La voz de los desahuciados

Hay traumas colectivos. Están los de gran impacto, puntuales como un terremoto o un atentado terrorista, y están los de largo alcance, que siembran la vida cotidiana a lo largo de los años. Nadie puede negar que los desahucios son un trauma colectivo. Quedan ya lejos los primeros casos que se creyeron aislados o fruto de la imprudencia de individuos concretos que asumieron deudas que no podían pagar, cuando nos decían aquello de «vivir por encima de nuestras posibilidades». Hemos entendido ya que lo que ha pasado ha sido una catástrofe general, no un huracán, más bien una guerra, que es un desastre provocado por intereses económicos o políticos. Pero la información no es relato. Haber leído en los periódicos cómo se iban sucediendo los desalojos de familias enteras de sus hogares era el espejo, el reflejo de una realidad de la que teníamos que tomar conciencia. La información sirvió para evidenciar que ese no era un problema particular de quien, con vergüenza, veía como su vida entera era devorada por las deudas. La información nos permitió adquirir la conciencia grupal necesaria para resistir la salvajada.

Pero la información no es relato, y ahora mismo estamos sedientos de relatos sobre lo que ha pasado. Es la única forma de hacer frente al trauma: digerirlo mediante el arte, transformarlo en materia creada, revivirlo y observarlo como una experiencia fuera de nosotros que conecta con las heridas profundas. Pero es muy difícil producir este efecto, el de la emoción, cuando el tema tratado lo hemos leído tantas veces y de formas tan distintas. Recordar, emocionalmente, en qué consisten los desahucios, ahora ya pasa por alterar la experiencia de modo artístico. Este es el mérito de Cerca de tu casa, que, con la prodigiosa voz y música de Sílvia Pérez Cruz, consigue obligarnos a una memoria sentida y presente de los desahucios.