El PP de Albiol baja a 11 escaños y se queda en números de 1992

Albiol recibe el apoyo de Alicia Sánchez Camacho, en presencia de Andrea Levy, Jorge Fernández Díaz y otros miembros del partido.

Albiol recibe el apoyo de Alicia Sánchez Camacho, en presencia de Andrea Levy, Jorge Fernández Díaz y otros miembros del partido.

RAFA JULVE
BARCELONA

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Xavier García Albiol presumía el pasado 28 de julio, cuando lo nombraron candidato del PPC, de que «nunca» había perdido unas elecciones; de que su partido siempre había ido a más con él de cabeza de lista. Hasta ayer, cuando los populares se dieron un sonoro batacazo al quedarse con 11 diputados, ocho menos de los que obtuvieron en el 2012. Es su peor resultado desde 1992, con Alejo Vidal Quadras al frente de la lista, lo que los sitúa como penúltima fuerza en el Parlament y demuestra que el efecto Albiol tuvo poco recorrido.

Los populares, algunos de ellos notablemente afectados, solo encontraron anoche dos consuelos. El primero, que en privado todos daban por hecho que la debacle hubiera sido superior con Alicia Sánchez-Camacho al frente (con encuestas que les daban solo media docena de escaños). El segundo, que el soberanismo no se ha impuesto en votos. «La alta participación ha demostrado que una inmensa mayoría de catalanes no estamos por la fractura. Aquellos que plantearon las elecciones como un plebiscito han fracasado», afirmó Albiol tras admitir su fracaso. «Es la primera vez desde 1984 que CDC y ERC no suman mayoría absoluta», prosiguió cual si fuera un bálsamo de fierabrás. Acto seguido, volvió a reclamar «una alternativa» de partidos frente al soberanismo.

NI EN BADALONA/ Su tirón en las municipales en Badalona, donde fue el más votado, le permitió crecer ayer en más de 7.000 votos respecto del 2012, pero tampoco ahí encontró una alegría Albiol, puesto que quedó en segundo lugar, por detrás de Junts pel Sí. El candidato mitineó en la ciudad dos veces, pero anoche ya había voces en el partido que reprochaban que en los últimos días había habido demasiadas visitas fuera del área metropolitana de Barcelona, su verdadero terreno de juego.

Otro factor que les ha desgastado es que, lejos de hacer propuesta alguna que permitiera cautivar al electorado de centroderecha más o menos catalanista, los populares se han pasado la campaña azuzando el miedo con las graves consecuencias que según ellos implicaría la independencia. Albiol no ha dejado de airear un documento de la Generalitat en el que se avisa de la posibilidad de un corralito. Ha alertado también del peligro de quedarse sin pensiones y, sobre todo, ha dado por hecha la salida de la UE de una Catalunya independiente. Lo mismo que Mariano Rajoy, erigido en el verdadero candidato popular en la recta final de campaña, con cuatro mítines de cinco en la última semana. Es decir, durante la «semana negra», como la bautizan algunos cargos.

El patinazo del presidente del Gobierno central en Onda Cero con las nacionalidades, y la manipulación de un párrafo de la Comisión Europea que rechazaba con más dureza la independencia han restado posibilidad de recuperación a los conservadores, que no han logrado el rédito que esperaban con los apoyos internacionales que han recibido sus tesis, desde Barack Obama hasta Nicolas Sarkozy. Por mucho vídeo de la cúpula popular hablando en catalán, en su campaña ha predominado lo negativo. Rajoy ha primado la proximidad de las elecciones generales a hacer cualquier gesto, por mínimo que fuera, que mejorara sus perspectivas en Catalunya pero creara rechazo en el resto de España. Y así le ha ido a Albiol.