El sumario de los atentados de Catalunya

Said Aalla a un amigo: "Los españoles son mala gente"

Youssef Aalla y Said Aalla

Youssef Aalla y Said Aalla / EL PERIÓDICO

Juan José Fernández

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A Hamid Oukabir, primo de dos miembros de la célula terrorista que atacó en Barcelona y Cambrils, le llamó la atención que su joven amigo Said Aalla decidiera cambiar tan radicalmente su imagen en el Ramadán de 2017. Era el mes de junio. El pequeño de los dos hermanos yihadistas Aalla "se cortó una cresta que llevaba y se rapó".

Este testimonio forma parte del sumario de los atentados del 17-A. Lo recogieron los mossos entre numerosos interrogatorios a familiares y vecinos de los terroristas. 

Quizá Hamid Oukabir no le habría dado más importancia al hecho del corte de pelo si no fuera porque en una ocasión, por esa misma época, Said le miró con ojos llorosos y le aseguró: "Los españoles son mala gente. Te desean lo peor".

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Destaca entre los testimonios recogidos por los mossos el de este primo de los Oukabir, lo suficientemente cercano a la familia Aalla como para que la madre del fanático Said le contara que Youssef, su hijo mayor, "iba a hacer algo muy grave", cuenta un informe policial integrado en el sumario. Entonces Hamid no le dio demasiada importancia.

La madre también le contó cómo salió Said hacia su terrorífica misión. El 17 de agosto de 2017 "estaba durmiendo, estirado, y recibió una llamada". Aalla se levantó, se despidió de su hermano pequeño, de 7 años, "le dijo que ya no se verían más y se marchó de casa".

El terrorista Omar Hichamy, según recuerda este testigo, fue más disimulado. Invitó a comer a varios amigos y les dijo que era la última vez que se veían, que se iba a ir al extranjero. La historia se contaba en la peluquería magrebí de Ripoll.

"No miraba a las mujeres"

Puede que ni la familia de Youssef Aalla, ni tampoco su entorno de la colonia magrebí de Ripoll (Girona) se dieran verdadera cuenta del grado de fanatismo que había alcanzado hasta el día en que se extendió entre ellos la anécdota de que Youssef le había roto la tablet a un hermano pequeño, de seis años. Lo hizo sentenciando que el Islam prohíbe los videojuegos.

Esto relataba preocupado el padre de los Aalla, Brahim, según contó a los Mossos d’Esquadra Saber Oukabir, primo de los hermanos Oukabir, miembros, como Aalla, de la célula terrorista que atacó en Barcelona y Cambrils.

Entre los relatos incluidos en la investigación policial destacan los comentarios de cercanos sobre la fanatización de Youssef Aalla. Lo que para Saber Oukabir era "una radicalización evidente", para Hafida, hermana de los Oukabir, era "un fuerte cambio" que Yousef había sufrido "en dos años, pasando de ser un chico alegre a ser una persona fría, que no la saludaba y que no miraba a las mujeres", relatan los Mossos en un informe policial. [Los terroristas okuparon una casa en Girona].

En torno a Youssef abundaban los comentarios y la inquietud. La madre de los Aalla, Ito Haloui, le había dicho poco antes de los atentados que su hijo Said le había dicho que Youssef "algo tramaba, que decía que iba a coger fruta y estaba haciendo otra cosa".

En el círculo familiar de los terroristas no eran desconocidas sus continuas reuniones, primero en un piso de el Raval de Sant Pere de Ripoll, después en la casa de otro miembro de la célula, Mohamed Hichamy, pues sus padres pasaban largas temporadas fuera de casa; y después, en una casa cerca de la playa.

Saber Oukabir, además, tenía razones extra para mosquearse: casi a diario, durante los 15 días antes de los atentados, Youssef Aalla le pedía insistentemente que le prestara una furgoneta de su propiedad. "“Le dijo que quería transportar una nevera", cuenta el sumario.

Dejó las drogas

Quizá no esté muy lejos del comportamiento alocado de Youssef un pasado de "consumidor de sustancias estupefacientes y alcohol, hasta hace dos años, que empezó a rezar e ir a la mezquita nueva de Ripoll dejando de lado las sustancias y el alcohol". El relato es de Brahim Aalla, el padre, que aseguró a los mossos que no se hablaba con su hijo, que estaban muy distanciados, aunque no tanto como para no enterarse del cambio de estética que adoptó durante su radicalización: "Se dejó crecer la barba, afeitándose el bigote". [Los yihadistas aprendieron a matar gracias a Internet].

Ante los mossos, Ito Haloui, la madre de los Aalla, fue menos locuaz que ante los amigos de los hijos, algunas de cuyas versiones negó ante los policías. A los agentes solo les contó que su hijo Youssef le había dicho que iba a empezar a trabajar en una fábrica de Vic en septiembre.

Casi todos los miembros de la célula terrorista salieron a matar sin apenas despedirse, cerrando en silencio las puertas de sus casas o mintiendo.

La última vez que Fátima Ouhnine, la madre de los hermanos Oukabir, vio a Moussa, el hijo pequeño, fue el mismo 17 de agosto de 2017. Comieron juntos, de hecho, en su casa de Ripoll. Al acabar, Moussa se levantó, le dijo que se iba a dar una vuelta y se marchó, sin más, para no volver.

No lo hizo igual Younes Abouyaqoub, el autor material de los atropellos de La Rambla. El 17 de agosto había quedado la familia a comer, contó el padre, Omar, a los mossos. Llevaba ya un mes durmiendo fuera de casa. Younes recibió una llamada y les dijo que no comería con ellos, que tenía que irse: "Un amigo ha tenido un accidente y está en el hospital".