LAS POSICIÓN DEL EXDIRIGENTE EN LAS PRIMARIAS SOCIALISTAS

Zapatero y sus razones

Quizá el expresidente debería hacer examen de conciencia antes de opinar sobre lo que hoy sucede en el país

José Luis Rodríguez Zapatero y Eduardo Madina, ayer, en una charla con militantes en la sede del PSC.

José Luis Rodríguez Zapatero y Eduardo Madina, ayer, en una charla con militantes en la sede del PSC.

JOSEP OLIVER

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En su última visita a Catalunya, el expresidente Rodríguez Zapatero escandalizó a propios y extraños. Sus comentarios sobre las relaciones entre catalanes y andaluces y la consideración de la mujer fueron, ciertamente, sorprendentes. En particular, por faltar a la verdad. Es cierto que en Catalunya, como en todas partes, no es oro todo lo que reluce. Pero también lo es que el 'president' Montilla nació en Iznájar (Córdoba), y a nadie se le ocurrió que ello fuera un demérito para alcanzar el máximo nivel institucional del país. Sus reflexiones señalan un profundo desconocimiento del papel que tiene la meritocracia para los catalanes. La nuestra es una sociedad que tiende a valorar, muy positivamente, el esfuerzo individual. Y, por ello y a riesgo de equivocarme por generalizar en exceso, suele importar poco el lugar de nacimiento. Y más lo conseguido por cada uno.

Respecto de las dificultades que encontrarían en Catalunya las mujeres que están en política, de nuevo falta a la verdad. Solo en los municipios más próximos a la capital, y procedentes de diversos orígenes y partidos, son mujeres las que gobiernan Barcelona (Ada Colau, Guanyem Barcelona), Badalona (Dolors Sabater, Guanyem Badalona en Comú), Santa Coloma de Gramenet (Núria Parlon, PSC), Sant Cugat del Vallés (Mercé Conesa, PDECat) o L'Hospitalet de LLobregat (Núria Marín, PSC). No es que en este ámbito la paridad se haya alcanzado, pero negar la evidencia no ayuda.

EL POSO DE LA MEMORIA

Viniendo de quién viene, lo anterior no debería sorprender. Porque es un presidente socialista que, en su momento, no tuvo empacho en postular que reducir impuestos era de izquierdas. O que, reconociendo la importancia de su política de igualdad de género, brillaron por su ausencia medidas efectivas para fomentarla, con presupuesto público detrás: ni guarderías, ni apoyo directo a las familias que deseaban tener hijos, ni conciliación efectiva. Siempre le fue más fácil proclamar principios generales que llevarlos a la práctica.

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Su intervención me ha removido el poso de la memoria. Y de ella, emerge lo difícil que es no recordar su responsabilidad, junto a la del Banco de España, en la crisis de la que tan lenta y penosamente estamos saliendo. Es cierto que el 'boom' del crédito y el de la vivienda se inició con Rato y Aznar, pero también lo es que fue en su primer mandato (2004-2008) cuando la deuda interna y la exterior alcanzaron unos registros jamás contemplados. Ahí tienen algunos guarismos de esa etapa.

LOS GUARISMOS DE LA CRISIS

Primero, un aumento del crédito al sector privado cercano al 110%, desde los 0,9 a los 1,8 billones de euros. Segundo, de ese insólito avance, un tercio correspondió a empresas de la construcción e inmobiliarias y otro tercio a crédito hipotecario a familias: unos 600.000 millones para impulsar la caldera inmobiliaria. Tercero, ello generó una hipertrofia de la construcción y otros sectores de baja productividad, que impulsaron al alza salarios y precios, con el consiguiente deterioro de la competitividad. Cuarto, el agujero exterior, es decir, la necesidad de recursos que nos prestaba el resto del mundo para financiar aquellos excesos, aumentó desde el -3,1% medio de 2000-03, al -7,3% en 2004-07 y alcanzó un máximo, jamás contemplado en la moderna historia del país, del -9,2% en el 2007. Para que nos entendamos, quiere ello decir que, esos años, España presentó el mayor déficit exterior del mundo avanzado, muy por encima del -5,0% de los EEUU; y significa, también, que en 2006-07 pedimos prestado al resto del mundo en el entorno de los 100.000 millones de euros/año. Quinto, ese flujo de recursos se tradujo en una deuda neta exterior que terminó próxima al 100% del PIB, cuando es conocido que por encima del 35% aparecen problemas. Sexto, la deuda externa reflejaba, indirectamente, el elevado endeudamiento privado, también entre los más altos de la eurozona: por encima del 190% del PIB en 2007. Al igual que con la deuda y el déficit externo, sólo Irlanda, Portugal y Grecia nos acompañaron en esa liga de desequilibrios.

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Con estos mimbres, ya pueden imaginar lo que nos había de pasar a la que la crisis llegara: tremenda destrucción de empleo, hundimiento de la construcción y los ingresos públicos, devaluaciones internas, ajustes sin fin, lento desapalancamiento y recuperación dolorosa de la competitividad exterior, devaluación interna comprendida, entre otras lindezas. Quizá Zapatero debería hacer examen de conciencia antes de opinar sobre lo que hoy sucede en el país. Y quizá, ante tanta desgracia, lo más sensato sería callar.