MIRADOR

Waterloo vs. Lledoners

Sánchez e Iglesias ungen a Junqueras como interlocutor preferente en el bloque independentista y remarcan el aislamiento de Puigdemont

Pablo Iglesias entra en la cárcel de Lledoners con Lucía Martín y Jaume Asens.

Pablo Iglesias entra en la cárcel de Lledoners con Lucía Martín y Jaume Asens. / periodico

LUIS MAURI

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La larga guerra por la hegemonía en el nacionalismo catalán enfila una fase decisiva. La exposición de las heridas abiertas entre JxCat ERC confiere al campo de batalla una atmósfera descarnada. En los cuarteles generales de Waterloo Lledoners se redefinen con urgencia las estrategias y se afinan las tácticas. La posibilidad de un adelanto electoral en España está sobre la mesa desde el día en que Sánchez derribó a Rajoy. Y en Catalunya, una convocatoria a las urnas anticipada será posible técnicamente a partir del 27 de este mes.

Bajo estas coordenadas, hay que prestar atención al episodio de este viernes en la cárcel de Lledoners. Allí se ha producido un movimiento clave. Una estampa insólita y poderosamente significativa. Una metáfora de primera categoría.

La visita de Iglesias a Junqueras en prisión no ha sido un discreto vis a vis, sino una auténtica cumbre bilateral entre el líder de Podemos, aliado preferente y emisario extraoficial del presidente del Gobierno, y el jefe de filas de ERC. La puesta en escena subrayaba el carácter de alto nivel del encuentro: cada líder al frente de su propia comitiva (Tardà Sabrià, por Esquerra, y Martín Asens, por los ‘comuns’) y el reloj parado al comienzo de la cita.

Halcón y paloma

Sánchez e Iglesias ungen de forma pública e inequívoca a Junqueras como interlocutor preferente en el bloque independentista. Junqueras, de halcón a paloma en menos de un año. Una metamorfosis portentosa que ilumina con crudeza el enroque fundamentalista de Puigdemont. Y viceversa. En el campo independentista, tan marcado por las emociones, esto es siempre un arma de doble filo.

La unción de Junqueras pretende acentuar el aislamiento de Puigdemont en un momento en que el 'expresident' acumula dolores de cabeza. La Crida que impulsa desde Waterloo ha fracasado como opa a Esquerra y la CUP. Ni siquiera en su propio partido, el PDECat, concita adhesión unánime. El pasado verano, el ‘expresident’ logró descabalgar a la díscola Pascal de la cúpula de la formación, pero no consiguió erradicar los núcleos de resistencia interna.

Paso en falso

Puigdemont ha intentado sin éxito responder a la cumbre de Lledoners con otro encuentro de alto nivel, este exclusivo para independentistas. Ha citado el lunes en Waterloo Torra y algunos ‘consellers’, y a representantes de JxCat, ERC, la CUP, la ANC Òmnium. Puigdemont ha dado el paso en falso. La CUP ya ha rechazado acudir y ERC ha respondido con desdén evidente. Puigdemont y Torra solo se verán en Waterloo con sus acólitos y, si acaso, con algún delegado ajeno de atrezo.

La vía abierta por Sánchez e Iglesias con Junqueras no está alfombrada de pétalos de rosa. La ruta hacia el desbloqueo del conflicto catalán (con parada inicial en el debate de los Presupuestos Estado) es incierta y difícil. La prisión preventiva y el encausamiento de la dirigencia independentista son rocas gigantescas en el camino. ERC exige un gesto en favor de los presos que Sánchez quizás no esté en condiciones de negociar, pero sí Iglesias.

En el pulso entre ERC y JxCat se dirimen más cosas que la supremacía nacionalista. El desenlace determinará los próximos capítulos de la política catalana y española.