Los escándalos populares

Zaplana, la baraja española

Desde que hablara Camps, quedó aún más claro que el as del palo valenciano de los naipes de la corrupción era el exministro del PP

Eduardo Zaplana

Eduardo Zaplana / periodico

Javier Aroca

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Apenas han pasado horas desde que un político catalán nos proponía una España monocroma, con solo una especie: el español. Poco ha tardado la realidad en desmentirlo,  desde que la UCO, unidad española, por orden de un juzgado de instrucción, español, deteniendo a otro español, de gracia Eduardo Zaplana y otros más de su partida y nacionalidad, nos volvieran a la policromía. En España hay españoles que se levantan a las seis de la mañana a trabajar a ganarse el sustento honradamente, mientras otros a las seis aún no se han  acostado, atareados en actividades tan patrióticas como la prevaricación, el cohecho, la malversación, el blanqueo de capitales. Por supuesto su cualidad de españoles de bien la acusan en esos paraísos fiscales, enclaves de la patria en los que enarbolan la bandera de su conveniencia. Es grave, no es cualquiera , la contumacia nos hace insensibles, pero se trata de alguien que fue el máximo representante del Estado en Valencia, entre otras cosas, y ministro del Reino.

La Polinesia de la corrupción

Sería tan hilarante, a estas alturas, que ningún dirigente popular ha dicho del ex de casi todo de su partido,  que es un caso aislado. En  cierto sentido, lo es pero por otras razones,  porque esto de ahora  no tiene nada que ver con 'Púnica', 'Lezo', 'Gürtel'... pero, ¿isla? A fuer de tanta isla han construido la Polinesia de la corrupción popular, un archipiélago tan extenso como ese vasto  continente de plástico que flota a la deriva por los océanos. Se trata , además, de uno de los muchachos de Aznar, profeta, uno de los suyos, de antes y de ahora, es veterano desde Naseiro, aunque se apresuren, esta vez ni presunto,  sin esperar  el juicio oral, a suspenderlo de militancia.

Los norteamericanos idearon una baraja de hombres malos para acabar con el régimen de Sadam Husein. Iban cayendo uno a uno. Cada día es más fácil imaginarse la baraja española de la corrupción. Desde que hablara Camps hace unos pocos días, quedó aún más claro que el as del palo valenciano de la baraja era Zaplana. Pero hay más palos y más ases, incluso fundadas conjeturas de quién podría ser el as de oro de toda la corrupción del Partido Popular, es más, casi estamos en condición de reunir los cuatro ases. Y quizá de quedarnos sin baraja, que la española tiene solo 48 naipes.

Y mientras , entre naipe y naipe, España sigue gobernada por corruptores y corrompidos. Es una cuestión de Estado; con cada carta descubierta  encima de la mesa se tambalea más la democracia española. O se está contra la corrupción o se está permitiéndola , arriostrándola. Da igual que sean españoles, incluso "mucho españoles". Ya lo dijo García Lorca, prefiero un chino honrado a un español corrupto. Con o contra, no valen estrategias de ocasión , ni asaltos al poder en diferido.

En Valencia afirman que es el último de su especie en libertad, del palo valenciano, y que, hasta ahora, dice Joan Baldoví, era como una anguila. Doy fe, soy de tierra de anguilas, es muy difícil cogerlas. Si, al final, la anguila se escapa, por prescripción o por otra causa, crecerá la desconfianza, parecerá que la corrupción es tal y con tantos implicados, en tantos estamentos, que no habrá  'all i pebre' que nos libre.