Mirador

¡Aleluya!, que la secesión es fácil y cuesta abajo

Carles Cols

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Seré breve.Viktor Belenkofue célebre en septiembre de 1976 porque, a bordo de un hasta entonces ultrasecreto MiG-25, huyó de la Unión Soviética con destino al aeropuerto más cercano que alcanzaba su deposito de combustible. Aterrizó en Hakodate (Japón). El revuelo fue colosal. Pero de aquella vieja aventura del mundo del telón de acero tal vez sea el capítulo más fascinante el día en que, ya en Estados Unidos y acompañado por agentes de la CIA, al piloto desertor se le permitió dar un paseo y entrar en un supermercado.Belenkoestaba convencido de que aquello –estanterías y estanterías llenas de productos y más productos– era un montaje de los servicios secretos estadounidenses.

Adéu, Espanya?Buen nombre para el supermercado de la independencia que anteayer programó TV-3. Uno de cada 10 catalanes (cifra impresionante, sin duda) presenció esa comunión de catedráticos, empresarios y recién surgidos prohombres del independentismo catalán cantando a coro un aleluya, que la secesión es fácil y cuesta abajo.

Hace una semana, el presidente del Cercle d'Economia,Salvador Alemany, casi suplicaba por favor que el Gobierno de España evite cualquier tentación de adelantar las elecciones porque no está la economía para que la política entre en estado de hibernación durante ocho o nueve meses. Es cierto que la crisis, aunque dure hasta el 2020 como pronostican los pesimistas, es solo una coyuntura, y la independencia, para quienes la desean, es un proyecto con aspiraciones de eternidad. Pero incluso en tiempos de bonanza es difícil imaginar que el empresariado catalán no se eche a temblar ante una hipótesis palpable de independencia, porque sabe mejor que nadie que la relación de vecindad de Catalunya con el resto de España se parece poco a la de Groenlandia con Dinamarca y sí, y mucho, a la de flamencos y valones en Bélgica.

Conclusión: uno de cada 10 catalanes no pudo disfrutar enAdéu, Espanya?de las enormes similitudes que guardan los casos de España y Bélgica por la sencilla razón de que no fueron incluidas en el guión del documental. Una experiencia similar la tuvoBelenkoen 1976 en aquel supermercado. «Compré una caja donde poníaFreedom(libertad) junto a la foto de una bella muchacha», contó años más tarde. La abrió con toda la ilusión del mundo. Dentro solo había compresas.