EL ÓRDAGO INDEPENDENTISTA

Artur Mas y 'El Principito'

El 'expresident' y las 'exconselleres', que llegaron con retraso, despacharon más pronto de lo esperado las preguntas de la defensa

Ortega, Mas y Rigau, en el juicio por el 9-N.

Ortega, Mas y Rigau, en el juicio por el 9-N. / periodico

RAFA JULVE / BARCELONA

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No llevaba Artur Mas la estilográfica con la que el 27 de septiembre del 2014 firmó el decreto de convocatoria de la consulta del 9-N. No la podía llevar porque aquella Inoxcrom fue donada al Museu d'Història de Catalunya para ser exhibida en un futuro. Sí llevaba en cambio prendido a la solapa un pin con el escudo de 129º presidente de la Generalitat. "Es el mismo que llevaba entonces", explicaba él mismo a unos pocos periodistas presentes en la sala de vistas durante el único receso del interrogatorio.

El 'expresident' se mostraba tranquilo durante los diez minutos de pausa ordenados por el tribunal para dirimir las cuestiones previas. La procesión debía de ir por dentro. Irene Rigau entraba en la sala tras dar cuenta de un toblerone que había compartido con Joana Ortega y se ponía a hablar con sus familiares. La 'exconsellera' de Ensenyament sonreía. A la exvicepresidenta, arropada por sus hijos y otros allegados, se la veía más nerviosa.

"Estoy muy tranquilo", reiteraba Mas en francés a una redactora de France Presse después de intercambiar unas miradas de afirmación con su esposa, Helena Rakòsnik. "Es la primera vez que se juzga a un Gobierno por dejar que el pueblo vote. Hice lo que tenía que hacer y volvería a hacerlo", insistía. El libro preferido del líder de la antigua CDC es 'El Principito', y una de las frases que parecen haberle marcado de esa novela es la siguiente: "Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo, eres un verdadero sabio".

De la obra magna de Antoine de Saint-Exupéry tal vez haya quien recuerde más que "fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante". Y léase aquí rosa como aquella consulta mutada después en proceso participativo que durante tanto tiempo estuvo ideando el exjefe del Govern. Lo hice porque se lo debía al pueblo de Catalunya que tanto estimo, fue su tesis argumental durante el interrogatorio, rematada con que se hizo todo siguiendo la más estricta legalidad. Si no, "¿por qué no hizo nada el Tribunal Constitucional?" al ver que el 9-N se estaba votando, se preguntó. Entonces llegó el primer 'zasca' del presidente del tribunal: "Usted no debe lanzar aquí un interrogatorio. Usted debe responder a las preguntas".

DEL TSJC AL PARLAMENT

Anteriormente el magistrado ya había pedido al 'expresident' que no se acercara tanto al micro porque su voz se distorsionaba, pero es que Mas se había ido viniendo arriba a medida que transcurría el tuya-mía, tuya-mía con su abogado defensor, el único al que tuvo a bien contestar. "Cíñase a responder a la pregunta", le insistió en otro momento el juez al ver que el exjefe del Govern derivaba hacia un discurso institucional. Por momentos dio la sensación de que Mas había saltado 200 metros en dirección sureste desde el Palau de Justícia y estaba respondiendo en una comisión o en una sesión de control del Parlament. En las 40 sillas habilitadas para el público (las otras 20 eran para prensa) ni familiares ni afines pudieron hacer si quiera un ademán de aplauso. Estaban apercibidos: prohibido hacer gestos o comunicarse con el exterior. "Pongan el móvil en modo avión", había solicitado el presidente del tribunal.

Dentro de la sala el silencio era total. No se oían en absoluto los gritos de apoyo a los acusados procedentes de la concentración independentistaconcentraciónindependentista organizada frente al edificio. Nadie se enteró de los vítores de los manifestantes cuando el viento dejó pendiendo de un hilo la bandera de España que estaba izada en lo alto del palacio. La enseña se enroscó con la de la UE y unos operarios tuvieron que subir a retirarlas, por lo que la 'senyera' se quedó sola ondeando por unos minutos para regocijo de muchos.

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UNA CARPETA VERDE CON 'POST-IT'

Ajeno a lo que ocurría en el exterior, el interrogatorio continuaba. La sesión había empezado a las 9.50 horas --un retraso ostensible que había conllevado la reprimenda del tribunal a los abogados de la defensa--, Mas había despachado su turno en tres cuartos de hora y menos aún estuvieron Ortega y Rigau. La primera parecía haber memorizado lo que tenía que responder. Mientras Mas intercambiaba algunas palabras con Rigau y consultaba a toro pasado algunos documentos que llevaba en una carpeta verde con un 'post-it' lleno a rebosar de anotaciones, la exvicepresidenta contestaba sin titubear a preguntas de su abogado. Y ante la duda, el comodín: "Fueron los voluntarios" los que ejecutaron el 9-N.

La misma estrategia siguió la 'exconsellera' de Ensenyament, que para glosar el adn voluntarista de los catalanes llegó a mencionar hasta la implicación de decenas de ciudadanos que viajaron a Galicia cuando lo del 'Prestige'. Mientras el fiscal apuntaba en el ordenador algunas de sus palabras y la miraba como diciendo ay, si me dejaran preguntarte, Rigau fue respondiendo con la misma serenidad que sus compañeros. Hasta pareció que se le hizo corto cuando el juez tocó la campanilla para dar por finalizada la sesión.