ejercer de tercera autoridad del Estado durante solo unas horas, porque no dudó en confesar que llevaba décadas mintiendo sobre su fecha de nacimiento. No era 1944, como aseguraba desde hacía décadas, sino 1942. El puesto fue suyo.

Aquello causó sorpresa en las filas de su partido, pero nada comparado a sus expresiones al ver el aspecto, la actitud y las intervenciones de los diputados de Podemos, que buscaron en todo momento, de forma muy estudiada, diferenciarse del resto.  

Los usos parlamentarios señalan que cuando un diputado escucha su nombre dice algo tan anodino como “sí, prometo” o “sí, juro” para asumir el cargo. Pero el partido morado tenía otros planes. El mantra base fue “prometo acatar esta Constitución y trabajar para cambiarla; nunca más un país sin sus gentes y sus pueblos”, al que muchos añadieron menciones a sus territorios, a la corrupción o a la “lucha de los trabajadores”. Cuando alguno de ellos se trababa, algo que ocurrió a menudo, sus compañeros le animaban (“sigue, sigue”), mientras los miembros del PP se revolvían en sus asientos (“¡ya está bien!”, se escuchó varias veces) y el resto mantenía un respetuoso, pero incómodo, silencio.

La fórmula empleada por los diputados de ERC, por su falta de novedad, causó menos revuelo. “Fins a la constitució de la República de Catalunya, prometo per imperatiu legal. 'Visca els Països Catalans'!”, dijeron. Fue una de las escasas menciones a Catalunya.

Cuando todo terminó, Albert Rivera, líder de Ciudadanos, sonrió y dijo: “Debería haber jurado por David Bowie”. Tiempo al tiempo.