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Vuelve el arte y ensayo

RAMÓN DE ESPAÑA

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Ya me he tragado las dos primeras entregas deParaíso, la colosal trilogía deUlrich Seidlsobre la desesperación femenina contemporánea, y no tardaré en ver la tercera. Le he cogido gusto a recorrer los diez minutos que me separan de los cines Boliche -tengo media hora hasta los Verdi o el Renoir- y me fascina hallar una sala en la que, un cuarto de hora antes de la primera sesión, ya hay una pequeña cola. Evidentemente, me gustaría decirles que hay una nueva generación de devotos del cine de autor, pero a tenor de la edad de quienes ahí nos congregamos, deduzco que somos los mismos de siempre, los que hace treinta y tantos años esperábamos ilusionados la última deFassbinder, WendersoLynch: serán unos compañeros estupendos en la residencia de ancianos.

Ir a los pases de las películas deSeidltiene un punto conspirativo y le permite a uno hacerse la ilusión de que el cine de autor ha triunfado y ocupa un puesto muy digno en la sociedad. Es como si todos los que echamos de menos la época en que parecía que el cine iba a alguna parte nos hubiésemos puesto de acuerdo para hacer bulto en la Diagonal. Aunque también puede ser -¡un poco de optimismo, hombre!- que el cineasta austríaco haya tocado una fibra sensible en esa particular audiencia de la que formamos parte los parroquianos del Boliche.

Aunque se le acuse a menudo de morboso y deprimente, lo único que haceSeidles mostrarnos ciertos aspectos de la vida en los que casi nadie quiere fijarse (lo mismo haceChristopher Guesten Estados Unidos, aunque desde una perspectiva cómica) y dar voz a unos personajes -la cincuentona en busca de afecto, la beata de las vírgenes y los crucifijos, la adolescente enviada a un campamento para obesos- con los que nadie quiere cruzarse. Sus películas no tienen ni principio ni final, son puro nudo, eso que los franceses llamantranches de vie. Tal vez sería el momento de recuperar su obra magnaImport/Export, la mejor parábola jamás filmada sobre la Europa de dos velocidades cuyas mitades conviven ignorándose.