Rivera se abre ya a negociar un 'sí' a Rajoy

JUAN RUIZ SIERRA / GEMMA ROBLES / MADRID

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Albert Rivera ha vuelto a virar. A moverse. Y como ya es tradicional en él, asegura que lo hace por sentido de Estado y para evitar la «crisis institucional» a la que, a su entender, populares y socialistas parecen dispuestos a llevar a España. Ha sido cuestión de una semana el pasar de un "nosotros ya nos hemos movido hasta la abstención, que se muevan otros" al anuncio de que Ciudadanos negociará para poder acabar votando 'sí' siempre y cuando Mariano Rajoy ponga fecha ya a su investidura y acepte, además, seis condiciones sobre regeneración que habrían de ponerse en funcionamiento en los tres primeros meses de gobierno. Casi todas de fácil digestión para el PP, por cierto.

Esto ha ocurrido en seis días, los transcurridos entre la primera cita de Rivera con Rajoy después de que este recibiera el encargo del Rey y la tarde de este martes, en la que el jefe de los naranjas salió a la palestra en el escritorio del Congreso, con la bandera de España y la UE de fondo, a explicar su nueva posición, que no incluye entrar en el Ejecutivo, según aclaró. Si todo esto saliera finalmente adelante y lograra que el PSOE u otros grupos facilitasen con su abstención un Gobierno, Rivera podría desempeñar en los próximos años el mismo papel que tuvo Oriol Junqueras durante buena parte de la anterior legislatura catalana, en la que influía definitivamente en la gobernabilidad al tiempo que ejercía la oposición (aunque ERC era el segundo partido del Parlament).

“MÁS POR ESPAÑA”

Antes de comparecer ante los periodistas, Rivera reunió a su ejecutiva y telefoneó y envió un documento al aspirante popular, para que no se enterase de su mensaje por los medios.

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"Los españoles no tienen más tiempo. Quieren cambios y gobierno. No entienden de crisis internas en el PSOE ni de corrupción en el PP. Por eso hoy he planteado posibles soluciones y desbloqueos a esta situación -alegó Rivera-. Si Rajoy no pone una fecha y el Partido Socialista sigue desaparecido y dice que no pone de su parte y que no cuenten con él, nos tenemos que plantear: ¿de verdad que en Ciudadanos no podemos hacer nada más por España? Y hemos llegado a la conclusión de que algo más sí podemos hacer. ¿Se puede poner en marcha este país? Sí, si hay una apuesta por la regeneración y contra la corrupción". Después llegó el despliegue de su propuesta regeneradora, media docena de medidas que según dijo Rajoy debe firmar para que él se siente a negociar las condiciones de su apoyo ya explícito a una investidura.

Así, el primer paso que exige para "regenerar España" -misión que ahora sí acepta que capitanee Rajoy- es garantizar que quedará fuera de la vida política cualquier cargo o parlamentario que sea imputado, el mismo listón que C’s colocó al PSOE en Andalucía y al PP en Madrid y en La Rioja para darles apoyo. Este primer punto podría suponer que la valenciana Rita Barberá, ahora senadora, tuviera que abandonar la Cámara en cuanto el Supremo se pronuncie sobre su posible procesamiento. Lo que no especifica es qué ocurre cuando el procesado es todo un partido en vez de uno de sus dirigentes, como puede ocurrir con el PP tras el periodo estival en caso de que se convierta en firme el auto del juez que atribuye a la organización política la presunta comisión de un delito de daños informáticos y otro de encubrimiento por el supuesto borrado de los ordenadores usados por Luis Bárcenas, su extesorero.

La segunda de las condiciones de Rivera es la supresión de los aforamientos para cargos políticos y representantes públicos. En el documento que Rajoy le entregó a él la semana pasada para comenzar a negociar se habla de "reducción". En cualquier caso impulsarlo necesita de una reforma de la Constitución. El jefe de los naranjas reclama en tercer lugar una nueva ley electoral que persiga un mayor incremento de la proporcionalidad, así como la desaparición del voto rogado, algo que los conservadores ya sabían que tendrían que afrontar más temprano que tarde. Asimismo se exige que no vuelva a haber indultos por corrupción, una figura que los populares han usado poco desde el Ejecutivo pero más de lo que admiten con algunos políticos catalanes de Uniò y con algunos cargos del PP (indultos parciales) a principio de la décima legislatura.

El quinto punto del documento que ya le ha remitido Rivera a Rajoy es la limitación a ocho años o dos mandatos el periodo de un presidente del Gobierno. Bien mirado, hasta supone un respiro para el líder del PP, que desde hace meses ha tenido que escuchar cómo se pedía su cabeza para negociar. Su equipo, de hecho, no descartaba que una moción de confianza a los dos años de esta legislatura fuera uno de los requisitos que se le plantearan. La última de las seis medidas es la aceptación de una comisión de investigación sobre la supuesta financiación del PP y el ‘caso Bárcenas’, organismo que, de cualquier forma, se abrirá en el Congreso si así lo desean Ciudadanos, PSOE y Podemos por contar con los escaños suficientes para hacerlo.

EL PRECEDENTE

El formato de plantear un pack de condiciones ligado a la negociación no es nuevo para Rivera. Fue el mismo que ya usó para cerrar (ahora es para abrir) las conversaciones que mantuvo durante la legislatura fallida con el socialista Pedro Sánchez.

Entonces también demandó la limitación de mandatos y la supresión de los aforamientos, junto a la despolitización de la justicia a través de cambios que garantizasen la independencia entre poderes judicial y político y, lo que resultó más problemático para el PSOE, la desaparición de las diputaciones.