El WhatsApp echa humo

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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A las 07.15 horas de la mañana se despierta mi móvil en la mesita de noche. Mi sobrino Alejandro, en Sydney, me dice que ha conectado la tele y que allí no dan el partido, que no sale ni Cristiano Ronaldo ni Messi. Que qué pasa. Le digo, entre sueños, que el partido se juega en Madrid, en el fortin del Bernabéu, y que es a mis 18.15 horas, no a sus 18.15. Es decir, que repita la operación a las 04.15 horas ¡del domingo! “Era una broma”, me cuenta, pues vaya, chavalito, son las siete de la mañana de un sábado.

Y, a partir de ahí, la locura. No sé su móvil, no sé su WhatsApp, pero el mío lleva toda la mañana repleto de mensajes. Todo son resultados y, en casi todos ellos, gana el Barça. Mis amigos blancos están esperando que se arranque el partido y, seguro, fijo, que en cuanto ellos abran el marcador entonces, sí, ¡aluvión de mensajes! y bromas. No, no, cero insultos.

Noto demasiada euforia en mi móvil y muy poca discreción en los resultados. Dudas sobre sí vuelve Messi. Peor aún, si sé si vuelve Messi. ¡Y qué se yo! Sí, sí, tú lo sabes. Qué voy a saber. Les digo lo que dijo Luis Enrique en la conferencia de prensa de ayer “si habéis tenido paciencia hasta el viernes, tener paciencia hasta una hora antes del partido”.

Les cuento que juega Casemiro, que es la muralla de Benitez, que dice que sale al ataque. Les digo que hablan de que James se queda en el banquillo y sale Isco, el filigranero. Aumenta la goleada. Les digo que no se vuelvan locos, que puede pasar de todo. Me dicen que somos líderes y que es el momento de sentenciarlos, que nos va en ello el título y el Balón de Oro de Messi. ¡Eso, el 21 de noviembre, campeones! Se acabaron las urgencias históricas y el pesimismo en ‘can Barça’.

No sé si apagar el móvil o tirarlo. Suerte que cuando me vuelva a llamar Alejandro serán las ocho de la tarde en Barcelona. Suerte.