IDEAS

¿Vuelve el Titanic? ¡Venga!

Jaume Collboni en el pleno del Ayuntamiento de Barcelona.

Jaume Collboni en el pleno del Ayuntamiento de Barcelona. / periodico

Xavier Bru de Sala

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No falla, cada vez que el catalanismo levanta el dedo se hunde Barcelona. El pulcro 'establishment' ideológico de la ciudad, formado por las élites bienpensantes y el españolismo a prueba de porra en discreta pero efectiva alianza, ya exhibió fariseísmo cuando unos desastrados ocuparon la sala municipal de máquinas. El mensaje del pacto que ahora se ha roto era nítido: no se preocupen, que Collboni civiliza Colau. Ahora les cae un doble anatema, por inconformistas y por soberanistas. Sirenas. ¡Oh, el Titanic! Sólo pueden salvarlo los cortesanos cosmopolitas. ¡Venga, hombre!

Si además de los carriles bici, los responsables del consistorio se aprestan a montar un auténtico parque de bicicletas eléctricas, si logran luz verde para el proyecto emblemático del tranvía y pacifican el vecindario de las 'superilles', solo les faltará un ingrediente para volver a ganar. La cultura, no como escaparate sino como antídoto a la anestesia. La cultura como reflejo y vector de las tensiones sociales e ideológicas.

Con Collboni, el Icub optaba por el conformismo cultural, el sucursalismo aséptico de pátina cosmopolita

Contra todo lo que puedan esgrimir los neotitánicos, las tensiones son el combustible de la creatividad. El propósito del Estado es concentrar más y más capitalidad en Madrid, económica y cultural, para arrinconar a Barcelona. En Madrid, que sobresale en estándares homologables de vanguardia, no encontraréis una sombra, si no es muy muy amortiguada, de las tensiones de la sociedad española.

Con Collboni, el Icub optaba por el conformismo cultural, es decir el sucursalismo aséptico de pátina cosmopolita, un modelo amable y bien presentado hacia la decadencia. Colau puede aprovechar el año largo que le queda para recuperar la potente idea de laboratorio de la imaginación, en estrecha simbiosis con todas las tensiones. Decisión que pasa, indefectiblemente, por atraer talento orweliano de fuera. No solo con bici eléctrica y Diagonal, sino con facilidades de alojamiento y oportunidades de entrar en juego.