Dos miradas

Vulnerabilidad

Es en la mirada íntima, en la constatación de la vulnerabilidad de los hombres, donde se esconde el mensaje de redención

Emmanuel Carrère, en el tejado de La Pedrera.

Emmanuel Carrère, en el tejado de La Pedrera. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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En este libro tan extraño y voluminoso, a medio camino de la reflexión sobre la fe y de la pesquisa sobre los primeros pasos de los apóstoles ('El Reino'), Emmanuel Carrère plantea una hipotética revolución en uno de los sacramentos esenciales del catolicismo. Asiste a un encuentro de cristianos de la asociación francesa L'Arche, creada hace unos cincuenta años por Jean Vanier, y observa que una de las ceremonias habituales es el lavado de pies. L'Arche se dedica a convivir con los más desfavorecidos de entre los pobres, los enfermos encerrados en centros de reclusión mental, abandonados, sin ningún tipo de esperanza ni de acogida humana. Los acoge no en otros centros sino en un entorno familiar.

Lavan los pies no como se hace el Jueves Santo -una ceremonia evocativa- sino con la convicción de que es aquí donde radica la esencia de la fe. Dice Carrère: "El amor quiere la proximidad, la reciprocidad, la aceptación de la vulnerabilidad". E imagina como sería la religión si, en lugar de la eucaristía, tuviera el lavado de pies como piedra angular. Jesús, cuando instituye el memorial del cuerpo y la sangre, "habla colectivamente a los apóstoles", pero cuando se arrodilla para lavar los pies a los discípulos "lo hace ante cada uno, personalmente".

En el único Evangelio que habla de ello, el de Juan, el apóstol Pedro no entiende un gesto radical. Es en la mirada íntima, en la constatación de la vulnerabilidad de los hombres, donde se esconde el mensaje de redención.

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