ANÁLISIS

La conjura de Podemos y Ciudadanos

Albert Rivera y Pablo Iglesias, en el debate organizado por la Universidad Carlos III de Madrid.

Albert Rivera y Pablo Iglesias, en el debate organizado por la Universidad Carlos III de Madrid. / JOSÉ LUIS ROCA

Xavier Bru de Sala

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Cuando el PDECat y ERC debaten sobre la conveniencia o no de votar a favor de la moción para echar a Mariano Rajoy Mariano Rajoy se olvidan del factor esencial, que su voto favorable hundiría a Pedro Sánchez sin remisión. La moción ya tiene pocas posibilidades de prosperar. Pero si votan a favor habrán contribuido, y mucho, a su fracaso. Lo mejor que pueden hacer es abstenerse y dejar que se lo monten. Pueden hacerlo con la conciencia muy tranquila, porque el jueves y el viernes no se debatirá tanto la continuidad de Rajoy como la muerte política de Sánchez. La falsa paloma de Podemos, el halcón de Ciudadanos y la arpía que preside Andalucía coinciden en un doble deseo: elecciones inmediatas sin Sánchez de candidato. Cumplirlo habría sido muy fácil si Cs no hubiera patinado cuando presentó su propuesta de moción instrumental. Es evidente que le faltan tres diputados. Pero le podrían ser prestados.

Los elementos objetivos de la conjura son evidentes. Si Sánchez llega a La Moncloa, se habrá consolidado, factor que representa un peligro gravísimo para Pablo Iglesias, un pésima noticia para Cs y una frustración insufrible para Susana Díaz. El problema es que la moción ha sido presentada de manera binaria. O Sánchez o Rajoy.

Ahora bien, la política es una actividad tan tremendamente creativa que ganaría un campeonato de convertir problemas en oportunidades (y viceversa, don Pedro).

El primer escollo para los conjurados es que a Ciudadanos le falta un motivo de peso para votar contra Sánchez. Esta excusa se llama independentismo. Si Sánchez se acerca, está perdido. Si Sánchez no impide que se le acerquen está perdido. Lo sabe y hará todo lo posible para alejarse. Si los independentistas le presentan una oferta de diálogo, no tendrá otro remedio que rechazarla solemnemente. Las voces que le acusan de mal patriota van subiendo de decibelios, y lo harán tanto como convenga. Por si fuera necesario, explicitamos la premisa básica: Rajoy es el primer interesado en el fracaso de la moción. Su prensa crucificará a Sánchez por el flanco catalán aunque no dé el menor motivo.

Según los planes de los conjurados, una vez liquidado Sánchez solo falta presentar una segunda moción, la instrumental, para ir a elecciones. Contaría con el apoyo de los 85 diputados del PSOE (excluido Sánchez, que no lo es), los 71 de Podemos y los 32 de Ciudadanos. Aun sobran doce para liquidar a Rajoy. SOlo deberían ponerse de

acuerdo en un candidato que se prestara a disolver las Cortes de manera inmediata (si antes, al verse perdido, no las disuelve el propio Rajoy).

Sin una moción de Ciudadanos, Sánchez tendría muchas más posibilidades de llegar a La Moncloa y Rajoy algunas de quedarse. Cuando Iglesias declara que si Sánchez fracasa debe abandonar la política y Juan Manuel Villegas anuncia el voto en contra, significa que Cs y Podemos están de acuerdo en sacrificar a Sánchez antes de acabar con Rajoy. Si nadie impide que Podemos preste tres diputados a Ciudadanos, la conjura puede triunfar.