La rueda

Willy y el general

Estas Españas son y serán un irreconciliable esperpento que incluso sorprendería a Valle-Inclán

CARLES SANS

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Sigo en la estupefacción desde que leí, hace días, lo publicado por Willy Toledo en Facebook acerca del Día de la Hispanidad, de la Virgen del Pilar, de los conquistadores de América y de la Monarquía y sus monarcas, sobre todas esas cosas en las que él se cagaba. Una llamativa manifestación que seguirá contribuyendo a avivar el discurso de aquellos que están convencidos de que los actores somos una casta de agitadores, lo cual es verdad hasta cierto punto.

Tengo la impresión de que Willy Toledo, a quien no conozco más que por su trabajo, necesita de declaraciones así para atizar la llama que incendie, aún más, la indignación de aquellos que están en su contra y contra los de su profesión. Yo, a diferencia de algunos, no situaría sus declaraciones en la izquierda radical; lo haría en la acracia más contumaz, la que se enaltece con la pública autoinmolación. Toledo niega todo principio de autoridad política, moral o religiosa, y eso algunos malintencionados lo vinculan, por asociación, a su profesión. Error.

Lo divertido, por llamarlo de alguna manera, es que desde el otro extremo de Willy ha aparecido un personaje que ha complicado aún más todo ese entremés de inoportunas declaraciones. Un general retirado y exportavoz del Ministerio de Defensa ha retado a un duelo a muerte a Willy en defensa del honor patrio. Eso sí, le da al actor la posibilidad de elegir el arma y le propone el Camp Nou o el Bernabéu como escenario donde llevar a cabo el lance. A tenor de la propuesta, el general espera un gran éxito de aforo.

Vivir para ver.

La cuestión es que de la risa al llanto hay un paso; o al revés, porque esta España, o mejor, estas Españas, son y serán un irreconciliable esperpento del que incluso el propio Valle-Inclán se sorprendería.