PERFIL

Alejandro Fernández, un líder sin padrinos

Amante del 'grunge' y fanático de Thatcher, deberá encarar el reto de liderar un partido muy debilitado tras el 21-D

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Júlia Regué

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Recuperó su escaño en Nochebuena, en el recuento de votos definitivo de las elecciones del 21-D, y se propone ahora reavivar un PPC más tocado que nunca. Alejandro Fernández (Tarragona, 1976) presume de dotes de orador, de lucidez argumental y de visión estratégica, unas cualidades que le han aupado del cuarto escaño del grupo parlamentario al primer puesto de la cúpula conservadora catalana. 

Hijo de asturianos, se asentó en Tarragona junto a su familia en los años 70. Desde niño, tenía claro que quería ser político, y al cumplir la mayoría de edad no dudó en alistarse a la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) para cursar Ciencias Políticas y de la Administración. Anonadado con el legado de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, se propuso hacer más atractivas las tesis liberalconservadoras y se afilió a las juventudes del PP, Nuevas Generaciones, en 1994. Leía, estudiaba y retorcía cualquier idea en un argumento a usar reclinado en cualquier atril. 

Una vez licenciado, ejerció como docente en la Universitat Rovira i Virigili (URV). Amante del género musical 'grunge', rayó los discos de Sisters of Mercy y los incorporó a su colección de cerca de 1.500 películas y 2.000 CD.

En el 2003 aterrizó en el consistorio tarraconense -donde pasaría 13 años-. Fernández no tuvo padrinos, a diferencia de la mayoría de líderes populares, y tuvo que hacerse a sí mismo para encarrilar su carrera política. Lo logró. Solo cuatro años después pasó a liderar el grupo municipal y en el 2008 comenzó a dirigir el PP de Tarragona. En las elecciones del 2011 repitió al frente de la lista conservadora y el PPC pasó de cuatro a siete concejales. La campaña estuvo teñida por la polémica sobre el uso que hizo el político de la canción de Lady Gaga que lleva por título su nombre y que la productora exigió retirar por falta de permisos. "Toca PP, confía en Alejandro. Un nuevo alcalde que se preocupa por ti. Si tienes alguna duda de quién mola en Tarragona, Alejandro se mueve, Alejandro se moja", entonaba.

Pacto frustrado

Fernández pactó con CiU para arrebatarle la alcaldía a los socialistas y coronarse al frente del consistorio, pero los convergentes se desdijeron a última hora. Fue Oriol Pujol, entonces secretario general adjunto de CiU, el encargado de hacer saltar por los aires aquel acuerdo porque, dijo, Catalunya no se podía permitir que una capital de provincia estuviera en manos del PP. El socialista Josep Félix Ballesteros volvió a levantar la vara una vez más.

Aterrizó en el Congreso como diputado provincial en el 2011. Allí se hizo buen amigo de Pablo Casado, al que años después auparía hasta la cúpula del PP, y de Daniel Serrano, su mano derecha. El buen ojo no le falló y fue uno de los primeros dirigentes en apoyar al sustituo de Mariano Rajoy cuando todos centraban la victoria en el tándem Soraya Sáenz de Santamaría-María Dolores de Cospedal. Casado arrasó en Catalunya y Fernández sabía que su victoria le allanaba también a él camino. Tampoco nadie se le opuso hasta la cima de los populares catalanes. Ahora deberá lidiar con un nuevo equipo para resucitar al PPC.