José Montilla y Artur Mas, presidente de la generalitat y líder de ciu

No basta con salvar los muebles

La sentencia del Estatut ha dominado la política catalana y el debate sobre el estado de la nación que, pese a su mal momento, ha vuelto a ganar Zapatero, según el CIS. La vasca BBK, se come a la cordobesa Cajasur. Las fronteras autonómicas ya no condicionan el futuro de las cajas.

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Joan Tapia

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Hay quien dice que la jornada del viernes fue penosa y que el Parlament solo logró un escuálido pacto de mínimos. El imprescindible para no hacer el ridículo ante los manifestantes del sábado anterior, ante Catalunya y ante España. Tienen parte de razón aunque se salvaron los muebles. En Madrid el grupo parlamentario socialista (según dijo, fruto del pacto con el PSC) presentó una resolución, al debate del estado de la nación, afirmando que la sentencia ha causado malestar en Catalunya y que se debe «restituir» el Estatut. No está mal, pero es un camino tortuoso. Y en Catalunya Artur Mas permitió alpresidentMontilla (abandonado por Esquerra) presentar y aprobar una moción que reafirma el preámbulo del Estatut. También la apoyó ICV y al final incluso Puigcercos.

CiU Y EL PSC SE BASTAN / No es un fracaso pero dista mucho de lo posible y de lo conveniente. Para «restituir» el Estatut, la unidad catalana sería lo óptimo pero, con el debido respeto a Esquerra e ICV, larealpolitikdicta que los dos partidos centrales –CiU y PSC– se bastarían. Porque votaron juntos el Estatut y porque juntos tienen 35 diputados, el 10% del parlamento español. Habría que lograr que estuvieran operativos porque sin ellos no se puede gobernar España. Por eso, si el domingo 4 de julio Montilla y Mas recibían un notable por su primera reacción a la sentencia (quizás por una inocencia impropia de mi edad), hoy la nota es un suspenso alto. Han salvado los muebles pero debían picar mas alto.

Montilla ha plantado cara en la reacción a la sentencia. Pero no quiere arriesgar la relación con el PSOE. Cree que hundir a Zapatero es llevar a Rajoy a la Moncloa. Tienesurazón. Mas cree que su objetivo es ganar y sustituir un Gobierno agrietado por otro fuerte. Y que CiU no puede renunciar a su papel de bisagra en Madrid. También tienesurazón. Pero esto no es incompatible con pedir –juntos– que la «restitución» que promete Zapatero no se quede en buenas palabras. ¿Cómo?.Exigiendo, por ejemplo, que parte de la «restitución» se haga en metálico: en septiembre por decreto-ley. Como con las cajas y el recorte salarial a los funcionarios.

Montilla cree que se quebraría la relación con el PSOE y se equivoca, porque Moncloa solo atiende la presión salvaje. Y Mas prefiere no cabalgar con el PSC y enarbolar solo la bandera del catalanismo responsable y delmorro fort. Pero no es razonable –ni creíble- (excepto para niños) que un país que desprecia «restituir» un Estatut pactado con sudor pueda lograr «nuevas vías sin límites», como el concierto económico o el derecho a decidir. Es como si un equipo de fútbol abandonara un partido a mitad del segundo tiempo, irritado por el arbitraje, con la idea de ganar el partido de vuelta, donde puede tener menos jugadores (PSC, quizás ICV).

Se entiende que Montilla no rompa con el PSOE para que no venga el PP. Y que Mas quiera que CiU gobierne aquí y sea decisiva en Madrid. Y lo importante no es tampoco respetar la voluntad (¿quién es el intérprete autorizado?) de los manifestantes del sábado 17. Lo decisivo, y tampoco imposible, para «restituir» el Estatut y empezar a ganar sería que la portada deEl Mundode ayer con el título de «Los que mandan en España» y la foto de Saura, Carod, Montilla y Mas en el Parlament, se aproximara a la verdad.

Porque la protesta sola es estéril. No todo es positivo en una gran manifestación en la que (por desorden o confusión) la cabecera no puede avanzar porque la vía pública está ocupada por ciudadanos de buena fe (o de no tan buena). Me dicen que elpresidentPujol, cuando llegó y vio el panorama, preguntó: «Aquí qui mana?». Nadie. Porque los unos vigilaban que no lo hicieran los otros y los otros no querían que lo hicieran los unos. ¿No teníamos una policia propia? La cabecera se acabó autodisolviendo. Y los pueblos sin autoridad ni son soberanos ni inspiran respeto.