Casado, Cifuentes y el PP remasterizado

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Roger Pascual

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"Lo que me han hecho a mí no se lo han hecho a nadie en este país", sentenciaba Pablo Casado este lunes a la hora de intentar presentar su caso como una caza de brujas inaudita. No había que ir muy lejos, ni siquiera salir de la sede del PP, para ver que se equivocaba. Su caso nació como gemelo del de Cristina Cifuentes, con el que, además de universidad y juez instructora, comparten muchas otras similitudes. Los líos con su máster acabaron con la carrera política de una de las aspirantes a suceder a Mariano Rajoy y amenazan ahora la del heredero del trono de hierro de Génova.

Tanto Casado como Cifuentes ya habían adornado previamente su currículum. El nuevo presidente del PP vendía como un posgrado en Harvard un curso de cuatro días en el barrio madrileño de Aravaca, en el que no se exigía ir a clase y bastaba pagar la matrícula y pasar por un comité de admisiones. Por su parte, la presidenta de la Comunidad de Madrid y había rebautizado el Curso Superior en Administración Pública como Máster en Administración Pública y Dirección de Empresas tanto en la biografía oficial de la Comunidad de Madrid como en la de la Asamblea.

Retoques cosméticos comparados con el 'tsunami' que vendría con los másteres 'de verdad' de los investigados, que la juez sospecha que fueron sendos regalos del exdirector del Instituto de Derecho Público, Enrique Álvarez Conde. Tras autoerigirse en símbolo de la lucha contra la corrupción, Cifuentes se situó en el disparadero cuando eldiario.es empezó a sacar los claroscuros de su título de la Universidad Rey Juan Carlos. Negó haber hecho nada malo, con la misma determinación que un niño niega haberse comido la tarta de la nevera aunque el chocolate en el mentón y las migajas en la camiseta le incriminen. Se aferró durante 35 días al grito de "no me voy, me quedo, me voy a quedar". Un 'se queda' que duró lo mismo que el de Neymar en el Barça. 

No fue el goteo de noticias sobre el máster lo que la tumbó sino dos cremas robadas en un supermercado de Vallecas. Lo que la mandó al paro fue su particular versión del videoclip 'Been Caught Stealing' de Jane's Addiction (que alguien había guardado en un cajón durante siete años esperando, como con un buen vino, el momento propicio para airearlo).

Antes del 'cremagate', Casado también contribuyó con su actuación a erosionar la imagen de la presidenta madrileña. Un día después de que 'El País' sacara que tenía un máster como el de Cifuentes, pero no recordaba si fue a clase, el entonces vicesecretario de Comunicación del PP quiso demostrar que él no tenía nada que ocultar. Mientras ella seguía sin encontrar su trabajo de fin de máster y las lagunas de sus explicaciones generaban más y más dudas, él blandió sus trabajos, dejando en evidencia a su acosada compañera de partido.

Nadie esperaba por entonces que Casado entrara en la carrera de la sucesión de Rajoy, igual que, como decían los Monty Python, nadie espera a la inquisición española. Ahora el líder del PP juega la carta de la persecución inquisitorial, la misma que usó una y otra vez Cifuentes antes de claudicar. Habrá que ver si el máster acaba también con el proyecto de Casado de remasterizar el sonido e imagen del PP.